Por Luis Manuel Aguana
Cuando se pierde
el camino hay que volver a los principios. Esa máxima me ha funcionado muchas
veces cuando me he extraviado en el medio de esta lucha con el régimen y en la que
nos hemos descubierto dándole golpes a la pared equivocada, dedicándole tiempo,
esfuerzos y recursos absolutamente escasos, a cosas que no van dirigidas a
atacar la esencia misma del problema, y que nos sacan del camino hacia el
verdadero objetivo.
Y es el caso que
la pregunta fundamental que debemos estar haciéndonos aquí -de nuevo- no es si
vamos contra las consecuencias del desastre que han provocado (hiperinflación,
hambruna, escasez de todo tipo, violencia y aumento de la criminalidad) sino
contra quienes lo han provocado, ya que al eliminar las causas se suprimen de
inmediato las consecuencias. Cualquier cosa que haga el Presidente Encargado
Juan Guaidó y su equipo debería estar en la línea de eliminar el origen del mal,
pero lamentablemente notamos que no es así.
Si el régimen de
Maduro es “una empresa criminal conjunta
conformada por 183 personas, 205 corporaciones y 26 países” (ver
AlbertoNews, https://albertonews.com/nacionales/regimen-de-maduro-es-una-empresa-criminal-conjunta-conformada-por-183-personas-205-corporaciones-y-26-paises/)
entonces quienes estamos luchando por eliminar ese mal de Venezuela debemos
estar muy claros que es lo que se debe hacer con eso y buscar la ayuda
necesaria para eliminarlo. Con la delincuencia no se puede negociar, se debe
eliminar de raíz, detectando y suprimiendo las fuentes que le dan vida. Eso
define una línea de conducta basada en un principio fundamental. De allí la
famosa frase “con el terrorismo no se negocia”. Y es por eso que hay que
regresar a esos principios.
Pero pareciera que
todavía ese principio no lo tienen claro quienes conducen las acciones
opositoras, comenzando por el mismo Presidente Encargado. Y eso fue lo que vi
con el retorcido asunto de la reunión de la oposición oficial en Noruega.
Todos, sin excepción, nos dedicamos a analizar un “dialogo” a sabiendas que eso
no nos llevaría a absolutamente ningún lado porque ese paso demuestra que no se
tiene claro la naturaleza del mal. Entonces, ¿por qué razón desgastarnos en
eso? ¿Porqué poner a Venezuela en esa dirección? La respuesta la mencionamos en
una nota anterior: El Presidente Encargado y su gente se oponen a una
intervención humanitaria aunque el país se lo pida a gritos (ver Liberación o
cohabitación, en http://ticsddhh.blogspot.com/2019/05/liberacion-o-cohabitacion.html).
Descubierta ya la
estrategia de la oposición oficial en relación a cómo llegar al “Cese de la
Usurpación” (no de ahora, después de la tercera torta en Noruega, sino desde el
23F) esto es, negociar de alguna manera con Maduro y sus delincuentes, lo que
nos debe mover ahora a los venezolanos que creemos que no es posible una
transición con delincuentes, su régimen o ambos, es influir hacia lo que
creemos que correspondería la solución de Venezuela, y que parecieran ser los
únicos cursos de acción posibles a partir de ahora:
a) Presionar para
lograr que la dirigencia política opositora termine de entender que no se puede
perder más tiempo esperando el famoso “quiebre de las Fuerzas Armadas” porque
estas son la guardia pretoriana de un cartel de delincuentes internacional y
decida inmediatamente solicitar ayuda externa, y que la Asamblea Nacional
autorice lo establecido en el 187#11 Constitucional, exigiendo el R2P a la
Comunidad Internacional;
b) Si la presión
descrita en a) es infructuosa, ya bien sea porque el régimen o sus
colaboradores impiden por los medios que todos conocemos, una toma de
decisiones racional basada en principios, entonces el problema se centraría en
buscar que los tomadores de decisiones, incluido el Presidente Encargado, se sincronice
con lo que la ciudadanía está exigiendo. En este sentido la Directiva de la
Asamblea Nacional no puede seguir secuestrando de manera sectaria el Poder que
el pueblo le entregó a ese cuerpo en su conjunto a través de su Presidente, Juan Guaidó Márquez,
fundamentado en el Artículo 233 Constitucional. El Estatuto de la Transición no
puede ser una suerte de corsé donde estemos metidos todos los venezolanos.
