Por Luis Manuel Aguana
Me hubiera gustado estar en esa reunión de la Plataforma Unitaria con Manuel Rosales y María Corina Machado (MCM) donde decidieron finalmente la candidatura de Edmundo González Urrutia, cual zancudo pegado a la pared, escuchando los argumentos de cada parte. En especial, me hubiera gustado oír la defensa de Rosales por parte de AD y UNT, quien aun siendo despreciado por más de un 80% en la intención de voto, estos especímenes todavía lo postulaban como candidato. Alguien debió grabar esa defensa en video para la posteridad, como prueba palmaria del ferviente apoyo de esos partidos a la continuidad del régimen.
Pero no creo que la discusión haya sido muy larga como la comentan. MCM no apoyaría a Rosales, ni Rosales abandonaría su aspiración si no lo apoyaba todo el mundo. Y una tercera candidatura como la de la Dra. Corina Yoris Villasana o cualquier otra apoyada por MCM no sería aceptada por el CNE. ¿Entonces? Quedó la que ya estaba. No había mucho que discutir allí.
La discusión no era decidir el mejor candidato, sino buscar a quien aceptaría el régimen. Más patético, imposible. Mayor entrega, inimaginable. Pero a esos extremos ha llegado la política opositora venezolana conducida por una oposición oficial que no está allí sino para sobrevivir. Y una gente que está en ese plan, en modo de supervivencia política, no podría jamás agigantarse para sacarnos esta peste del régimen de encima.
Solo MCM, única representante en esa reunión de los opositores venezolanos, tenía algo que decir allí. Los demás no eran nadie en esa reunión para tan siquiera abrir la boca. Así de irrespetuoso lo digo. Por lo que considero que solo ella decidió quién sería el candidato. Llamémoslo, por razones que voy a explicar ahora, el Candidato X, porque para todos los efectos podría haber sido cualquiera, sin intención de ser irrespetuoso, en quien finalmente le cayó la lotería de representar a la oposición venezolana en unas elecciones presidenciales.
En el transcurso de nuestra historia, Venezuela ha sido un país de caudillos, que de hecho es un rasgo de la cultura latinoamericana. Cuando comenzamos a elegir presidentes a través del voto popular, siempre se buscó vender al “mejor gallo”, de acuerdo a los estándares culturales del país. Podríamos hacer una revisión histórica del porqué la gente votó por tal o cual candidato en cada elección desde 1947, y aunque sería un ejercicio intelectual apasionante y del que no dispongo el suficiente espacio, podría llegar igualmente a la conclusión general de que los candidatos que resultaron vencedores, fueron la representación genuina de la realidad histórica de cada momento político del país. Y siempre resulto el “mejor gallo”.
Sin irnos muy atrás, Betancourt y el regreso de la democracia, Leoni, Caldera I y II, Pérez I y II, Herrera, Velázquez y Chávez, fueron el vivo reflejo de lo que pasaba en el país. Esos presidentes no fueron una coincidencia. Eran la resultante de lo que pasaba en Venezuela. El inicio de la democracia, el boom petrolero, la baja brutal posterior de los precios internacionales del petróleo, la corrupción y la crisis política que nos trajo a Chávez. Parece una película para quienes crecimos y nos educamos en esa época.
MCM como candidata hubiera sido el fiel reflejo de esa historia consistente del país, y el surgimiento de su liderazgo nace por lo que está y sigue ocurriendo en Venezuela, como la esencia de la Nación, como lo llamara acertadamente el Dr. Asdrúbal Aguiar “…una señora que comienza a visitar a todo el país, no usa un discurso ideológico, no usa un discurso de partido, no usa un discurso de poder, no usa un discurso electoral, sino que le dice a los venezolanos yo quiero que ustedes regresen a casa para que se reencuentren con sus hermanos, los nietos se reencuentren con las abuelas, las esposas con los esposos. Esa es la esencia de la Nación” (ver La esencia de la Nación, en https://ticsddhh.blogspot.com/2024/04/la-esencia-de-la-nacion.html).
Pero según ese razonamiento, MCM se monta encima de lo que ocurre en el país y el sentimiento común de libertad y cambio se refleja en ella, como la luz certera al final del túnel. De allí que la peste que nos embarga le trancara la posibilidad de ser candidata AHORA. Y remarco ahora porque este no es el final del camino todavía.
Si la torpeza política exhibida hasta ahora por la dirigencia política, presenta y vende al Candidato X por su trayectoria personal y profesional, o simplemente porque “es el candidato de la unidad”, solo el Sistema Electoral del CNE, sin contar con la abstención al preferir no votar que votar por uno que “el régimen aceptó”, se lo llevará por los cachos bien lejos por delante.
El Candidato X no debe ser el mismo, sino la encarnación de la voluntad de cambio que tenemos todos de salir de esta peste que nos gobierna. Y eso la gente no se lo creería a ninguno de quienes lo están postulando desde la Plataforma Unitaria, que prefirieron doblarse para no partirse frente al régimen, decidiendo esa candidatura en una habitación cerrada a espaldas de nuestra decisión el 22 de octubre.
Pero, ¿cómo se logra eso si el Candidato X no es MCM? Con la firma de un compromiso frente a los venezolanos previo a la elección, que prometa que el Candidato X no será más que un elemento dentro de un gobierno de transición de 1 o 2 años, y que convocará a las fuerzas democráticas del país a gobernar con él en esa transición, y en especial a MCM, con la convocatoria inmediata, al inicio de su mandato, a un proceso Constituyente de carácter originario para la Refundación de la Nación, y posterior nueva elección presidencial de acuerdo al nuevo texto constitucional.
Esa sería la ÚNICA manera en que el Candidato X se gane la confianza del país y arrase con un triunfo indiscutible, a pesar del mega fraude del que será objeto el 28J. Sería exactamente una variante de la estrategia que nos aplicó Hugo Chávez en 1998, cuando los venezolanos interpretamos que había que salir a como diera lugar de los principales payasos que conducían la política venezolana en ese entonces, cuando no nos equivocamos en el qué sino en el quién.
Aunque MCM se eche al hombro al Candidato X como “el hombre del bacalao” y lo pasee por todo el país, no logrará que la gente confíe en alguien que no salió de los votos opositores, y proveniente de la maquinaria de una oposición oficial cuadrada con el continuismo del régimen, sin un compromiso semejante frente a todos los venezolanos. Ojalá que el verdadero liderazgo que puso al Candidato X en esa situación se encuentre, como en el pasado, a la altura de la magnitud del proceso histórico de Venezuela.
Caracas, 21 de Abril de 2024
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