sábado, 13 de agosto de 2022

El paradigma de la libertad

Por Luis Manuel Aguana

English versión

Intervención en el Foro-chat “Democracia y Derechos Humanos, realidades y expectativas para Venezuela”, auspiciado por ANCO Mérida, 13 de agosto de 2022

Audio de la ponencia y respuesta a las preguntas formuladas, en https://youtu.be/lWf50QivUOo

Buenas tardes, mi nombre es Luis Manuel Aguana, y formo parte de la Directiva Nacional de la Alianza Nacional Constituyente Originaria, ANCO. Antes que nada mi agradecimiento a ANCO Mérida, en la persona de su Coordinadora, Mari Sol Arreaza, por la invitación a esta importante oportunidad de dirigirme a ustedes en este Foro, para intercambiar acerca de la realidad de la Democracia y los Derechos Humanos en Venezuela, y las expectativas que muchos todavía tenemos de que en un futuro muy cercano podamos alcanzarlos. Sin embargo ambos constructos, Democracia y Derechos Humanos, son solo posibles y consecuencia directa de un derecho superior, que asegura la libre determinación de las personas: la libertad.

Sin libertad no puede existir la Democracia y mucho menos asegurar que se cumplan los Derechos Humanos de las personas, porque su respeto es condición fundamental de un Estado de Derecho. Sin libertad estamos expuestos a ser atropellados en cualquier momento porque no hay límites para quienes estando en el poder abusan de él con la intención de perpetuarse en su ejercicio. De allí, que más allá de describir lo que ha sucedido y sigue sucediendo en Venezuela por la ausencia de Democracia y el atropello de los Derechos Humanos por la pérdida del Estado de Derecho, debemos tratar de entender porque hemos bajado la guardia en la búsqueda de ese derecho superior que es la libertad. Más adelante justificaré esa afirmación.

Hoy haré con ustedes un ejercicio que a mi juicio puede explicar ese comportamiento, comparando la libertad que dábamos por sentada antes de llegar el régimen, con el concepto de paradigma. Para nuestro caso, el significado de paradigma, de acuerdo a su segunda acepción en el DRAE, es: “Teoría o conjunto de teorías cuyo núcleo central se acepta sin cuestionar y que suministra  la base y modelo para resolver problemas y avanzar en el conocimiento”. Con base a eso, no cuestionamos los paradigmas, dejando de de lado, de alguna manera y por cuenta propia, el derecho supremo de la libertad.

Lo más cercano y sencillo que he visto para explicar en el contexto actual las implicaciones de no entender a cabalidad la palabra paradigma, lo vi hace algunos años en las redes sociales de un autor anónimo, del cual les extraigo la siguiente historia, que tal vez les parecerá un poco larga, pero si me tienen un poco de paciencia la encontrarán muy significativa:

“Un grupo de científicos colocó cinco monos en una jaula, en cuyo centro colocaron una escalera y, sobre ella, un montón de bananas. Cuando un mono subía la escalera para agarrar las bananas, los científicos lanzaban un chorro de agua fría sobre los que quedaban en el suelo. Después de algún tiempo, cuando un mono iba a subir la escalera, los otros lo golpeaban.

 

Pasado algún tiempo más, ningún mono subía la escalera, a pesar de la tentación de las bananas. Entonces, los científicos sustituyeron uno de los monos. La primera cosa que hizo fue subir la escalera, siendo rápidamente bajado por los otros, quienes le acomodaron tremenda paliza. Después de algunas palizas, el nuevo integrante del grupo ya no subió más la escalera, aunque nunca supo el por qué de tales golpizas.

Un segundo mono fue sustituido, y ocurrió lo mismo. El primer sustituto participó con entusiasmo de la paliza al novato. Un tercero fue cambiado, y se repitió el hecho, lo volvieron a golpear. El cuarto y, finalmente, el quinto de los veteranos fue sustituido. Los científicos quedaron, entonces, con un grupo de cinco monos que, aún cuando nunca recibieron un baño de agua fría, continuaban golpeando a aquel que intentase llegar a las bananas. Si fuese posible preguntar a algunos de ellos por qué le pegaban a quien intentaban subir la escalera, con certeza la respuesta sería: “No sé, aquí las cosas siempre se han hecho así”. ¡¿Te suena conocido?!” (autor anónimo).

Desconozco si este experimento en realidad tuvo lugar, pero explica a cabalidad el comportamiento humano del venezolano ante la realidad de una tiranía que persigue, encarcela, tortura y mata a la disidencia civil y militar. Al comienzo de estas luchas ciudadanas, el bien supremo de la libertad, como la describía El Libertador, era perseguida por todos. Los venezolanos se echaron a las calles buscando la libertad. Eso lo demostraron las marchas gigantescas de los primeros años de la tiranía, siendo la fundamental la gran marcha del 11 de abril de 2002. Y ese día, no lo olvidemos nunca, por unas horas, cayó la tiranía.

Pero uno a uno, como en la historia contada, al intentar alcanzarla, el régimen se las arregló para castigar todo esfuerzo de la población para conseguir la libertad. Y finalmente, al ir desapareciendo quienes activamente pedían libertad, ya bien sea por éxodo o por el cansancio de los años y la entrega de la dirigencia política, los venezolanos nos quedamos luchando y protestando, ya no por nuestra libertad sino por la subsistencia, sin percatarnos que esa era la fórmula del régimen para continuar en el poder.