Por otro lado no
creo que sea una solución insultar o denigrar a Juan Guaidó y su equipo, por más
razones -validas o no- que se puedan tener, por todos los intentos fallidos
realizados desde el 23 de Enero. Esa energía debemos más bien utilizarla para
destrancar el camino hacia una solución del problema. En lo personal exijo que
Guaidó actúe basado en los principios que hicieron que fuera investido por el
pueblo venezolano el 23E y que desde esta tribuna venia solicitando desde hacía
cerca de un año para que se nombrara un Gobierno de Emergencia Nacional a
través del Tribunal Supremo de Justicia Legítimo en el exilio (ver mi nota del
4 de junio de 2018, Mas allá de un Gobierno de Emergencia Nacional, en http://ticsddhh.blogspot.com/2018/06/mas-alla-de-un-gobierno-de-emergencia.html).
Los ciudadanos
diputados de la Asamblea Nacional, electos el 6D-2015, reconocidos en su
conjunto por la Comunidad Internacional como la única institución legítima del
país, son responsables, por acción u omisión, de todo lo que Juan Guaidó y su
grupo están haciendo. La Asamblea Nacional asumió, a través del Estatuto de la
Transición, las facultades constitucionales del Poder Ejecutivo, y aunque todo
el mundo ahora le esté echando la culpa a Juan Guaidó, de todos los errores
cometidos hasta ahora, es la Asamblea Nacional en su conjunto la llamada a
corregirlos.
Y allí es en donde
deseo poner el énfasis. Pareciera que una vez que se invistió de poder Juan
Guaidó como Presidente Encargado, la Asamblea Nacional como institución se
desentendió del problema dejándole solamente a él la responsabilidad. Pues no
es así. Ellos son todos corresponsables ante los venezolanos, ya que las
decisiones que están tomando como Poder Ejecutivo son compartidas
proporcionalmente entre todos ellos. Y si esto es así, también son
corresponsables en esa misma proporción de las consecuencias. De allí que cada
insulto que reciba Guaidó debe en justicia repartirse proporcionalmente entre
todos los diputados de esa Asamblea.
Ahora bien,
alguien me dirá, “pero bueno, fue la Directiva quien asumió el Poder”. Mal
asunto para el resto de los Diputados y los venezolanos en su conjunto, ya que
si la Asamblea asumió las responsabilidades como cuerpo colegiado, deberían
también compartir las decisiones entre todos sus integrantes, no solo la
Directiva. Eso debería entonces abrir la posibilidad de un Gobierno compartido entre
todas las fracciones, porque lo que hasta ahora hemos visto es un gobierno del
cogollo de la Directiva de la Asamblea Nacional tomando las peores decisiones
para lograr el “Cese de la Usurpación”, incluso con voz y voto de dirigentes
políticos que no forman parte de la Asamblea Nacional.
De igual manera
los venezolanos debemos exigirles a los ciudadanos diputados la participación
de la sociedad civil en la toma de esas decisiones que nos conciernen a todos para
el desalojo de Maduro porque eso está previsto en el Estatuto de la Transición
que los Diputados aprobaron por unanimidad (Artículo 16.6). Fundamentado en todo
lo anterior fue que propuse en una previa nota que se constituyera un Consejo
de Gobierno (ver Consejo de Gobierno, en http://ticsddhh.blogspot.com/2019/05/consejo-de-gobierno.html)
donde verdaderamente estén representados
todos los dolientes de Venezuela para lograr unidos el “Cese de la Usurpación”.
Esto es una cuestión de principios. Maduro quiere adelantar elecciones
parlamentarias porque sabe que es en la Asamblea Nacional donde se le puede
poner un parao a sus crímenes. Hay tiempo para resolver, entonces ¿que estamos
esperando?
Caracas, 31 de Mayo de 2019
Email:
luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana