martes, 4 de octubre de 2022

Narcosobrinos, negociación y Constituyente

Por Luis Manuel Aguana

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¿Negociar o no negociar con criminales y terroristas? La controversia de esta grave cuestión surge de nuevo desde este fin de semana pasado cuando el gobierno de los Estados Unidos decidió negociar con el régimen criminal de Nicolás Maduro Moros, un canje de prisioneros, dejando de lado la máxima según la cual no se negocia con terroristas. Fueron canjeados los 2 narcosobrinos Flores, por 7 norteamericanos detenidos ilegalmente en las mazmorras de los cuerpos de seguridad de Maduro en Venezuela.

Al salir la noticia inmediatamente se levantaron voces, nacional e internacionalmente, para condenar ese paso por parte del gobierno norteamericano, realizado por cierto sin el conocimiento del Gobierno Encargado de Juan Guaidó, lo que confirma de manera definitiva que políticamente el interinato es completamente irrelevante para los norteamericanos.

A pesar de lo escandaloso y asqueante que pueda resultar para nosotros en Venezuela esa decisión, creo que en lugar de reaccionar de buenas a primeras en contra del gobierno del único país que de una manera u otra ha sido solidario en los hechos con los venezolanos, incluso legislando a favor de la permanencia de nuestros refugiados en su país, debemos analizar fríamente la posición de ese gobierno frente a lo que está sucediendo ahora mismo en Venezuela.

No es la primera vez que los norteamericanos negocian con terroristas. De acuerdo a César Niño,  Doctor en Derecho, Profesor Asociado y Director de Investigación de la Escuela de Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Sergio Arboleda, Colombia, nos indica: Contra todos los pronósticos, Donald Trump construyó un puente de negociación con el talibán en febrero de 2020. El acuerdo estuvo guiado por incentivos, el centro de gravedad de toda negociación. Según lo acordado, el talibán se comprometió en no permitir que Al Qaeda, ISIS o ningún otro grupo extremista opere dentro de las áreas que ellos controlan. A cambio, la OTAN y Washington retiran su presencia del lugar. Se trata de una ecuación básica y de madurez de conflicto en el que las partes saben que el estancamiento mutuo es la inviabilidad de éxito de alguna de las partes y el deterioro de sus objetivos (ver César Niño, Negociar con el crimen organizado y el terrorismo, en https://www.eluniversal.com.mx/opinion/latinoamerica21/negociar-con-el-crimen-organizado-y-el-terrorismo).

¿Qué sabemos los venezolanos, más allá de lo obvio, de esa negociación cursada directamente entre el gobierno de Joe Biden y el régimen Maduro y sus delincuentes? Absolutamente nada, aparte de lo amargo de ver que unos criminales se salieron con la suya. Desde la óptica de los norteamericanos cambiaron basura por personas valiosas, y posiblemente destrabaron una negociación que les interesa a futuro por el petróleo venezolano. Eso se llama “realpolitik”; y así es que lo maneja un gobierno que no solo tiene a Venezuela dentro de su tablero de intereses globales. Es de esa manera que lo tenemos que ver, aunque nos reviente. Y eso no significa que lo sucedido me guste más que a todos quienes se encuentran molestos por esa decisión tomada al margen de la supuesta representación opositora.

El gobierno de Biden sopesó las consecuencias que esa decisión tendría en relación con el coto de caza que se abriría en contra de ciudadanos norteamericanos en todo el mundo, al punto de señalarlo en la “Declaración del Presidente Joe Biden sobre el regreso de estadounidenses detenidos injustamente en Venezuela”:“Además, el Departamento de Estado ha introducido un nuevo indicador de advertencia “D” que está diseñado para ayudar a los estadounidenses a entender que a dónde y cuándo viajen puede implicar un mayor riesgo de detención injusta, posiblemente durante largos períodos de tiempo. Si los viajeros toman la decisión de ir a pesar de esta advertencia “D”, deben saber que están incurriendo en un riesgo personal masivo y que es posible que el gobierno de los EE. UU. no pueda conseguir su liberación” (ver Declaración en https://www.state.gov/translations/spanish/declaracion-del-presidente-joe-biden-sobre-el-regreso-de-estadounidenses-detenidos-injustamente-en-venezuela/).

Pero hay algo adicional que debemos considerar. Hay límites en este tipo de movimiento cuando un gobierno negocia con grupos criminales: “… La negociación con estos actores puede ser altamente costosa si no se alcanza, en un corto tiempo, la desarticulación de la organización y la reducción de sus operaciones. La respuesta está en que la negociación es una ventana de oportunidad, ya que los actores irregulares han construido órdenes paralelos y gobernanzas criminales en los territorios que operan” (resaltado nuestro) (ver Cesar Niño, en artículo citado).

¿Qué significa esto? Que los norteamericanos están muy conscientes de las posibles consecuencias de no actuar en un corto tiempo para la desarticulación de estas estructuras criminales. ¿Conocemos los venezolanos lo que harán los norteamericanos luego de haber dado ese paso? Claramente no. Esto podría estar enmarcado en una estrategia mayor que solamente conoceremos con el tiempo. Y si no participamos, lo sabremos cuando no podamos hacer nada.