Y a las pruebas me remito: de acuerdo al Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, las protestas relacionadas con las exigencias de Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (DESCA), más que duplicaron aquellas dirigidas a exigir nuestros Derechos Civiles y Políticos (DCP). Durante el primer semestre de 2022, el 73% de las protestas (2856 protestas) fueron en reclamo de mejoras en la calidad de vida, mientras que el 27% (1036 protestas) fueron y cito, “en rechazo a la persecución, estigmatización y detención contra defensores de derechos humanos, trabajadores humanitarios y otros miembros de la sociedad civil. Mientras, las personas privadas de libertad y sus familiares denunciaron retardo procesal y pésimas condiciones de reclusión” fin de la cita (ver OVCS, Conflictividad Social en Venezuela, Primer semestre 2022, en https://www.observatoriodeconflictos.org.ve/destacado/conflictividad-social-en-venezuela-en-el-primer-semestre-de-2022). Esto significa, que los números indican que los venezolanos están protestando principalmente por sobrevivir, no para alcanzar su libertad.

De acuerdo a la clasificación de los Derechos Humanos de la ONU (ver Clasificación de DDHH según la ONU, en https://eacnur.org/es/actualidad/noticias/eventos/tipos-de-derechos-humanos-segun-la-onu), se conciben dos tipos de Derechos Humanos: Los Derechos Civiles y Políticos (DCP), y los Derechos Económicos Sociales, Culturales y Ambientales (DESCA).

En el primer tipo (DCP), se encuentran los llamados Derechos de Primera Generación, y son los referidos a nuestras libertades, o Derechos de Libertad. Aquí se encuentran, por ejemplo, entre otros el derecho a la libertad, a la vida, a la seguridad jurídica, libertad de expresión, libertad de asociación, derecho al debido proceso, libertad religiosa, libertad de derechos entre hombres y mujeres. Son también llamados Derechos Fundamentales. No se puede hablar de Derechos Humanos sin que existan antes estos derechos.

El segundo tipo, los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (DESCA) conocidos también como de Segunda Generación, se encuentran referidos a aquellos que deben cumplirse en un Estado Social y de Derecho. Aquí se encuentran, entre otros, el derecho a la seguridad social, el derecho al trabajo, derecho a sindicalizarse, derecho a tener un nivel adecuado de vida, a la salud, vestido, vivienda, servicios sociales necesarios, derecho a la educación, derechos del niño y la maternidad.

Se han agregado una tercera, cuarta, y hasta quinta, sexta y más generaciones de Derechos Humanos. De estas últimas no nos referiremos en esta discusión. La tercera generación se vincula a la justicia, paz y solidaridad de los pueblos, estando entre otros, el Derecho a la Autodeterminación, derecho que ANCO está exigiendo a través del llamado Constituyente, Derecho a la Independencia Económica y Política, Derecho a la Identidad Nacional y Cultural, Derecho a la Paz, Derecho a la Coexistencia Pacífica y Derecho al Desarrollo.

Los Derechos de Cuarta Generación surgen a partir del uso masivo de las Tecnologías de Información y Comunicaciones (TICs). Entre ellos se encuentran el Derecho a acceso a las TICs, el Derecho a la Autodeterminación Informativa, Derecho al Habeas Data y la privacidad y seguridad digital. Citando acertadamente al portal Unidiversidad, cito: “Actualmente en un mundo donde se habla de Big Data, del Internet de las cosas, de inteligencia artificial debe existir un marco legal que regule este progreso digital para que se evite la violación o vulneración de los derechos humanos” Fin de la cita. (ver Clasificación de los DDHH, Unidiversidad, en https://www.unidiversidad.com.ar/como-se-clasifican-los-derechos-humanos). Este modesto espacio que abrí en la red “TICs & Derechos Humanos” hace más de 10 años, estuvo dirigido especialmente a la vigilancia de estos derechos de Cuarta Generación, en especial la Privacidad de los Datos de los venezolanos (Ver nota Censo 2011 en Venezuela y el Derecho a la Autodeterminación Informativa, en https://ticsddhh.blogspot.com/2011/08/censo-2011-en-venezuela-y-el-derecho-la.html).

Una de las tesis fundamentales que he sostenido públicamente en mi blog, y que fue una de las principales hipótesis de mi trabajo doctoral, es que la tecnología resulta ser el mejor aliado de regímenes políticos del corte del que tenemos en Venezuela, constituyéndose en su sostén porque se llega a controlar hasta la más mínima pieza de información del ciudadano. Es por eso lo tecnológicamente avanzado de su proceder en todos los órdenes de la administración. El ejemplo más representativo de esto es nuestro actual sistema electoral y de información del ciudadano. Este es otro de los derechos pendientes de conquistar.

Poco a poco la tiranía de Nicolás Maduro Moros ha logrado que los venezolanos vayan olvidando sus Derechos Civiles y Políticos, reventando a la población por todas partes, y especialmente a los que no han intentado subir las escaleras, tal y como lo hacían con los monos los científicos de nuestra historia, para que nosotros mismos nos olvidemos y peleemos entre sí para descartar la lucha por lo fundamental: la libertad. Y no es que no sea importante luchar por los sueldos, la salud, la seguridad social y el resto de los derechos que el régimen ha violado. Es que con los años hemos dejado de percibir que sin las libertades, los derechos de 2da., 3ra., y más generaciones jamás serán alcanzados. Ese es el verdadero éxito del régimen para continuar en el poder. ¡Hay que romper ese paradigma!

Y si continuamos en esa dirección, llegará el momento –tal vez no muy lejano- en que dejemos de intentar siquiera subir por las escaleras, en que diremos como los monos del experimento: “aquí las cosas siempre se han hecho así”, y seguiremos protestando, pero no por los motivos a los que el régimen realmente teme, habiendo olvidado las verdaderas razones por las cuales luchamos en algún momento para salir de la tiranía, quedándonos con las sobras que el régimen nos termine dando cuando protestemos por ellas, porque seguirán en el poder. Lo lamentable es que tienen una oposición blandengue, corrupta y cómplice que los ayuda, no nos olvidemos de eso, y que se conforma con las migajas de poder que les tiran.

