Por Luis Manuel Aguana
De Rafael Gallegos Ortiz, rescato las siguientes líneas: “La copla al alzado Joaquín Crespo de su
subalterno Narciso Camero, se baja del rocinante y retrata a cuerpo entero –sin
enjalma y hasta sin ropa interior- a tantos políticos venezolanos de ayer y de
hoy y quisiera Dios que no de mañana: Hombre que tiene talento / brinca pa’lante
y pa’trás, / y como yo no lo tengo, / brinco pa’lante no más…” (1).
Que increíble que desde el tiempo de Joaquín Crespo a esta
parte, aún esta copla retrate todavía con descarnada exactitud a la clase política
venezolana. Los que tienen talento giran y giran en torno a múltiples maneras
de hacer las cosas, van “pa’lante” y “pa’tras” sin decidirse nunca porque
estudian todas las opciones; y aquellos que no lo tienen simplemente van “pa’lante”
porque no les queda otra alternativa.
No en vano Paulo Freire, quien fuera uno de los educadores y
filósofos más influyentes de Brasil y Latinoamérica, indicaba: “El
problema de América latina, es que mientras el sabio duda, la ignorancia
actúa”. Entonces la lección aquí, desde Cipriano Castro hasta nuestros
días, es que debemos tener cierta dosis de audacia y brincar “pa’lante” y
actuar aunque dudemos, así no tengamos todos los elementos en las manos.
Ese accionar del ignorante tiene hondas raíces en nuestra
cultura. Explica a Chávez y mucho de lo que nos está pasando, entre otras cosas
porque la gente necesita respuestas inmediatas y los problemas son complejos.
El Proyecto País Venezuela no es un compendio de todas las respuestas. Pero es el
primer paso para discutir entre todos el país que queremos. No es una verdad
incontrovertible, ni un dogma; es un sueño, es la maqueta de una nueva casa para
vivir que ponemos a la orden del país para discutirla. Una vez discutida
entonces vendrá la segunda parte de esta historia que no es otra cosa de
fajarnos a construirla entre todos.
Algunos creen que allí se debería hablar de economía o “de que
va a vivir el país”, cometiendo el error de pensar que el Proyecto es un
programa de gobierno. Primero deben existir los cimientos de la casa, la
disposición primaria de las cosas, la estructura política fundamental donde se
van a desenvolver los actores sociales. Esa estructura en la actualidad está
severamente dañada y es por eso que la casa se nos está cayendo encima, haciéndose
necesario hacer otra con urgencia. Para eso es la Asamblea Nacional Constituyente.
La economía que se desarrolle en esa casa, luego de construida, dependerá de esas
definiciones fundamentales, como por ejemplo la primacía de las libertades
políticas (ver La Primacía de las Libertades Políticas, en http://ticsddhh.blogspot.com/2015/07/la-primacia-de-las-libertades-politicas.html).
Pero en un país lleno de necesidades como el nuestro, no de
ahora sino de siempre, las decisiones se han tomado sin pensar, porque siempre
hay algo urgente que resolver. Antes lo eran las necesidades agobiantes de un
pueblo al que nunca le han cumplido, aun teniendo con que hacerlo, y ahora –de nuevo-
sufriendo ese mismo problema solo que agravado exponencialmente y sin tener con
que hacerlo. Y si no pensamos agravamos más sus necesidades.
Y en ese escenario de urgencias llegan unos locos soñadores a
decir que “hay que cambiarlo todo” con una Constituyente. Por eso es que nos
gana siempre el que “brinca pa’lante no
más”. Y lo duro de la realidad es que hay que cambiarlo todo. No solo un
cambio sino un Gran Cambio,
un cambio tan grande que incluya cambiarnos a nosotros mismos. ¿Será posible
hacerlo en la Venezuela de hoy? Tendremos que hacerlo si queremos salir de esta
pesadilla interminable. Demasiada ignorancia de lado y lado. Demasiada mala
calidad en la dirigencia. Pero esa ignorancia y mala calidad actúa como efectivamente lo padecemos, porque
nadie que tenga Poder se lo dejará arrebatar y menos por alguien que proponga
algo nuevo. Y es por eso que debemos actuar, haciendo un balance entre lo que
tenemos, aunque no esté completo, y las consecuencias de no actuar ya.
De una hermosa película que vi hace poco me encantaron unas
frases que sentí significativas en el grave contexto de lo que nos pasa en
Venezuela: Hay dos lobos que siempre
están peleándose, uno es oscuridad y desesperación, el otro es luz y esperanza.
¿Qué lobo gana? Al que le das de comer…Hemos alimentado el lobo de la
oscuridad y la desesperación desde que estos delincuentes se apoderaron de
Venezuela. Ya es hora de empezar a alimentar al otro lobo, el de la luz y la
esperanza. Pero eso no es fácil.
Requiere de hacer un esfuerzo adicional. Requiere de darles
una oportunidad a otras personas que salen nuevas al escenario político con
propuestas alternativas, más allá de apoyar lo mismo de siempre. Requiere de
preguntar, de indagar qué es lo que proponen, de ir a su encuentro y de convencerse.
De leer y averiguar en detalle cual es su alternativa y finalmente darles un
voto de confianza. No es fácil porque ha habido demasiadas decepciones, pero no
hay que rendirse. Hay que seguir teniendo esperanza porque solo de allí nace la
luz. No hay nada más fácil que rendirse y nada más difícil que tener ideas
nuevas para solucionar un problema.
Es por eso que convocamos a los venezolanos a un Gran Cambio, no solo de las
estructuras políticas del país que nos generen un Pacto Social estable para las
próximas generaciones, a través de una nueva Constitución basada en un nuevo Proyecto
de País, sino de la manera en cómo nos vemos a nosotros mismos y como ejercemos
nuestra ciudadanía. De abandonar la oscuridad y la desesperación por la luz y
la esperanza. De movilizarnos sin abandonar el análisis. De que los sabios actúen
por encima de los ignorantes. De que los hombres de talento cambien y “brinquen pa’lante no más”. Comencemos
por cambiar la manera en como ejercemos nuestra Soberanía. Convoquemos al Poder
Constituyente Originario como el primer paso para quitarle a la ignorancia la
iniciativa de actuar, reivindicando el talento y la sabiduría como los
cimientos del gran cambio que se merece Venezuela.
Caracas, 30 de Enero de 2017
Blog: http://ticsddhh.blogspot.com/
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Twitter:@laguana
(1) Rafael Gallegos Ortiz, San Juan Vicente Gómez, ISBN
980-07-3233-0, Pág. 5,1996