Jonathan Powell, ex jefe del gabinete de Tony Blair y negociador principal en las conversaciones de paz con Irlanda del Norte, en su libro “Hablar con los terroristas, cómo acabar con un conflicto armado”, expone lo siguiente: “Si ofrece a los terroristas una salida política, entonces la presión militar puede tener el efecto deseado, especialmente si se combina con un esfuerzo sostenido para abordar los agravios que subyacen al conflicto. Por lo tanto, la ecuación exitosa para tratar con grupos terroristas serios es combinar la presión militar con la oferta de una salida política a través de conversaciones que pueden, con el tiempo, conducir al fin del conflicto armado”… “Si concluimos que los argumentos morales en contra de hablar con terroristas no pesan más que el imperativo ético de salvar vidas, y si pensamos que los argumentos utilitaristas en contra de hablar se reducen a razones para tener cuidado con la forma en que se abordan los grupos armados, en lugar de ser argumentos en contra hacerlo en absoluto, entonces la pregunta es si hay alguna alternativa a hablar”. (1)

Powell termina concluyendo que “siempre es correcto hablar con los terroristas, incluso si no siempre es el momento adecuado para embarcarse en una negociación. Y si el grupo armado cuenta con un importante apoyo político, es muy poco probable que se pueda poner fin a un conflicto sin una negociación”… “Así que la cuestión no es si hablar con los terroristas, sino cuándo y, en particular, cómo (1) (resaltado nuestro). Y vaya que estos terroristas tienen apoyo político internacional. Vean ustedes que el “cómo” es absolutamente crucial…

La situación que nos confronta aquí es establecer la ruta correcta para abordar a los delincuentes que secuestran el poder en Venezuela y cómo hacerlo, en especial si la vía va a ser pacífica. Los norteamericanos están ensayando un camino que nos está escandalizando a todos -y está por verse si tiene éxito o no- o si forma parte de algo mucho mayor. Lo cierto es que los expertos coinciden en que cualquier movimiento pasa por negociar directamente con ellos. Y este primer paso no necesariamente nos tiene que gustar, y más aún cuando dejamos de tener a alguien creíble que represente los legítimos intereses de los venezolanos ante el gobierno norteamericano, que es el que está conduciendo esas negociaciones.

La pregunta correcta que nos debemos hacer como los principales dolientes de esta tragedia es si el paso que han dado los norteamericanos es el correcto. Creo que el primer paso en cualquier situación de secuestro con rehenes es entregar algo apreciado por los delincuentes a cambio de las vidas de los más afectados. En este caso se trató de prisioneros norteamericanos porque así era el interés de los EEUU. ¿Y nuestros intereses? Bien gracias porque NO ESTÁBAMOS ALLÍ para pelear por ellos. De allí que no sepamos si se corresponde a una estrategia articulada de mediano o largo plazo, Entonces no nos arrechemos porque soltaron a los narcosobrinos, arrechémonos porque no tuvimos vela en ese entierro de negociación por culpa de quienes tenían la responsabilidad de estar allí con los EEUU.

Queda entonces de nosotros, los venezolanos, buscar introducirnos en esa negociación con actores legítimos, para conseguir igualmente liberar a los presos políticos de aquí, con miras posteriores a negociar la liberación general del país, conjuntamente con quien si tiene la fuerza para eso. Suena grande pero absolutamente necesario. Y esa negociación debe ser, a nuestro juicio y aunque difícil, una negociación Constituyente…

Caracas, 4 de Octubre de 2022

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(1) Jonathan Powell, Talking to Terrorists, How to End an Armed Conflict, Pág. 40-41, Epub ISBN: 9781448137527, published in Great Britain in 2014 by The Bodley Head 20 Vauxhall Bridge Road, London SW1V 2SA

jueves, 29 de septiembre de 2022

Unas primarias que no son primarias

Por Luis Manuel Aguana

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Al parecer, aún persiste un conflicto a lo interno de la oposición oficial acerca de cómo realizar eso que en un principio llamaron “primarias”. De un evento convocado por los partidos políticos con la clara intención de elegir un candidato que se midiera con el régimen en el año 2024, la cosa se ha puesto difusa ante las propuestas posteriores de factores que exigen que sea la sociedad civil la que elija, a través de sus propios mecanismos y Comisiones Electorales, no solo un candidato, sino a toda la dirigencia opositora, y una vez hecho eso tal vez decidan finalmente si se medirán o no con el régimen.

¿Y entonces? ¿Son primarias o no son primarias? Si nos atenemos a la definición de los partidos, que son los que pueden participar en elecciones de acuerdo al CNE del régimen, difícilmente creo que permitan que sean otros los que dirijan ese proceso. En palabras claras para que la gente entienda, si ellos montan la fiesta, son los que deciden a quienes invitan, que se toma y qué música se toca. De otra manera, el que quiera hacer una fiesta diferente, que la monte, pero será una cosa diferente, no primarias.

Es por eso que creo que todo el mundo está confundido. Cuando la dirigente opositora María Corina Machado habla de “primarias abiertas donde participe todo el mundo” (ver Entrevista a MCM en Contrapunto.com, en https://contrapunto.com/especiales/entrevistas-ctp/maria-corina-machado-subestime-al-chavismo-y-sobreestime-a-esta-oposicion/), en buena lógica no se puede estar refiriendo a la fiesta que está montando la oposición como “primarias”, sino que debe estar hablando de otra fiesta diferente, no la que están convocando los partidos de la oposición oficial. Porque si habla de la misma, cuando dice que participara en las primarias opositoras, la probabilidad de que otros participantes distintos de los partidos decidan cuál música se pone o qué licor se toma será muy baja, con lo cual aquello de la “participación de todo el mundo” se pone cuesta arriba.