Hay que comprender bien el paradigma que nos plantea la libertad, para voltear esa proporción medida por el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social durante el primer semestre de 2022, si queremos mejorar las expectativas de que se respeten el resto de los derechos que nos han conculcado. Primero son las libertades individuales. Esa es la primera lucha por los Derechos Humanos que hay que dar en Venezuela, y por eso termino y comienzo –otra vez- exigiendo Derechos Fundamentales, como lo son la vida y la libertad: ¡Libertad para los presos políticos!

Muchísimas gracias… 

Caracas, 13 de Agosto de 2022

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miércoles, 10 de agosto de 2022

Maduro, métete con el santo pero no con la limosna

Por Luis Manuel Aguana

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De acuerdo al Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, las protestas en Venezuela tuvieron un crecimiento consistente a partir del año 2015, después de un año muy conflictivo de muerte en las calles. Efectivamente, luego de haberse registrado 9.286 protestas en el año 2014, la conflictividad social cayó en el 2015 a 5.851 protestas para luego consistentemente mantenerse en ascenso (6.917 en 2016, 9.987 en 2017, y 12.715 en 2018) hasta el año 2019, cuando se registró su mayor volumen, con 16.739 protestas. Las protestas cayeron de nuevo en el año 2020 a 9.533, se estima debido a la pandemia COVID-19 que encerró a los venezolanos, ese y el siguiente año 2021, cuando se registraron 6.560 protestas (ver 10 años de protestas en Venezuela 2011-2021, OVCS, en https://www.observatoriodeconflictos.org.ve/el-conflicto-de-la-semana/10-anos-de-protestas).

De no haber persistido la pandemia y el agravamiento de la situación sanitaria del país, estamos seguros de que las protestas de 2020 y 2021 hubieran superado con creces el número presentado el 2019. En el primer semestre de lo que va de año, ya la conflictividad social supero en 14,7% la del mismo periodo el año 2021, pasando de 3,393 el primer semestre de 2021 a 3.892 el primer semestre de 2022. Y por lo que hemos notado, ese número se superará con creces para el segundo semestre de 2022. La pandemia le dio una tregua al régimen, y al parecer los venezolanos ya dejaron de temerle, por aquello de que si vas a morir de COVID por falta de un sistema de salud y seguridad social, entonces prefieres morir en las calles protestando por tus derechos.

Pero si a todo esto se le suma, a la ya nefasta crisis de los servicios, las torpezas de las decisiones del régimen de violentar las convenciones colectivas de los trabajadores del sector público, la conflictividad social alcanzará niveles históricos. Los maestros se han lanzado a las calles de nuevo, no solo por los salarios de hambre que se les paga, sino por la estafa de Maduro dictada a través de la Oficina Nacional de Presupuesto, ONAPRE, de no pagarles completo su bono vacacional, y por si fuera poco tomando como referencia el salario de 2021 (1,52 dólares al mes), argumentando que no ha sido firmada una nueva convención colectiva (ver Maestros del sector público protestan en Venezuela, en https://www.latimes.com/espanol/internacional/articulo/2022-08-02/maestros-del-sector-publico-protestan-en-venezuela).

Y afirmo que la estafa es de Maduro, porque es bien conocido que la ONAPRE es solo un organismo ejecutor dependiente del Ejecutivo Nacional, y su instructivo en contra de los trabajadores solo le pone la cara técnica justificando el despojo sufrido, cuando la cara escondida del responsable es la de Nicolás Maduro Moros. “Distrito Capital, Aragua, Miranda, Táchira, Carabobo, Lara, Portuguesa, Mérida, Apure, Barinas, Sucre, Nueva Esparta y Monagas son algunas de las entidades en las que salieron los trabajadores por quinta ocasión consecutiva para exigir sus reivindicaciones laborales” (ver Tal cual, en https://talcualdigital.com/protestan-en-varios-estados-contra-el-instructivo-onapre-y-amenazan-con-paro-nacional/).

Pero si lo anterior fuera poco, el régimen, en lugar de negociar con los educadores, los amenaza a través de sus más connotados voceros, como el diputado del PSUV, Mario Silva, quien manifestó en su programa de televisión, La Hojilla, ante la posibilidad de un paro nacional de educadores, lo siguiente: “¡Láncenselo, pues, láncense un paro nacional, échenle bo…, verán cómo la marea rojita se les va pa’ encima!, amenazó el conductor… Instó a los trabajadores a que entiendan que en estos momentos el país está viviendo unas condiciones especiales, estamos en batalla, y creciendo para más dolor, para que más les duela” (ver Mario Silva amenaza a los maestros que reclaman por sus derechos, en https://impactovenezuela.com/y-ellos-temblando-mario-silva-amenaza-a-los-maestros-que-reclaman-por-sus-derechos/). Lo que no dice el diputado Mario Silva es que parte, o sino toda, esa “marea rojita” forma parte activa de esas protestas que le preocupan tanto, al amenazar a ese gremio que se ha caracterizado por protagonizar las luchas laborales más importantes de la historia contemporánea de Venezuela. Se llevará una sorpresa cuando convoque a su “marea rojita”.

Pero lo más asombroso es que ahora resulta que los venezolanos tenemos que comprender a quienes han destruido prácticamente todas las instituciones, comenzando por la principal industria generadora de ingresos del país, que ellos no puedan pagar la nómina de los empleados del sector público. Cuando una empresa llega a ese estado de quiebra, el resultado invariable es que cierra sus puertas. Y en este caso, como los países no quiebran, lo que sucede es que sus gobiernos generalmente caen. Pero Venezuela es un país muy “sui generis”. Tenemos más de 22 años de conflictividad social aguda, reportada en sus últimos 10 años por el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, y el régimen sigue muerto de la risa.

