Por Luis Manuel Aguana
Hace muchos años
hice una comparación sencilla para dar a entender la diferencia entre lo
Institucional y lo Político: “¿Cual debe
ser la salida de este país ante esta vergonzosa anomia de estos pseudo líderes
opositores? ¿Esperar que este liderazgo "madure" para comenzar a
resolver realmente-y de manera estructural-, los problemas de la gente? ¿O
quedarnos todos tranquilos mirándonos el ombligo? Es como si un carro (lo institucional)
se quedara accidentado en una carretera oscura por una falla mecánica y la
solución sugerida a los pasajeros para continuar es cambiar al chofer (lo
político). Obviamente otro chofer no
moverá el carro…” (ver Doce Ejes y un Destino, en https://ticsddhh.blogspot.com/2013/06/doce-ejes-y-un-destino.html).
Pues bien, el enfrentamiento de los partidos políticos en Venezuela en
los 40 años previos a 1998, y más de los 20 que llevamos de esta tragedia
“socialista” –¡más de 60 años!- ha sido fundamentalmente por tener la
oportunidad de manejar el carro o el autobús que mencionaba, y por supuesto
quien debería ser el chofer. NADIE se planteó nunca que el autobús –lo
institucional- estaba en ruinas y en pésimas condiciones para continuar, ni
mucho menos someterlo a urgentes reparaciones (aunque hubo voces que lo
gritaron sin ser oídas). Lamentablemente en 1998 los venezolanos intentaron
cambiar el chofer –lo político- creyéndose el cuento de un “mecánico” de
carretera estafador que envenenó el autobús y lo fundió pocos kilómetros más
adelante. Ahora estamos en peores condiciones que antes, con un autobús irreparable
y los venezolanos siendo todavía engañados con la ilusión de volver a poner en
marcha el autobús si cambiamos el chofer.
El autobús representa las Instituciones del Estado venezolano. De
acuerdo al modelo clásico de Instituciones, Sectores y Sistemas, “La
acción de gobierno no es función administrativa, sino intrínsecamente política,
en el sentido más vulgar del arte de lo posible y en el más técnico de
asignación autoritaria de prioridades, de acuerdo a la captación por el
gobernante de las demandas del grupo gobernado. Se administran Instituciones y se gobiernan sectores…” (1).
¿Qué significa
lo anterior? Ya lo mencionaba en el 2012: Hay una frontera bien definida entre
administración y gobierno. En otras palabras, que las Instituciones son las
responsables de una sana administración de los recursos, constituyendo las células
primarias y por tanto, la columna vertebral de la administración del Estado.
Son ellas las que realizan la acción del gobierno, es decir, son las que HACEN
QUE LAS COSAS PASEN. El trabajo de los políticos es la asignación de
prioridades en el marco de una institucionalidad existente. Pero con una
institucionalidad carcomida y destruida por la corrupción y dominada por
criterios políticos y no técnicos, es imposible, léase bien, imposible, dar
servicios o bienes de calidad en el largo plazo (ver La Institucionalidad: ¿Cómo se
come eso?, en https://ticsddhh.blogspot.com/2012/01/la-institucionalidad-como-se-come-eso.html).
Es claro que en este momento al no existir Instituciones (porque fueron
destruidas completamente por la plaga que nos cayó encima desde 1998), las
soluciones que deben plantearse primero deben ser de carácter INSTITUCIONAL
para hacer regresar al Estado a un mínimo gobernable. ¿Cuál es el papel de lo
político en estas circunstancias? Determinar las prioridades de acuerdo a un
modelo Institucional establecido, y al no haberlo, la política venezolana se ha
reducido al terreno básico del “quítate tú para ponerme yo”, a como de lugar. Y
las soluciones que salen de los políticos abordan el problema de la sustitución
del poder desde ese terreno, habida cuenta de la destrucción Institucional del
Estado. De allí que las soluciones políticas que presentan traten de imponer
rutas de acción fáctica sin asidero institucional alguno. Ese abordaje no es
bueno ni malo, es simplemente diferente, y no necesariamente contradictorio, y
presenta a nuestro juicio un rechazo internacional que dificulta y alarga la
solución del grave problema de los venezolanos.
Desde ANCO hemos apoyado una solución propuesta por un grupo de ciudadanos
honorables de la sociedad civil venezolana para el rescate del Estado dentro de
los mecanismos establecidos en la Carta de la OEA desde la perspectiva
INSTITUCIONAL (ver Respaldo de la solicitud de la Sociedad Civil venezolana a
la OEA por una Solución Humanitaria Electoral, en http://ancoficial.blogspot.com/2020/06/comunicado-anco-respaldo-la-solicitud.html)
a través de un auxilio humanitario que se imponga por la vía pacífica,
constitucional y electoral, que restablezca una mínima institucionalidad al
país para poder arrancar acto seguido con la esfera de lo político, por la vía
de un Gobierno de Transición o una elección Presidencial.
