lunes, 5 de febrero de 2018

La disyuntiva de Tillerson

Por Luis Manuel Aguana

Las recientes declaraciones sobre Venezuela del Secretario de Estado norteamericano Rex Tillerson se han prestado a las más diversas interpretaciones, desde las mas políticas hasta las más agresivas, que apuntan hacia una salida violenta de la crisis venezolana.

Lo cierto es que los Estados Unidos se encuentran en el dilema de no estar dispuestos a permitir que les pase de nuevo lo que les paso con Cuba, pero ahora mucho más grave con un país de las características del nuestro lleno de riquezas estratégicas, y mantenerse a la vez en una línea pacifica que no implique una intervención directa. Están buscando desesperadamente una solución política que apoyar, que no implique la continuidad de estos delincuentes. Y lamentablemente la oposición oficial no les está ayudando de ninguna manera a lograr eso.

¿Qué haría usted si estuviera en los zapatos de Tillerson, si ya tuviera información comprobada del colaboracionismo opositor y de las intenciones corroboradas del régimen de continuar en el poder a través de su mecanismo técnico-electoral trampeado? Apostaría por lo que hay, y eso son los militares. En este momento la palabra de la oposición oficial vale tanto para Washington como las del gobierno de Maduro: absolutamente nada. ¿Qué hace entonces el gobierno norteamericano? Apelar al último bastión: las Fuerzas Armadas. Y creo que eso sería un grave error, pero del cual la comunidad internacional y en especial los Estados Unidos no son responsables sino nosotros, que desde la oposición no hemos sabido plantear una solución política –con P grande- y democrática que ellos puedan apoyar, más allá que salir a hacerle el juego electoral al gobierno.

De acuerdo a una nota de Reuters, Tillerson sugirió la posibilidad de que las propias fuerzas armadas venezolanas tomen medidas: “En la historia de Venezuela y los países de América del Sur, muchas veces los militares son agentes de cambio cuando las cosas están muy mal y los líderes ya no pueden servir al pueblo”, sostuvo. “Si este será el caso o no, no lo sé” (Tillerson plantea opción de que militares venezolanos derroquen a Maduro, ver Reuters https://lta.reuters.com/article/topNews/idLTAKBN1FL6DQ-OUSLT).

Pero si lo sabe. De no haber una solución política no hace falta tener el aparato de inteligencia norteamericano para saber que el último bastión del orden son las Fuerzas Armadas, y que al momento de un derrumbe del régimen por todas las razones de inviabilidad que conocemos, quienes al final terminan recogiendo los pedazos rotos son los militares.

El gobierno de Maduro se asemeja a una olla de presión que no tiene escape de vapor y a la que se le está poniendo cada vez mas fuego exterior. Tarde o temprano terminara estallando. Lo que no desean los norteamericanos –ni nosotros tampoco- es que estalle sin control alguno porque el remedio podría ser peor que la enfermedad, y los militares están con el gobierno hasta que dejan de estarlo.

En una situación de desorden por caída del régimen debido al estado de caos e ingobernabilidad, cualquiera se puede alzar con el poder. Puede ser que los que vengan, por supuesto militares, propongan un cambio hacia la democracia pero puede también que no, como un reacomodo de narcosoles actuales que profundicen el mismo modelo pero sin Maduro.

El presionar por la salida del régimen sin una adecuada canalización hacia la libertad y la democracia de las fuerzas que se desaten por la vía de la presión interna y externa sería tan equivocado como dejarlos a que permanezcan en el poder, negociando diálogos con delincuentes. Entonces, ¿dónde estaría la solución?

Pensamos que la solución estaría en ofrecer una válvula que canalice esa presión externa que se le está aplicando al régimen que le de movimiento a un mecanismo constitucional que le permita al país pronunciarse en relación a qué hacer con el problema, dándole un chance tanto a las fuerzas de base que apoyan el gobierno, como a las que apoyan a la oposición. Y eso no son unas elecciones presidenciales, por mas constitucionales que estas sean, sino un pronunciamiento popular plebiscitario, medido con observación internacional y bajo reglas absolutamente transparentes con árbitros inobjetables. Esto es porque ninguna elección seria una solución con una Constituyente inconstitucional en funciones y con un poder electoral a las órdenes del régimen.