Pero, ¿hasta cuándo puede ser eso? ¿Hasta cuándo puede cualquier gobierno, de la naturaleza que sea, aguantar miles de trabajadores en las calles protestando por su sustento? Tal vez eso tenga una respuesta. En marzo de 2014 publique una nota -de hecho es la más leída de mi blog hasta ahora- (ver Caída inevitable, en https://ticsddhh.blogspot.com/2014/03/caida-inevitable.html) donde reseñaba la investigación de la Dra. Erica Chenoweth de la Universidad de Colorado, en Boulder (ver conferencia TED de la Dra. Chenoweth en http://youtu.be/y4xcimkAFNc), que arrojó que durante el período de 1900-2006 las insurgencias No Violentas de todo el mundo tuvieron dos veces más probabilidades de triunfar completamente sobre aquellas donde hubo violencia. La investigación reveló que NINGUNA insurrección había fracasado durante ese período (1900-2006) después que se llegara a una participación activa y constante de solo el 3,5% de la población, habiéndose contabilizado históricamente  insurrecciones exitosas con mucho menos que ese porcentaje.

Quiero resaltar de nuevo esa investigación, porque si antes no pudimos llegar a ese porcentaje del 3,5% de la población protestando activamente en las calles, el régimen la está poniendo de “jonrón” como se dice en el beisbol, para llegar en un santiamén a esa cifra y más allá, amenazando de manera estúpida a los trabajadores, cuando es esa misma masa la que una vez estuvo con ellos, y ahora lucha por sobrevivir a pesar de ellos. Al parecer la dura realidad nos está indicando que si alguna posibilidad existe de salir de estos delincuentes, paradójicamente será protestando por la falta de comida, no por la falta de libertad. En otras palabras, Maduro métete con el santo pero no con la limosna…

Caracas, 10 de Agosto de 2022

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domingo, 31 de julio de 2022

Las 4 etapas del artículo de Almagro

Por Luis Manuel Aguana

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El impacto que ha producido el artículo publicado por el Secretario General de la OEA, Luis Almagro el pasado 29 de julio, entre quienes aún continuamos resistiendo la tiranía abierta y criminal de Nicolás Maduro Moros en Venezuela, podría tal vez considerarse de una escala tal que deba estudiarse y tratarse como lo fue en su momento el estudio del duelo (ver Crónicas, Luis Almagro, El infierno del sendero que jamás se bifurca, 29 de julio de 2022, en https://www.cronicas.com.uy/contratapa/el-infierno-del-sendero-que-jamas-se-bifurca/).

En efecto, en 1969 la psiquiatra suizo-estadounidense Elisabeth Kübler-Ross, revolucionó el tratamiento del duelo por la pérdida de algo o alguien apreciado al presentar en su libro “Sobre la muerte y el morir”, un modelo general de 5 etapas de duelo para explicar el comportamiento de las personas al procesar un duelo ante el luto y la pérdida. El famoso modelo negación-ira-negociación-depresión-aceptación es ahora de uso común entre los profesionales de la salud mental.

Y no se equivoquen en la interpretación. No es que hayamos perdido a un amigo como Luis Almagro y vayamos a interpretar su nota como la pérdida de alguien apreciado. Todo lo contrario. Deseo utilizar el modelo como una construcción conceptual para analizar el porqué el mejor amigo de carácter internacional que hemos tenido en nuestra lucha en contra del régimen termina concluyendo como concluye en esa nota.

Cuando leí la primera vez el artículo (porque tuve que leerlo varias veces para comprender bien el punto de Almagro) mi primera reacción fue la misma que tiene alguien cuando le dice a un amigo que no se comporta como usualmente lo hace, preguntándole: “¿Y quién eres tú y que hiciste con Almagro?”. Esta fase la podríamos llamar Etapa de shock o impacto inicial.

En esta etapa la primera reacción siempre suele ser la misma: Almagro fue convencido por las fuerzas de la oposición oficial, convencidas que una cohabitación con el régimen es lo que más le conviene a los venezolanos, conformándose en las sobras que Maduro o quien haga sus veces, les arroje para sobrevivir. Triste final de una lucha donde han quedado muchos muertos y torturados en el camino.

Por supuesto, en el medio de esa etapa debemos pensar que si así cree el más aguerrido de nuestros defensores internacionales por un país libre, ¿qué nos queda a los demás? Dejemos esto así y aceptemos la siguiente fase que bien podríamos llamar Etapa de los bodegones, donde existe una paz fingida de normalidad mientras las mayorías mueren de mengua.

¿Qué viene después de eso en esa etapa? El encuentro del hambre con las ganas de comer. Un país entregado a un régimen destructor, asociado a su oposición cómplice, tan corrupta como ellos. Vendrán generaciones de esclavos malnutridos que jamás podrán levantar la cabeza, como lamentablemente aún siguen siendo los cubanos, protagonistas de la esclavitud del siglo XXI, negociados como médicos a quien quiera comprarlos. En cierta medida ya nos encontramos allí.

Pero como en todo lo que escribe Almagro hay allí una gran verdad: si el objetivo de un diálogo con ellos es sacar a Maduro, desde su propia concepción el objetivo está destinado al fracaso, porque como bien indica “…como objetivo estratégico probablemente no fuera el más viable, ni realizable ni realista”. Nadie aceptaría a ir a un proceso limpio si el resultado es que sean excluidos del poder. Eso no existe para ellos y tiene razón.