Creo que al plantear que se participara en unas primarias que no son primarias, sin manifestar que se intenta invitar a una fiesta diferente, pero sin decirlo, no envía el mensaje correcto al mundo opositor venezolano. Sí, es verdad, deseamos que los partidos políticos opositores acaben de entender que no podemos seguir hablando de escoger a un candidato para unas elecciones que irremediablemente manejara un poder electoral corrompido por el régimen. Que es necesario que la gente, el pueblo venezolano, disgustado con el comportamiento de los partidos –más de 90% de acuerdo los últimos análisis de opinión- escojan libremente a su dirigencia política y a un líder principal, NO un candidato, para definir la estrategia más idónea para salir de estos delincuentes que nos desgobiernan.

Lamentablemente, el concepto principal es que la fiesta convocada se llama PRIMARIAS y son para elegir a UN CANDIDATO PRESIDENCIAL de la oposición para unas elecciones presidenciales. Y el partido que gane esas primarias será el que dirija la fiesta siguiente. Me encantaría que fuera otra cosa a la que nos estuvieran invitando, y que tuviera un objetivo diferente. Pero no es así. La fiesta es esa y punto. Cualquier confusión no tiene cabida.

Algunos personajes de la sociedad civil creen de manera ingenua –aunque insisto, no existen ingenuidades en política, o pendejos que las acepten- que la sociedad civil debe involucrarse en ese proceso, incluso proponiendo nombres honorables no partidistas para una Comisión Electoral, o impulsando la participación masiva de la población a esas elecciones en el 2024. Nada más lejano a la realidad. Cuando la fiesta es de los partidos, por más personajes honorables que pongan al frente, ellos terminan decidiendo lo que se hace y lo que no se hace en la fiesta, ya bien sea porque son ellos los que determinan al candidato más conveniente de acuerdo a un plan preestablecido (tal vez con el régimen), o simplemente porque ponen los reales para que la fiesta se realice.

Pero lo más importante aquí no es tanto que se plantee una confusión de fiestas, sino el para qué es necesario que la sociedad civil monte una fiesta DIFERENTE. Somos más del 90% los venezolanos que de ninguna manera nos sentimos representados por los convocantes y participantes de esas “primarias”. De allí que busquen desesperadamente la mayor proporción posible de honorabilidad en quienes participen en cualquiera de los roles de ese proceso, para inyectarle una legitimidad de la que carece desde hace mucho tiempo.

Los opositores venezolanos necesitamos desesperadamente un interlocutor válido y legítimo que nos represente ante el mundo. Y lo que tenemos con la representación del G4 con un Gobierno Encargado que ha demostrado incompetencia y corrupción, que ya no representa a nadie, hace aguas por todos lados. Y eso es lo único que tienen los países para entenderse con quienes nos oponemos al régimen delincuencial que maneja el poder en Venezuela. Y esa pseudo oposición requiere un cambio urgente al haber demostrado en 22 años, bajo todo respecto, su incompetencia para dirigir el destino opositor venezolano. ¡De eso es lo que se trata finalmente! Y es por eso la insistencia de los partidos de la oposición oficial de tratar de ponerle oxígeno a un muerto en avanzado estado de descomposición, porque el pueblo venezolano dejo de creer en ellos.

¿Qué nos queda entonces? O nos organizamos desde la sociedad civil para montar una fiesta diferente, donde decidamos libremente un liderazgo alternativo sin pasar por una alcabala de primarias, o como hemos impulsado nosotros desde ANCO hace años, que ese liderazgo alternativo salga de las entrañas de la población a través de la representación legítima del pueblo venezolano en un proceso Constituyente de carácter Originario, y que este a la vez decida el destino del régimen. Dos pájaros en un solo tiro.

Para que esto último suceda deberán producirse antes unas condiciones especiales que ya hemos explicado con anterioridad (ver Una Constituyente con el régimen, en https://ticsddhh.blogspot.com/2022/05/una-constituyente-con-el-regimen.html) y que es necesario que el país conozca. Ambas alternativas no son excluyentes, y polarizan con un proceso de primarias a todas luces rechazado por la población. La única manera de comenzar a salir de este régimen es llamado a las cosas por su nombre, sin esconder su significado. Las primarias son lo que son: la ruta opositora para perpetuar al régimen…

Caracas, 29 de septiembre de 2022

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jueves, 22 de septiembre de 2022

La desaparición de la política en Venezuela

Por Luis Manuel Aguana

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Siempre he señalado en mis notas, que las opiniones que expongo en este blog son las mías, no las de las organizaciones a las que pertenezco, o más bien en las que hago causa común con destacados venezolanos, a los que me uní en algún momento para empujar ideas comunes o un proyecto que consideramos importante para el futuro de Venezuela. La aclaratoria es válida, por lo que voy a decir a continuación.

Cuando digo el futuro de Venezuela, me estoy refiriendo al de su juventud, de quienes serán los que construyan sobre los escombros que nos deje esta tiranía, porque a estas alturas no lo puedo decir por mí, ni por quienes hemos invertido nuestros últimos años productivos luchando en contra de la destrucción que han hecho de nuestro país. Llevo en la práctica 20 años dedicados a las luchas de la sociedad civil –desde 2002- cuando, siendo alto ejecutivo  de una empresa del Estado, fui despedido por razones políticas. Nunca había sido despedido de ningún lugar porque, sin falsas modestias, siempre fui, si no el mejor, uno de los mejores en lo que hacía.

Siempre he comentado que en lo personal soy un ejecutivo entrenado (estudié también para eso) y en tal condición he creído que quien se haga cargo de este país no solo puede ser un individuo cargado de buenas intenciones. Tiene que saber hacer algo muy bien, no solo en su campo, sino en la vida. Tiene que ser un profesional calificado y haber tenido un trabajo en cualquier área –a mi juicio por lo menos 20 años continuos- y haber tenido jefes que lo hayan supervisado, y de preferencia, haber alguna vez en su vida pagado una nómina propia, porque eso da la perspectiva real de una responsabilidad sobre otros, ya que en el peor de los casos, si las cosas van mal, debes sacarlo de tus propios bolsillos.

Fue en esos 20 años, cuando por vez primera conocí personalmente a un político, más allá de verlo por televisión como todo el mundo, he ido separando la paja del trigo, tratando de entender las motivaciones que los mueven. Y en todos los casos, invariablemente, siempre mostraron, por el lado de afuera, un interés por lo que nos pase a los venezolanos. Y es claro que en la práctica no resulta así, lo que hace que debas mirar muy de cerca antes de confiar en nadie, porque en la práctica se cumple, en la gran mayoría de ellos, que lo que buscan es posicionarse por encima de todos y de todo, en una posición de poder.

¡Pero cuidado! Una vez que lo tiene, lo que lo guía para aplicarlo mal, regular o bien dependerá de su propio cuadro de valores personales (en casi todos los casos desconocidos) y de su disposición (no comprobada) a desear el bienestar de otros, y no a disfrutar para sí mismo de lo que viene con ese poder (siempre a comprobar). Esto sin contar si, como dije antes, sabe hacer algo que en su experiencia pueda exitosamente aplicar a esa labor.

Nada fácil, ¿verdad?  Si metemos a todos los políticos que conocemos actualmente (claro está, con sus siempre contadas excepciones) en una licuadora, difícilmente tendremos una calidad mínima que asemeje en algo la de aquellos que fundaron lo que hoy llamamos “nuestra nacionalidad”. Eso me causó mucha tristeza al conocerlos más de cerca, e hizo afianzarme en un universo más amplio como el de la sociedad civil, que como sabemos, también tiene sus propias dificultades.

En esta situación de inversión de valores personales y republicanos, mal podríamos “escoger” para que “nos represente” a un político actual por la etiqueta que presentan, como pretenden hacerlo en la oposición oficial, en un proceso de “primarias”, y menos aún si se trata de un reducido número de personas, conocidas solo por sus declaraciones públicas, golpes de pecho por el país, o porque simplemente son promovidos por unos partidos que perdieron toda la credibilidad ante los venezolanos.

En este punto, los rabiosos acusadores de la “anti política” deben estar friéndome en un sartén. Y ese es el problema. En Venezuela ya se perdió el concepto de política. La palabra excelsa de los clásicos que vincula las relaciones de poder entre los individuos, y que apunta a la genuina preocupación por otros, como bien indicaba Savater, ya no existe en la Venezuela del régimen. Llegó el punto grave en que nadie –y menos estos pseudo políticos- se preocupan por otro que no sea ellos mismos. Les dimos el mandato en una Consulta Popular en diciembre de 2020 de acabar con la usurpación, y ahora, a quien le encargamos la principal responsabilidad de esa tarea, se va a medir en primarias para unas elecciones con un régimen que una vez desconoció. ¡Joder!, dirían los españoles…

Entonces la cosa es grave, compleja y muy profunda. Y en el medio del camino, algunos más vivos, buscando ganancia de río revuelto, tratan de involucrar personalidades consideradas honorables para que se constituyan en una Comisión Electoral de primarias, como para que la gente diga que ese proceso será limpio, en una suerte de revestimiento moral para aquellos que serían electos. En otras palabras, si estos que son considerados honorables, se prestan para ese proceso, que ya de por sí tiene un olor nauseabundo, entonces los precandidatos deberán ser “honorables” también. Mala transitividad…

A estas alturas los supuestos integrantes de la Comisión Electoral propuesta para esas primarias deberían estar desmarcándose de ese despropósito electorero, salvo que sean lamentablemente parte de la estafa, por lo que claramente no calificarían como honorables. Pero lo grave del ardid no es haberse adelantado a asomar algún nombre honorable. No. Lo grave es tratar de cubrir con eso la debilidad intrínseca de un proceso que no se sostiene, porque insiste en atribuirse la representación de los venezolanos, cuando los partidos, y en especial los opositores, dejaron de tenerla. De acuerdo al Estudio CATI Verdad Venezuela del 20 al 22 de agosto de 2022, de la Encuestadora MEGANÁLISIS, solo el 3,5% de los venezolanos milita en algún partido político de la oposición, el 6,1% milita en el partido del régimen, dejando el 90,4% independiente (ver Encuesta Meganálisis, agosto de 2022, en https://t.co/cSd3BVdBHo).

No puede ser que más del 90% de los venezolanos le den la espalda a quienes dicen hacer  política. Al no existir esa conexión, entonces no están haciendo política, sino otra cosa muy diferente y los ciudadanos lo perciben muy claramente. Lo que resta entonces es convocar a todos los venezolanos a recuperar la política, rescatar la representación que implica la política a través de los partidos, a reinstitucionalizar la República. En otras palabras, a REFUNDAR LA NACIÓN. Y eso es lo que intento permanentemente transmitirles a los venezolanos. No es posible seguir transitando una vía electoral porque para que eso sea posible se requiere que exista, en su mejor acepción, la política, los políticos y los partidos con P mayúscula, y estos, como hemos visto y medido, ya desaparecieron de Venezuela. Y cuando eso pasa hay que comenzar todo desde cero. En consecuencia, es hora de convocar al Constituyente…

Caracas, 22 de septiembre de 2022

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sábado, 17 de septiembre de 2022

ANCO, el porqué y el para qué de una Constituyente

Por Luis Manuel Aguana

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Intervención en el Foro sobre “Liderazgos naturales y la Constituyente Originaria”, auspiciado por la asociación Fuerza Ciudadana en Acción, en Caracas, 16 de septiembre de 2022

Buenos días. En primer lugar, agradezco a Luis Márquez y a Fuerza Ciudadana en Acción, por esta invitación para compartir con ustedes en ocasión de un tema que nos concierne a todos. Pero el tema no debería ser “la Constituyente”. Y ustedes se sorprenderán del porqué afirmo eso. Después de todos estos años todavía me llama la atención de que el centro del debate sea ese. Nunca he escuchado a nadie preguntarse cuál es la razón, el porqué y para qué insistimos en la convocatoria del Poder Originario. Y está claro para todos que una Constituyente tiene, entre otros, el objetivo de redactar un nuevo texto Constitucional. Pero más allá de eso, nadie pregunta por qué o para qué queremos hacer eso.

Y es por allí que deseo empezar esta conversación. Por el porqué y el para qué. Después ustedes verán si esas motivaciones son ilusas, descabelladas o peor aún sin fundamento.

En estos días publiqué una nota, que recomiendo se lean. La titulé “El Cambio fundamental” (ver El Cambio fundamental, en https://ticsddhh.blogspot.com/2022/08/el-cambio-fundamental.html) porque sentí que en el afán de tratar de explicar toda la complejidad que implicaba nuestra propuesta de cambio estructural del sistema de relaciones de poder en el Estado, debía comenzar por explicar cuál era la principal modificación a realizar. Y esa no es otra que en la concepción que hemos tenido del cómo se deben plantear las relaciones que se estructuran en el Pacto entre quienes nos gobiernan y nosotros, los gobernados, en una Constitución. Porque es en la esencia de ese Pacto donde se encuentra, a nuestro juicio, el gran problema de los venezolanos.

Partiendo de la “Constitución del Estado de Venezuela del 24 de septiembre de 1830”, que así era como se titulaba el texto fundamental de nuestro país aprobado luego de la separación de Venezuela de la Gran Colombia, hasta nuestros días, la estructura del poder aplicada a la Constitución ha sido la misma: hay una definición mínima de los Poderes Públicos: Ejecutivo, Legislativo y Judicial –en esta última de 1999 hay 5- con delegación al Poder Ejecutivo de la Administración de la Hacienda Pública Nacional y las Fuerzas Armadas, con los controles correspondientes delegados al Poder Legislativo.

Y la Constitución no es otra cosa que la materialización, por escrito y en blanco y negro, de ese Pacto. Fue a través de ese Pacto que los venezolanos decidimos y pusimos en blanco y negro en 1811 las reglas según las cuales se regiría un nuevo país independiente, parido por representantes de las 7 Provincias que constituían la Capitanía General de Venezuela.

Pero yo no deseo irme tan atrás porque implicaría una explicación más larga y el sueño destruido de Simón Bolívar con la Gran Colombia. Quiero comenzar con el origen de Venezuela como República, separada como hermanos siameses, de Colombia y el resto de los territorios liberados por El Libertador.

Desde la primera Constitución venezolana de 1830, luego de nuestra separación de la Gran Colombia, los venezolanos hemos definido en nuestro Pacto fundamental que sería el Presidente de la República, como cabeza del Poder Ejecutivo, el que centralizara el poder de las armas y el dinero de todos los venezolanos, bajo su dominio y administración. Ese es el sistema que nos hemos dado desde el principio de los tiempos republicanos. Pero ese arreglo tiene un defecto estructural: nuestro bienestar depende altamente de la eficiencia y las intenciones –malas o buenas- de quienes ocupan la única posición de poder en el país. O dicho de otra manera, la regla establecida en todos nuestros Pactos fundamentales entre gobernados y gobernantes, le entrega a quienes nos gobiernan en el Poder Ejecutivo, la patente de corso de hacer lo que les venga en gana con lo que es de todos.

Ese arreglo hace que todo el mundo político busque esa posición. Que toda la estructura política que se organice en el país gire en torno a conseguir esa posición privilegiada. El Presidente de la República -en la práctica- se hace dueño de Venezuela. Y ustedes me dirán: ¡pero eso no es así! ¡Existen los contrapesos institucionales! Están los Poderes Legislativo y Judicial, ¡el Presidente no puede hacer lo que le de la gana! Pero en Venezuela lo ha hecho y no de ahora, sino desde que somos República. El sistema de relaciones de poder no ha funcionado eficientemente y lamentablemente en toda nuestra historia, estos mecanismos definidos como tales en el Pacto Fundamental, la Constitución, no han sido lo suficientemente eficientes para evitar los desmanes de quienes han ocupado el poder en Venezuela.

No ha existido nunca un equilibrio entre los Poderes Públicos, ocasionando que quienes han ejercido el Poder Ejecutivo, hayan tenido permanentemente una influencia perniciosa en la administración de lo que es de todos, trayendo como consecuencia subdesarrollo y pobreza, y últimamente destrucción institucional del Estado y éxodo masivo de la población. No hemos podido evitar que quienes controlen ese Poder definido en el Pacto fundamental corrompan el resto de los Poderes, así estén definidos 5 como están establecidos en Venezuela en nuestra actual Constitución. Y a las pruebas me remito: un Poder Electoral corrupto y subrogado al régimen no nos ha permitido salir pacíficamente de esta grave situación.