Indicaba en mi nota pasada (Una agenda alternativa para Venezuela, en http://ticsddhh.blogspot.com/2018/02/una-agenda-alternativa-para-venezuela.html) que cualquier elección debía pasar primero por desmontar el parapeto constituyente de Maduro como parte de un procedimiento de restablecimiento constitucional. Entonces ese procedimiento tendría como primer paso consultarle al pueblo ese desmontaje que genere las condiciones necesarias para reanudar la vida institucional del país para a su vez recuperar la vía electoral. En la Alianza Nacional Constituyente creemos que lo requerido ahora no son elecciones sino una consulta al pueblo para el rescate institucional. Preguntarle si desea o no una Constituyente, para restituir el derecho que Maduro conculcó al convocarla sin tener esa prerrogativa constitucional. Luego autorizar la designación de un Gobierno de Transición y Unidad Nacional, pero de la mano del pueblo en Consulta Popular.

Creemos que la presión nacional e internacional debe ir dirigida a lograr eso del gobierno, no para presionar simplemente por “Maduro vete ya” y que de la nada aparezca una Junta Cívico-Militar. Eso solo les conviene a quienes están en el juego de estar mejor posicionados para ubicarse en el lugar y la hora en el que la piñata caiga al suelo. Con una Consulta Popular realizada abiertamente con todas las garantías, el régimen tiene el chance de salir por la puerta del frente, al negociar ordenadamente su salida, e irse cuando un pueblo legítimamente representado en una Asamblea Nacional Constituyente decida una transición desde su seno. Allí no solo estarían las fuerzas de la oposición sino también las que representen al oficialismo legítimamente. Sería una caída controlada donde garanticemos lo que viene después (ver Caída Controlada http://ticsddhh.blogspot.com/2017/05/caida-controlada.html). Tampoco una elección, que es lo que están pidiendo a gritos, a nuestro juicio de una manera equivocada, no la garantiza nadie luego de un derrumbe sin control del régimen.

Ese es el tipo de solución que debería conocer el Departamento de Estado de Tillerson y la Comunidad Internacional para que desde afuera se presione al régimen para lograr esa solución. Ese es el tipo de cosa que desconocen los funcionarios norteamericanos porque ya los venezolanos dejamos de tener interlocutores válidos fuera del país, por lo que solo les resta a los personajes de la importancia de Rex Tillerson, la disyuntiva obligada de convocar a los militares para que “resuelvan esto” como alternativa final, porque “los lideres ya no pueden servir al pueblo”, como señaló. Pero no podemos conformarnos con cualquier solución porque ya este pueblo ha sufrido demasiado los errores de quienes nos dirigen.

En ocasión del decimoquinto aniversario del 11 de Abril de 2002, escribí el año pasado una nota dedicada a los caídos de ese día (ver “Vox Populi, vox Dei” http://ticsddhh.blogspot.com/2017/04/vox-populi-vox-dei.html), con la promesa de seguir luchando por hacerles justicia y colaborar por la recuperación de la libertad por la que ellos murieron. Ojalá que la memoria de ellos y la de cientos más que han muerto después del 2002 permitan que estas ideas lleguen a quienes deben llegar para que puedan ser igualmente evaluadas en beneficio de una verdadera solución pacífica y constitucional, a pesar de los múltiples intereses de los que se disputan el poder -los de allá y los de acá- pero sin pensar en las vidas que ha costado eso y las que todavía puede costar. Ojala que la Voz del Pueblo sea la Voz de Dios...

Caracas, 5 de Febrero de 2018

Twitter:@laguana

sábado, 3 de febrero de 2018

Una agenda alternativa para Venezuela

Por Luis Manuel Aguana

Ya es pública, notoria y comunicacional la intención del régimen de adelantar las elecciones que constitucionalmente están establecidas para el 2018, independientemente del resultado del llamado dialogo en República Dominicana. Se ha confundido el deseo de salir de este régimen lo antes posible, con el deseo de cambiar constitucionalmente a un gobierno, y son dos cosas completamente diferentes.

El régimen está usando ese primer deseo de los venezolanos para continuar en el poder, utilizando los medios que ya conocemos de secuestro de la institución electoral, la propensión natural del venezolano de votar como medio de cambio político pacífico legítimo, y una oposición entregada que usa el argumento electoral como chantaje para continuar aprovechándose de los espacios opositores, indicando que esa es la única manera de solucionar de manera pacífica el problema político de los venezolanos. Esa confluencia de factores tiene como resultado que los venezolanos no hayamos podido escapar de esta trampa que lleva casi 20 años.