Y ciertamente, El objetivo de la salida de Maduro transformó a cada negociación en un juego de suma cero que terminaba siendo imposible: ni la salida de Maduro en una negociación ni una elección que pudiera significar su salida”. ¿Y por qué? Porque ¡NO SE ESTÁ NEGOCIANDO LO CORRECTO! Y allí es donde el argumento de Almagro acierta, pero al mismo tiempo falla. El objetivo NO PUEDE SER SACAR A MADURO. Pero tampoco puede ser uno que termine cohabitando con su régimen. Eso iría en contra de todo, por lo que el mismo Almagro ha luchado -y todos con él- durante tantos años de sufrimiento ininterrumpido.

Almagro propone una cohabitación CON contrapesos que impidan la complicidad con el régimen. En un contexto de diferencias entre políticos, yo le daría la razón. Pero en el contexto de una negociación con unos delincuentes que han secuestrado la institucionalidad del país para su propio beneficio, la cosa es completamente diferente.

Almagro en su condición de garante de la Carta Democrática de la OEA no puede proponer la cohabitación con delincuentes, aun con el elevado y sublime propósito de proteger el futuro de los venezolanos. Esta fase yo la llamaría Etapa de desesperación. La nobleza de alguien que ante el cierre de todas las salidas prefiere el mal menor. Sin embargo, sería un mal menor entre políticos, pero uno infinitamente mayor entre delincuentes, tanto de la oposición como del régimen.

Entonces, ¿si no son unas elecciones, que se debería negociar con ellos? No es la primera vez que respondo esa pregunta, y mi respuesta sigue siendo la misma: un proceso en el que TODOS los venezolanos participen fuera del perímetro de la institucionalidad corrupta del régimen y que les dé a ambas partes exactamente la misma participación, no para sacar a Maduro, sino para reiniciar la institucionalidad de Venezuela. Eso está en nuestra Constitución y se llama ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE.

Y algunos me preguntarán, incluyendo Almagro, ¿pero eso no sería lo mismo que elecciones? Y mi respuesta seguiría siendo la misma: NO. En unas elecciones existe la disputa del quítate tú para ponerme yo, generando el mismo juego suma cero mencionado por Almagro. En el contexto Constituyente, Maduro se quedaría en su puesto hasta que los Constituyentes –partidarios y no partidarios del régimen- DECIDAN qué hacer con su gobierno, para luego proceder a reparar la institucionalidad del país, porque ellos serían la máxima representación legítima de los venezolanos, en la más avanzada expresión de Autodeterminación de los Pueblos.

Se estarían negociando también las bases de esa elección Constituyente (Bases Comiciales) y lo que pasaría después sería materia de la representación legítima de los venezolanos. No se trata de negociar unas elecciones para un cargo que no representa ya nada para los venezolanos y menos aún si Maduro continúa en el poder durante ese proceso electoral. En pocas palabras, se estaría negociando que se le permita al pueblo venezolano decidir qué hacer con su futuro; y la salida o no de Maduro del poder, que sea una consecuencia de esa decisión.

La Comunidad Internacional, como la OEA, colaboraría en ese contexto a proporcionar las garantías electorales suficientes para que el mandato popular de los venezolanos se materialice, a través de un Tribunal Electoral Ad-Hoc donde participarían todas las partes, los países interesados en apoyar al pueblo venezolano, la oposición oficial, el régimen, y la sociedad civil. Asimismo, ella aportaría la fuerza necesaria para lograr que el régimen acepte esa negociación (presión creciente de sanciones) y garantizar que se cumpla lo que el pueblo decida. Esta fase la llamaría Etapa del apoyo internacional, y a la que todavía no hemos llegado. En el año 2020, más de 300 personalidades de la Sociedad Civil venezolana, le dirigimos al Dr. Almagro una carta abierta fechada el 16 de junio de 2020, donde describimos esta fórmula electoral como Solución Humanitaria de Carácter Electoral (ver Comunicado ANCO, 25-06-2020, https://ancoficial.blogspot.com/2020/06/comunicado-anco-nuevas-adhesiones-la.html).

Es en esa etapa de apoyo internacional donde la Comunidad Internacional, incluyendo al Secretario General de la OEA, Luis Almagro, terminan plenamente de comprender que este grave asunto, que involucra a todos los pueblos del continente americano, escapa a una solución entre políticos o delincuentes. La solución la tiene el pueblo de Venezuela y lo que hay que lograr es poner en funcionamiento el mecanismo idóneo para que ese pueblo pueda expresarse limpiamente a través de su representación legítima. Solo hay que darle la oportunidad al pueblo para que sea el que finalmente decida su destino, haciendo que sea este, y no otro sin representación, el que logre que se bifurque el sendero hacia su libertad.

Caracas, 31 de Julio de 2022

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martes, 26 de julio de 2022

Presidente Guaidó, Maduro es simplemente un tirano

Por Luis Manuel Aguana

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Tiene mucho sentido la campaña iniciada en las redes sociales por el Presidente Encargado Juan Guaidó, en un intento de calificar por el adjetivo correcto, y que le corresponde, a Nicolás Maduro Moros (ver campaña en Change.org, “No lo llames Presidente, llámalo Dictador”, en https://www.change.org/p/no-lo-llames-presidente-ll%C3%A1malo-dictador-jguaido-asambleave). Efectivamente, a Maduro no se le puede llamar Presidente de la República, de acuerdo a los hechos ocurridos alrededor de su acceso al poder de manera ilegítima, que hemos presenciado todos los venezolanos a partir de 2018, razón por la cual no es reconocido por nosotros, ni por la mayoría de países que componen la Comunidad Internacional.