En la Constitución de 1925 aparece por vez primera la figura de algo que consideramos completamente decimonónico, injusto y perjudicial para los ciudadanos: el Situado Constitucional. La aparición de esta figura coincide con los años iniciales de la producción petrolera en la Venezuela de Juan Vicente Gómez. ¿Y por qué? Porque toda esa riqueza debía ser distribuida de alguna manera formalmente en la población. La última revisión de ese arreglo que define los ingresos de los Estados del país está establecido en el Artículo 167.4 de la Constitución de 1999, que dice y cito: “… El Situado es una Partida equivalente a un máximo del Veinte por ciento del total de los Ingresos Estimados anualmente por el Fisco Nacional…”. Fin de la cita.

Poca gente se pasea por el hecho de que esa parte del Pacto es completamente perjudicial para nosotros,  los ciudadanos, favoreciendo claramente a quienes llegan a ejercer el poder en Venezuela. En el año 2016 solo el 3,67% del presupuesto Nacional fue a parar a los Municipios del país, y el 14,71% fue para la administración de los Estados, reservándose el Ejecutivo Nacional el 81,61%. Y unas cifras semejantes se han repetido durante más de 60 años, los 40 del Pacto de Punto Fijo y los más de 20 del castro-chavismo-madurismo. Díganme ustedes si todos los Alcaldes de Venezuela pueden hacer algo con 3, 67% del ingreso del país para mejorar la calidad de la vida cotidiana de sus ciudadanos, esto es, agua, luz, seguridad, transporte público, mantenimiento escolar, etc., etc., etc..

Pero lo peor no es que los Municipios, que es donde realizan su vida los ciudadanos, no tengan con que hacerle frente a las cada vez mayores necesidades que demanda la población. Lo peor es que más del 80% del dinero se encuentre a la discreción de un puñado de políticos que se hacen ricos y hacen ricos a quienes les dé la gana, decidiendo en que parte del territorio se invierte lo que es de todos. Ese Pacto no es de ninguna manera equilibrado. Es por esta razón por la que Chávez, Maduro y su entorno se llevaron la riqueza del país, arruinándonos a todos. Y la razón por la cual los partidos se matan entre ellos para estar en su misma situación.

De lo anterior podemos inferir que un Pacto de semejante naturaleza debe ser cambiado a la brevedad posible. El poder debe ser despiezado y entregado a los ciudadanos, volteando profundamente la pirámide del poder en Venezuela.

Los partidos políticos, que debieran ser los principales agentes modificadores de esta situación, no están interesados en cambiar de ninguna manera el sistema de relaciones de Poder establecido en la Constitución. Son usufructuarios de ese sistema. Los ciudadanos nos encontramos entonces en lo que yo llamo un estado de indefensión Constitucional.

Pero por si fuera poco el desequilibrio existente en las cuentas constitucionales, un estudio realizado en el año 2006 por Primer Poder, Asociación Civil, (https://www.facebook.com/PrimerPoderAC/) titulado “El Estado Plural”, encontró que, y cito: El Presidente de la República entre 1958 y 1998 tenía responsabilidad directa sobre más del 80% de las Políticas de Estado y sus respectivas áreas operativas de control y servicio. Todas sumaban 230 de las 279 responsabilidades que correspondían al Estado Nacional. Sin olvidar un total de unas 500 empresas e institutos autónomos bajo la tutela presidencial. A partir de 1999 el régimen castro-chavista trasladó paulatinamente el control absoluto del Presidente sobre el 100% de las responsabilidades estatales agregando otras 22 para totalizar 317. Es decir. Una sola persona tiene la responsabilidad directa sobre el diseño de 103 áreas de políticas de Estado; más 105 áreas del controles estatales y 109 áreas de servicios estatales. Sin olvidar un total de unas 5.000 empresas e institutos autónomos bajo la tutela presidencial (10 veces el estimado de 1998)”. Fin de la cita.

Ese apoderamiento del Poder Ejecutivo, de la vida de la Nación y de todos nosotros, los ciudadanos, es lo que hay que cambiar URGENTEMENTE en Venezuela. Y la ÚNICA manera de hacerlo es convocando a quien Constitucionalmente puede lograrlo que no es otro que el Pueblo de Venezuela a través de un mecanismo establecido en la Constitución de 1999, una Asamblea Nacional Constituyente de carácter Originario.

Hasta ahora hemos definido entonces el porqué queremos esa Asamblea Nacional Constituyente. Veamos ahora el para qué.

Al establecer una nueva relación de Poder en el Pacto, donde se coloque al Poder Ejecutivo en un lugar verdadero de representación de los ciudadanos, implica que ese 80% deberá ir a los Estados y Municipios, pero principalmente a los Municipios, dentro de una nueva propuesta de distribución político-territorial. Más para los Municipios, luego a los Estados y luego al Poder Federal. En ese orden. Se desaparecería la figura del Situado Constitucional, porque serían los Estados, ahora en contrario, quienes decidan el aporte para el sostenimiento de un Gobierno Federal, asumiendo en la práctica el control de su desarrollo, de acuerdo a sus propias potencialidades. Esto es lo que he llamado la inversión de la pirámide del Poder en Venezuela.

Los Estados establecerían el modelo de desarrollo que más les convenga de acuerdo a su perfil económico, histórico y cultural, y esto deberá estar plasmado en la propia Constitución del Estado, que deberá ser aprobada por su población, luego de sancionarse el cambio trascendental que proponemos en una verdadera Constitución Federal para Venezuela. Eso es lo que ANCO en esencia plantea en su propuesta El Gran Cambio (ver El Gran Cambio, Una propuesta para la Refundación de Venezuela, en https://tinyurl.com/5n6enjrr).