No voy a señalar aquí de nuevo el grado de destrucción de la Institución
electoral venezolana mejor conocida como CNE. Simplemente diré que no es
posible usarla para resolver la crisis, como ya es del conocimiento de todo el
mundo, y es por eso que solicitamos que se logre imponer la sustitución de sus
funciones a través de los Estados miembros de la OEA, y que estos funcionen de
manera ad-hoc como árbitros para realizar lo que no se puede garantizar en
Venezuela: un proceso electoral limpio, autentico y transparente, ya bien sea
para consultarle al pueblo acerca del camino a seguir a través de una transición o simplemente la
elección inmediata de la conducción política que comenzaría a reconstruir toda
la Institucionalidad destruida.
No voy tampoco a explicar de nuevo cómo se logra eso con un régimen
delincuente que se negaría a permitirlo (ya lo expuse en mi nota anterior,
Solución Humanitaria de carácter Electoral, en https://ticsddhh.blogspot.com/2020/06/solucion-humanitaria-de-caracter.html),
pero si señalaré que este camino no es de ninguna manera excluyente a cualquier
fórmula que la dirigencia política opositora desee aplicar, porque ambas –la
institucional y la política- irían dirigidas exactamente al mismo objetivo: el
cambio de la situación política que azota a los venezolanos.
Sin embargo, el hecho de que algunos venezolanos no creamos que NADIE fuera
de Venezuela moverá un solo dedo para ayudarnos militarmente si antes no ven
que lo hacemos nosotros, no significa que los demás nos quedemos sentados
esperando a que algún país se conmueva de nuestra situación, advirtiéndoles al
mismo tiempo que el agravamiento de la misma tendrá consecuencias para sus
países. Es tremendamente fácil decirles a otros países que hagan lo que tú no
puedes o no quieres hacer. Si quienes creen que una acción armada internacional
es la solución (que ciertamente lo es si estuvieran trabajando por eso)
entonces lo menos que podemos esperar de ellos es que actúen en consecuencia para
que los venezolanos podamos evaluar si vale la pena esperar el éxito de esa
salida. Cuando Carlos Delgado Chalbaud decidió la vía armada para acabar con la
tiranía de Juan Vicente Gómez, se fue a Europa, fletó un barco con armas y
tripulación, el famoso “Falke”, y lo hizo. Fracasó en el intento pero lo hizo,
no se puso a hablar pendejadas en los diarios de la época, gritando que esa era
la solución para salir de Gómez. Esas cosas no se dicen, se hacen. Mientras
tanto el resto de nosotros, civiles que no podemos intentar otra cosa que
soluciones civiles, no nos podemos quedar esperando porque alguien se anime a
empuñar un fusil. Cuando eso ocurra, entonces actualizaremos el cuadro y
veremos donde nos ubicamos cada uno ante esa nueva realidad.
Mientras eso no ocurra decidimos no esperar un segundo más y movernos
con las herramientas que los ciudadanos poseen porque no tenemos otra cosa.
Esta propuesta no es la panacea pero si da un espacio de maniobra a los países
de la OEA para decidir por su cuenta sobre el caso venezolano, dado el hecho
que la oposición oficial no da señales de dar un paso para resolver el problema
de ninguna manera, y no hacer nada agrava aún más la situación.
La respuesta que dio el Presidente del TSJ Legítimo, Miguel Ángel
Martin Tortabú a la comunicación que enviamos al Secretario General de la OEA,
se circunscribe en esa ruta institucional que buscamos para rescatar el país
(ver Presidencia TSJ, Oficio No. TSJ/SP-005-2020, del 18 de Junio de 2020, en https://twitter.com/miguelmartint1/status/1273286422959730688),
brindando su pleno respaldo, al solicitar los buenos oficios de la OEA para
movilizarse a plantear el asunto solicitado al Consejo Permanente de la OEA,
teniendo “en cuenta la legitimidad constitucional de los ciudadanos venezolanos
que dirigen esta petición”. En otras palabras, los firmantes somos
perfectamente hábiles constitucionalmente para dirigirnos a la Organización de
Estados Americanos-OEA y esperar una respuesta.
Este es solo el primer paso de una ruta institucional larga que alude a
la participación de todos los venezolanos en la resolución del grave problema
del país, en contraposición a una ruta política que se vende como corta pero nadie
se anima a concretarla, haciéndose en la desgarradora realidad tremendamente
larga. El que crea en eso que siga esperando o se anime a empuñar un fusil. Solo
el balance entre lo institucional y lo político definirá que pasará en
Venezuela los próximos meses. Mi presentimiento es que los venezolanos
terminaremos empujando el autobús porque ya dejamos de creer en que alguno de los
choferes que se anuncian lo pondrá en marcha. Si ese es el caso, bien por
nosotros…
Caracas, 20 de Junio de 2020
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana
[1] Juan Ignacio Jiménez, Política y Administración, Cap. 2. Modelo
Tridimensional: Instituciones, Sectores y Sistemas, 1970.