Sin embargo, Maduro tampoco es dictador, tanto por la definición clásica, como en la moderna. De acuerdo a la definición clásica, “Un dictador era un magistrado de la República romana al que se le confería la plena autoridad del Estado para hacer frente a una emergencia militar o para emprender una tarea específica de carácter excepcional” (ver Dictador (Antigua Roma), en https://es.wikipedia.org/wiki/Dictador_(Antigua_Roma)).

Según esta definición, ningún poder colegiado o Parlamento legítimo se ha reunido para conferirle poderes dictatoriales a Nicolás Maduro Moros, como si lo hizo el Senado romano varias veces, hasta la eliminación de la figura tras la muerte de Julio César. Esta definición se corresponde con la tercera acepción del DRAE de la palabra dictador: “3. m. Entre los antiguos romanos, magistrado supremo y temporal, que se nombraba en tiempos de peligro para la república” (ver DRAE, Dictador, en https://dle.rae.es/dictador?m=form).

Tal vez el caso más cercano de nuestra historia latinoamericana que asemeja a esa definición clásica de dictador, se corresponde a la dictadura de El Libertador en 1824 en Perú, cuando el Congreso peruano, mediante Decreto, lo designa dictador en 1824: “Considerando...que sólo un poder dictatorial depositado en una mano fuerte, capaz de hacer la guerra, cual corresponde a la tenaz obstinación de los enemigos de nuestra independencia, puede llenar los ardientes votos de la representación nacional...Decreta: La suprema autoridad política y militar de la República queda concentrada en el Libertador Simón Bolívar” (ver Congreso del Perú, 17 de febrero de 1824, Decreto disponiendo que el Libertador Simón Bolívar asuma la suprema autoridad política y militar de la República, en https://www.congreso.gob.pe/Docs/participacion/museo/congreso/files/mensajes/1822-1840/mensaje-1824-1.pdf).

La definición moderna de dictador, establecida en el DRAE, no es lo suficientemente amplia para definir el caso de Maduro. Allí en las dos primeras acepciones se define dictador como: 1. m. y f. En la época moderna, persona que se arroga o recibe todos los poderes políticos y, apoyada en la fuerza, los ejerce sin limitación jurídica.” “2. m. y f. Persona que abusa de su autoridad o trata con dureza a los demás”.

En Venezuela, Nicolás Maduro Moros no se arrogó ni recibió todos los poderes políticos (1ra acepción), y ha ido muchísimo más allá de abusar de su autoridad (2da. acepción). El poder lo usurpó a la fuerza, obteniéndolo  mediante un fraude a la Constitución, por lo que la definición de tirano, en sus dos acepciones, se ajusta más extensamente a su caso y la situación de los Derechos Humanos en Venezuela.

El DRAE define tirano como: “1. adj. Dicho de una persona: Que obtiene contra derecho el gobierno de un Estado, especialmente si lo rige sin justicia y a medida de su voluntad. U. t. c. s.” y “2. adj. Dicho de una persona: Que abusa de su poder, superioridad o fuerza en cualquier concepto o materia, o que, simplemente, del que impone ese poder y superioridad en grado extraordinario. U. t. c. s.” (ver tirano, en https://dle.rae.es/tirano?m=form).

En este caso, los hechos demuestran que el usurpador Nicolás Maduro Moros ha obtenido contra derecho el gobierno de Venezuela, rigiéndolo especialmente sin justicia y a la medida de su voluntad (1ra. acepción). Por otro lado, ha abusado e impuesto ese poder y superioridad obtenida ilegítimamente, en grado extraordinario (2da. acepción), al punto de provocar un éxodo masivo de la población, encarcelamiento y torturas, tanto a civiles como militares, para su sostenimiento en el poder. Eso excede de largo la definición moderna de dictadura, por lo que la petición del Presidente Encargado de llamar dictador a Nicolás Maduro Moros se queda corta y no se ajusta a la actual realidad política de Venezuela.

La costumbre de llamar dictaduras a aquellos gobiernos que no han nacido del voto popular se encuentra enraizada en nuestros países desde hace mucho tiempo. Yo mismo he usado erróneamente ese término de manera corriente en mis notas, pero es un error y hay que precisarlo en su justa medida. Al final, todo se reduce a que esos gobiernos se sostienen mediante el uso de la fuerza, con el apoyo de las armas que los ciudadanos una vez confiaron a sus Fuerzas Armadas, y de allí que simplemente les llamemos dictaduras, cuando la definición correcta es tiranía, que es el gobierno ejercido por un tirano (ver Tiranía, en DRAE, en https://dle.rae.es/tiran%C3%ADa?m=form). Es el cómo se aplica a la población esa fuerza por parte de los delincuentes que ejercen el poder, lo que hace la diferencia. Las palabras y precisión en el lenguaje son importantes, como lo indica el Presidente Encargado en su petición:

“…No lo llames “mandatario”, ¡llámalo dictador!

Llamar a Maduro “mandatario” es un eufemismo que se aleja de la meta principal del periodismo: la búsqueda de la verdad.”

Pero Nicolás Maduro Moros tampoco es un “mandatario”, porque no ha recibido el MANDATO del pueblo en elecciones justas, libres y verificables, para ejercer como Presidente de la República. En este contexto, donde Maduro por ningún lado calza las definiciones corrientes, si el Presidente Encargado y los venezolanos desean precisar el lenguaje, y ajustarse a la dolorosa realidad, conservando la verdad histórica de nuestro país, simplemente llámenlo tirano

Caracas, 26 de Julio de 2022

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jueves, 21 de julio de 2022

Las horas contadas del nuevo gomecismo

Por Luis Manuel Aguana

English versión

“Los que han sido educados bajo la férula militar sucumben a la psicosis de una orden, como fuerza irresistible”

Stefan Zweig

Hoy más que nunca, los venezolanos necesitamos revisar dentro de nosotros mismos, y en nuestra manera de actuar como sociedad, escudriñando dentro de nuestro pasado, cuáles sucesos nos pueden ayudar a encontrar las respuestas de lo que nos pasa, y estimar –así sea en líneas gruesas- lo que vendrá. Eso se hace más patente en el orden político, porque el comportamiento de quienes se han sucedido una y otra vez en el poder no deja de repetirse una y otra vez, siguiendo algún patrón de comportamiento. Y que mejor manera de hacerlo que revisar en nuestra  historia de periodos disruptivos, que han representado cambios importantes para la vida del país, y que en una sucesión de eventos nos ha traído a este punto crucial donde se debate el futuro de Venezuela.