Pero los cambios propuestos van más allá: la actualización y reorganización político-territorial de los Municipios, la recomposición de territorial de las capitales de los Estados, comenzando por la capital de Venezuela, Caracas, y sugerencias propuestas para el modelo de desarrollo de los Estados. Todo esto está contenido en la obra del Coordinador Nacional de ANCO, el Ing. Enrique Colmenares Finol, titulada “El Delirio Manifiesto, Venezuela, Política, Región y Ciudadanía (1). No existe hasta ahora ninguna otra propuesta estructurada de cambio político-territorial del país de esa envergadura, lo que demuestra la seriedad del planteamiento político hecho por ANCO a los venezolanos.

Nadie en Venezuela está preparado para estos cambios, pero eso no significa que no sean posibles. No estamos planteando un programa de gobierno como cualquier partido político. NO. Estamos planteando una nueva estructura de relaciones de poder y desarrollo para los venezolanos, y establecerla en nuestro Pacto fundamental, puesto en blanco y negro en la Constitución. Y una vez que el Constituyente la haya aprobado, entonces será cuando comenzará el trabajo de construcción de una nueva Venezuela. Nos vamos a equivocar, como cualquiera que comienza una nueva manera de hacer las cosas. Pero la creatividad y el empuje del pueblo venezolano se pondrán por encima de ese estado de indefensión constitucional y ciudadana, al que nos han sometido por casi dos siglos. Ese es nuestro reto…

Muchísimas gracias.

Caracas, 16 de septiembre de 2022

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(1)   Enrique Colmenares Finol, Mi Delirio Manifiesto, Venezuela, Política, Región y Ciudadanía, Ed. Punto, ISBN 9789807801096, 2018

jueves, 15 de septiembre de 2022

Ideologización Constituyente

Por Luis Manuel Aguana

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Ha surgido desde hace algún tiempo una suerte de fobia “anti-Constituyente” en Latinoamérica, como consecuencia de la convocatoria a los pueblos para la revisión de sus Pactos fundamentales. Estas convocatorias han sido utilizadas de manera perniciosa por la izquierda internacional como un mecanismo para imponer un cambio ideológico socialista que no pudieron imponer por otros medios, incluida la insurrección armada. Esta moda, si así podemos llamarla, de convocar al dueño de la soberanía con esos fines, ha ocasionado un temor adicional a los ya conocidos, en contra de convocar al Constituyente, para abordar una discusión de fondo en el desarrollo de los países que en muchos casos, incluido el venezolano, es muy necesaria.

Cada país deberá evaluar, según su realidad, si es necesaria una convocatoria Constituyente o no, que a mi juicio solo debe ser aplicada cuando los cambios sean de una magnitud tal que impliquen la necesaria convocatoria de todos los representantes legítimos de un país.

Sin embargo, desde el punto de vista estrictamente teórico y Constitucional, es importante revisar la opinión de los constitucionalistas sobre cómo se llega a un proceso como este. De una conferencia realizada en abril de 2021 sobre el proceso constituyente chileno, el Dr. Roberto Viciano Pastor, Director del Doctorado en Derecho Constitucional de la Universidad Mayor de San Andrés, La Paz, Bolivia, y Coordinador General del Observatorio Latinoamericano sobre el proceso Constituyente de Chile, explica lo siguiente:

“Los procesos constituyentes han surgido en América Latina, como también en otras partes del mundo, cuando aparece una importante crisis social. Si no hay una importante crisis social ningún Estado, ningún país se introduce en una zona delicada, en una zona en la cual es inestable, por definición, como es la de definir de nuevo las reglas de funcionamiento del Estado, de la economía, de la sociedad, etc., etc... Por lo tanto, esta es la última “ratio regis”, la última opción que queda para intentar resolver los problemas del país. Primero se intentan resolver de otras muchas maneras. Pero cuando ya no hay otra fórmula, al final los países se ven abocados a activar procesos constituyentes” (ver Procesos Constituyentes en América Latina desde la perspectiva comparatista, en https://www.elmostrador.cl/tv/2021/04/16/en-vivo-procesos-constituyentes-en-america-latina-desde-la-perspectiva-comparatista/, min 15:55) (resaltado nuestro).

¿Existía una crisis social en Chile, un país con los mejores indicadores de bienestar económico y calidad de vida de América Latina, que ameritara reunir al Constituyente? ¿O fue esta más bien una crisis inducida artificial e ideológicamente?

De acuerdo al Dr. Roberto Viciano Pastor en su conferencia, ningún país se introduce en una zona delicada e inestable si no hay una crisis social importante. ¿Cómo podía existir una “crisis importante” en un país que encabezaba y todavía encabeza los resultados del Índice de Desarrollo Humano (IDH) de Latinoamérica para el 2021? Al contrario de Chile, el IDH de Venezuela se va al foso en caída libre desde 1990 hasta el 2021, último año de la muestra (ver Índice de Desarrollo Humano-IDH en América Latina – 1990-2021, en https://youtu.be/cZDVSC4YYVE).

“El índice de desarrollo humano (IDH) es un indicador, elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que se utiliza para clasificar a los países en tres niveles de desarrollo humano. El índice está compuesto por la esperanza de vida, la educación (tasa de alfabetización, tasa bruta de matriculación en diferentes niveles y asistencia neta) e indicadores de ingreso per cápita. Un país obtiene un IDH más alto cuando la esperanza de vida es mayor, el nivel de educación es mayor y el ingreso nacional bruto INB (PPA) per cápita es mayor” (ver Índice de Desarrollo Humano, en  https://es.wikipedia.org/wiki/%C3%8Dndice_de_desarrollo_humano).