Lo que sigue es parte de la descripción que hace Rómulo Betancourt, de su primera reunión con los militares con los que posteriormente se uniría Acción Democrática para desplazar del poder el 18 de octubre de 1945, al gobierno encabezado por Isaías Medina Angarita:

“Roto el hielo -después de apagarse los ecos de la vagarosa oración perezjimeniana- conocimos detalles más concretos y precisos. Otros de los asistentes nos pintaron el cuadro de un Ejército donde no se habían realizado ni siquiera las modificaciones superficiales introducidas en la administración civil, a partir de 1936. Los métodos arbitrarios de los días de Gómez para la conducción de las Fuerzas Armadas, y la selección de Jefes y Oficiales, seguían vivos y actuantes. Y en cuanto a las finalidades mismas de la organización formada por los oficiales jóvenes del Ejército, con el nombre de “Unión Patriótica Militar”, estaban definidas en el acta por ellos suscrita. Allí declaraban de que “era hora de acabar para siempre con la incompetencia, el peculado y la mala fe que presiden los actos de nuestros gobiernos”; invocaban “la responsabilidad histórica que reclama el momento, a las juventudes del mundo”, y hacían profesión de fe democrática “declarando enfáticamente que no defendían intereses personales ni de clase y que propiciaban la formación de un Gobierno que tenga por base  el voto universal y directo de la ciudadanía venezolana, una reforma de la Constitución que sea asimismo expresión de la voluntad nacional y la creación de un Ejército verdaderamente profesional” (1) (Pág. 225).

Y más allá sigue a continuación Betancourt: “Teníamos firmes convicciones civilistas y rechazábamos por arraigadas normas doctrinarias toda clase de intervención del Ejército en la vida política del país. Pero el desarrollo dinámico de nuestra propia acción agitativa de consignas apasionadamente sentidas por el pueblo nos condujo al contacto con un numeroso grupo militar, contacto que ya se ha visto fue por ellos solicitado y por nosotros recibido por sorpresa, porque nunca pudimos imaginar que fuese tan débil el arraigo en las fuerzas armadas de un régimen jefaturado por Generales-Presidentes(1) (Pág. 226)(resaltado nuestro).

Podría resultar sorpresivo para un gran número de venezolanos poco aficionados de la historia, que los adecos -de acuerdo al relato de Betancourt- no buscaran a los militares para derrocar al gobierno antes de ese contacto realizado en la casa  del Dr. Edmundo Fernández en la noche del 6 de julio de 1945. Esto se confirma en una nota publicada relativa a la historia de conformación de la Unión Patriótica Militar, donde se indica: “Después de algunas consideraciones, los conjurados militares llegaron a la unánime conclusión que lo más conveniente era procurar asociarse con el partido Acción Democrática, dirigido por los famosos escritores Rómulo Gallegos y Andrés Eloy Blanco y cuyo secretario general, Rómulo Betancourt, tenía prestigio de aguerrido luchador revolucionario, miembro de la generación de estudiantes que en 1928 se habían alzado en contra de Gómez, y cuyos artículos diarios en El País eran leídos por ellos. Para establecer relación con Acción Democrática, se decidió que el teniente Francisco Gutiérrez hiciera contacto con su amigo Luis Beltrán Prieto Figueroa, y el teniente Horacio López Conde buscaría concertar una reunión con Rómulo Betancourt” (ver La Unión Patriótica Militar, su papel protagónico en el golpe 18 de octubre de 1945, en http://elfarodigital68.blogspot.com/2018/07/la-union-militar-patriotica.html).

De lo anterior se puede deducir entonces, que la iniciativa para el desplazamiento del poder del gobierno encabezado por Medina, no fue de los civiles sino de los militares, y que ante intereses comunes del momento histórico, decidieron emprender las acciones comunes necesarias para llegar a ese objetivo. Y no deja de llamar la atención las razones que aducen los militares para dar ese paso en su reunión con Betancourt: “un Ejército donde no se habían realizado ni siquiera las modificaciones superficiales introducidas en la administración civil...”, “Los métodos arbitrarios de los días de Gómez para la conducción de las Fuerzas Armadas…”,”la selección de Jefes y Oficiales…”, “acabar para siempre con la incompetencia, el peculado y la mala fe que presiden los actos de nuestros gobiernos”. ¿Les parece conocido? Por supuesto también éstas y otras razones adicionales fueron esgrimidas por los mismos militares para desplazar el gobierno, esta vez electo por el voto popular, de Rómulo Gallegos el 24 de noviembre de 1948.

Mucho se ha escrito en relación con ambos momentos históricos, pero a mi juicio lo que se desprende de allí es la interrogante de quien uso a quien, y cuál terminó siendo el resultado neto de algo que partió de lo militar con resultados importantes para el país en lo civil, como lo fue el proceso Constituyente de 1946-1947. En otras palabras estamos hablando DEL MISMO PROCESO cívico-militar que comienza en 1945, pero con dos hitos, uno civil y otro militar.

Por un lado, se logra un avance importantísimo en lo civil, reflejado en el sufragio universal directo y secreto, y otras importantes mejoras en los derechos civiles de los venezolanos, establecidos en la Constitución de 1947, que aunque fueron opacadas por el golpe de 1948, ya eran unas conquistas logradas y pendientes de recuperación 10 años después.

Los militares lograron por su parte, después de octubre 1945, una mejora importante en sus condiciones tal y como lo exigía la Unión Patriótica Militar, siendo un primer paso la situación social de los uniformados: “Aumentó en un 37%  los sueldos de los oficiales, en un 57% el de las tropas y en un 50% lo destinado a la alimentación de las mismas. Los suministros en productos de farmacia para la Sanidad Militar fueron aumentados en un 250%. Se destinaron 4 millones de bolívares como aporte del Estado para fortalecer la Caja de Previsión de las Fuerzas Armadas, la cual solo había recibido desde su fundación el aporte único de un millón de bolívares”. (1)(Pág. 551).

Señala Betancourt: “Demostramos visible interés en el mejoramiento profesional y técnico de las Fuerzas Armadas, pero les reconocíamos solo la función que les asignan los ordenamientos legales democráticos: la de institución de carácter profesional y técnico, subordinada al Poder Ejecutivo, sustraída a toda injerencia en la forma como se orientara la gestión política y administrativa. Actitud está enraizada en la más ortodoxa tradición bolivariana. Es del Libertador aquella frase que resume toda una doctrina de permanente vigencia: “Desgraciado el pueblo donde el hombre armado delibera”. (1) (Pag.552) (resaltado nuestro).

Y ciertamente, como rescata mi estimado amigo Alfredo Coronil Hartmann, del General Roberto Vargas a Betancourt en Ortiz: “… El 18 de octubre de 1945, fue el día en que realmente murió Juan Vicente Gómez”, en alusión a la eliminación de las reminiscencias del gomecismo en lo político y en lo militar (ver Alfredo Coronil Hartmann, 18 de octubre de 1945, en https://pararescatarelporvenir.wordpress.com/2019/10/21/el-18-de-octubre-de-1945-por-alfredo-coronil-hartmann-para-rescatar-el-porvenir/). Los militares, con una acertada conducción política, en un proceso que está lejos todavía de terminar, en esa época movieron hacia adelante el reloj de la historia de Venezuela.

Estuvo claro, incluso a pesar del golpe de 1948, que el país se había movido hacia otra era. Sin embargo, en aquella época 10 años fueron más que suficientes para macerar el regreso de la civilidad al país. Y sin entrar en el detalle de los sucesos militares que dieron origen a la caída del régimen de Marcos Pérez Jiménez en 1958, no cabe duda que de nuevo se dio curso a la unión de intereses comunes entre militares y civiles, como en 1945, para engendrar el período más largo de paz y crecimiento político, económico y social de la historia de Venezuela.

Otra vez la historia nos coloca en el medio de un nuevo gomecismo retrógrado, mucho peor que el de 1945, que animó a jóvenes militares a motorizar, un cambio que requirió de muchos períodos de convulsión política antes de estabilizarse. Y lo que sucede ahora en las Fuerzas Armadas es de lejos mucho peor que lo que ameritó el cambio político de 1945. Existirán, como antes, las ambiciones de civiles y militares que hagan abortar o retrasar los intentos de levantar la cabeza en la búsqueda de la estabilidad política. Sin embargo, lo importante es entender el proceso. Dense cuenta de que la frase del Libertador citada por Rómulo Betancourt, no tuvo vigencia real, sino 10 años luego de 1948.

Los militares, por su estructura y formación, responden a la frase de Stefan Zweig, citada al comienzo, debido a algo que les inculcan desde el principio en la médula de sus huesos: en la institución armada hay un superior que manda y un subordinado que obedece, y punto. De allí que la reunión con Betancourt del 6 de julio de 1945, quien llevara la voz cantante fuera Marcos Pérez Jiménez, así como quien presidiera la Junta Militar del golpe de 1948 fuera Carlos Delgado Chalbaud, para luego ser asesinado por las ambiciones de Pérez Jiménez porque nunca iba a poder imponerse de otra manera. Por esa misma razón, el comandante de la guarnición de Maracay, Tcnel. José Manuel Gámez Arellano, no atiende la defensa del gobierno legítimo de Gallegos, poniendo presos a quienes lo buscaron para organizar un nuevo gobierno encabezado por el Presidente del Senado Valmore Rodríguez, acatando las órdenes de los insurrectos desde el Ministerio de la Defensa. Obedecer las órdenes sin preguntar, aun cuando no provengan de una autoridad legítima. Hay que entender eso muy bien, porque de eso tenemos mucho en nuestra historia, pasada y presente.

En algún momento, -espero que sea pronto- después de 22 años de este nuevo gomecismo retrógrado, se repetirá el proceso, con nuevos actores civiles y militares, simplemente porque la historia reincide permanentemente cuando los actores no han aprendido de ella. El país no está bien y eso lo saben tanto los civiles y militares. Ojalá que las horas estén contadas para que la historia purgue de nuevo el sistema, no solo para restaurar a unas verdaderas Fuerzas Armadas en su rol original donde el Libertador las colocó, sino para restituir la institucionalidad y los derechos de un país, tal y como se hizo en 1946-1947 a través de un proceso Constituyente, reponiendo así los valores de libertad y cambio democrático que los venezolanos necesitamos urgentemente.

Caracas, 21 de Julio de 2022

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(1)   Rómulo Betancourt, Venezuela Política y Petróleo, Obras Selectas, Primera Edición 1978 en Ed. Seix Barral, S.A., ISBN 84-322-9513-2