De los 20 países latinoamericanos medidos de 1990 a 2021, Chile está en el puesto No. 1 (nunca bajando del segundo lugar) para junio de 2021 (0,848 puntos), ocupando Venezuela el puesto No. 18 y en descenso (0,659 puntos), dos puestos antes de Haití, que le corresponde el último lugar. Al juzgar esos 30 años de medición de este indicador de desarrollo, si algún país necesita con urgencia revisar las instituciones y su sistema político a través de un proceso Constituyente, es Venezuela, no Chile. Y aun así, los chilenos rechazaron el esperpento jurídico propuesto para entrar a la órbita socialista.

Sin embargo, los pueblos también se equivocan. El pueblo chileno se equivocó al aprobar ir a una constituyente sin necesidad, por un espejismo creado por la violencia inducida por los radicales de la izquierda, siendo un país en pleno desarrollo. Lamentablemente, la conducción política no estuvo a la altura, como si lo estuvo el propio pueblo chileno al rechazar la bazofia retrógrada que se le presentó a su aprobación el 4 de septiembre de 2022.

El pueblo venezolano se equivocó también al deslumbrarse con el golpista de 1992, comprando como oro lo que era de latón. Venezuela atravesaba a comienzos de la década de 1990 por un importante cambio en su crecimiento económico que de ningún modo justificaba la propuesta de cambio Constitucional presentada posteriormente por el golpista: “… en 1990 el crecimiento fue del 6,47% y en 1991 de un espectacular 9,73%.  Era un despegue. La inflación también se comenzó a controlar, y bajó al 40,6% en 1990 y al 34,20% en 1991. El fisco comenzó a tener superávit en 1990 y el volumen de las inversiones, por decirlo en términos muy amplios, se duplicó” (ver Prodavinci, CAP, el hombre que se inventó a sí mismo (IV), en https://prodavinci.com/cap-el-hombre-que-se-invento-a-si-mismo-iv-y-ultima-parte/). Sin embargo, el pueblo le dio la espalda a la clase política aprobando la convocatoria a una Constituyente que produjo una nueva Constitución que agravó posteriormente las distorsiones, al punto que aún no salimos del problema.

En ambos casos los pueblos decidieron su destino. Chile, impidiendo un cambio suicida en 2022, y Venezuela, cayendo de manera ingenua en 1999 en el engaño de un arañero de Sabaneta de Barinas. Pero aún podemos revertir esa situación, por más grave que parezca, utilizando cuidadosamente la misma herramienta constitucional, pero teniendo en cuenta algunos factores importantes. Veamos.

El hecho de que una mayoría ideológicamente definida tome control de un proceso constituyente es una contradicción en sí misma al concepto Constituyente, convocado para definir entre todos los que conforman una Nación, un nuevo Pacto entre gobernados y gobernantes. De allí que un Pacto establecido en esas condiciones no pueda ser sostenido porque una mayoría se monta por encima de una minoría, haciendo que ese acuerdo no sea sostenible en el largo plazo.

Y esto no quiere decir que no deban existir factores que impulsen cualquier ideología dentro de un proceso de esa naturaleza, sino que la representación de todos ellos debe garantizarse proporcionalmente, haciendo que las decisiones que en definitiva tome el Constituyente reunido, pase necesariamente por la aprobación de una mayoría calificada. Y esto debe definirse cuando se establecen las bases del juego para la participación y elección del Constituyente. En Venezuela esas reglas las llamamos Bases Comiciales, o reglas para la convocatoria y participación política de los factores. Las Bases Comiciales sugeridas por ANCO, no solo convocan a los partidos políticos, sino fundamentalmente a la Sociedad Civil en todos los sectores.

Pero adicionalmente, en este punto, el Dr. Roberto Viciano Pastor, en la conferencia arriba señalada, introduce una sugerencia importante para evitar la imposición de las mayorías ideológicas: “Por tanto, yo creo que todo esto nos debe hacer reflexionar a los constitucionalistas sobre la necesidad de colocar frenos constitucionales a las mayorías políticas desmesuradas. Es decir, yo creo que debemos plantearnos que aunque un partido pueda tener 2/3 en una Asamblea, no creo que sea bueno que tenga 2/3 en la Asamblea. Puede gobernar perfectamente y ampliamente con un 40% de los escaños, colocándole una especie de tope, porque cuando dejamos que en un momento dado histórico se produzca una acumulación fuerte de voto popular en una opción política estamos prácticamente conduciendo a una situación de inexistencia de controles sobre el poder político. Hay que analizar y aprender de lo que ha pasado” (min 1:03:00).

En otras palabras, las Bases Comiciales deben introducir una limitación a la primera mayoría del Constituyente, a un tope máximo del 40%, dejando las decisiones de aprobación a los 2/3 (mayoría calificada) de los asambleístas electos proporcionalmente. Tal vez si esta sugerencia se hubiera tomado en cuenta para la Constituyente chilena, el proyecto presentado al pueblo de Chile hubiera presentado mayor calidad de contenido, en primer lugar porque no se hubieran podido imponer en su texto las ideologías mayoritarias, especialmente las de género.

Creo que el pueblo venezolano ha ido culturizándose e informándose cada vez más en relación con la propuesta Constituyente, pero todavía falta mucho. Es un tema de aproximaciones sucesivas. El pueblo chileno rechazó un proyecto de texto constitucional contrario a sus intereses, eso es lo más importante. Un pueblo culto e informado nunca podrá ser engañado a pesar de la cada vez mayor agresividad ideológica de quienes son capaces de incendiar un país con tal de poner las manos en el poder. Esos son los que nunca pasarán…

Caracas, 15 de septiembre de 2022

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