Los venezolanos hemos caído de nuevo en el dilema equivocado entre votar o no votar, llevados a eso astutamente por este régimen, cuando en realidad la disyuntiva está entre aceptar o no aceptar una solución engañosa a la crisis venezolana. Por un lado el gobierno desea que los opositores no voten porque tienen una población de rehenes chantajeados por comida que si votarán por él, y por otro lado la oposición oficial disminuida por su condición de colaboracionista intentando sobrevivir, tratando de convencernos que si vayamos a hacerle el juego a este régimen, porque “esa es la única manera constitucional, pacífica y electoral para cambiarlo”. Resultado: de vuelta al círculo vicioso de legitimación en las urnas de unos delincuentes por seis años más. Me resisto a creer que estemos condenados a eso sin ninguna salida.

Y cuando digo que son dos cosas diferentes salir de este régimen lo antes posible y cambiar constitucionalmente a un gobierno, fundamento mi apreciación en que ninguna elección en Venezuela, adelantada o no, es válida si esta se realiza en el marco de una Asamblea Nacional Constituyente erigida de manera inconstitucional, y que pretende constituirse en un suprapoder por encima del poder electoral venezolano para convocar elecciones. Cualquier cosa que salga de ella, ya sean decisiones, decretos, leyes, llamados a elecciones, designación de funcionarios, etc., son írritos, nulos e inválidos por más que los pseudo opositores de la MUD se los avalen. Por lo tanto no podemos continuar la vida institucional de Venezuela sin antes desmontar ese mamotreto que impuso el régimen para perpetuarse en el poder.

Cualquier discusión en torno a elecciones que no tome en cuenta ese pequeñísimo detalle es por decir lo menos, colaboracionista. Entonces no es que digamos “No y Si” a las elecciones presidenciales, como señala el Padre Luis Ugalde en su última disertación (Ver No y Si de las elecciones presidenciales, en http://www.el-nacional.com/noticias/columnista/las-elecciones-presidenciales_221353), es que NO se pueden hacer elecciones en Venezuela si antes no desaparece esa Asamblea Nacional Constituyente inconstitucional, punto.

Me pregunto porque importantes analistas políticos como el mencionado dejan de lado sin discutir ese “pequeño” detalle cuando ese es precisamente el problema que tenemos en Venezuela. ¿Es que pretenden tolerarlo y convivir con eso, en el supuesto caso llegaran a ganar? Creo que la razón reside en que muchos venezolanos creen –y algunos con buenas intenciones- que pueden lograr cambiar un régimen de las características del actual solamente con elecciones, cuando lo que hace falta es una propuesta alternativa que aplique un procedimiento de restablecimiento constitucional que desarrolle a cabalidad los Artículos 333 y 350 de la Constitución.

Y ese es precisamente es el planteamiento de la Alianza Nacional Constituyente. ¿Quién es el UNICO que puede desmontar políticamente el parapeto constituyente de Maduro? El Soberano Pueblo de Venezuela, a quien le fue conculcado ese derecho el 1ro de Mayo de 2017 con los Decretos inconstitucionales 2.830 y 2.831. Y solamente el Soberano puede desmontarlo mediante una Consulta Popular a la que debe ser llamado por todas las fuerzas vivas de la Nación, especialmente la Iglesia y las Universidades, las dos instituciones de más credibilidad del país y que pueden conformarse como los ductores principales de la solución.

Ya la Iglesia Católica se pronunció en ese sentido el 12 de Enero 2018 en su Exhortación Pastoral “Dios Consolará a su Pueblo”, exponiendo que la sociedad civil “asuma su vocación de ser sujeto social con sus capacidades de realizar iniciativas como, por ejemplo, que la sociedad civil lleve adelante una consulta para señalar el rumbo que quiere dar a la nación como prevé nuestra Carta Magna (Cfr. Art. 71). (Nro. 6 de la Exhortación Pastoral http://www.cev.org.ve/index.php/noticias/273-exhortacion-de-la-cev-en-ocasion-de-celebrar-su-cix-asamblea-ordinaria-plenaria-dios-consolara-a-su-pueblo-isaias-49-13). La Alianza Nacional Constituyente asumió completamente ese planteamiento y tomado acciones para ese llamado, con la intención de hacerlo realidad porque creemos seriamente que esa es la vía correcta para la recuperación de Venezuela.

Entonces esta Consulta Popular que planteamos no puede ser vista como una mera consulta inocua en la que resultó la consulta del 16J, ni puede ni debe ser comparada con ella. Forma parte de un procedimiento de restablecimiento constitucional basado en los Artículos 5, 70, 333, 347, 348 y 350 que a) solicita el desmontaje de una Constituyente no convocada por su legitimo depositario, el Pueblo de Venezuela y anulación de todos sus actos ilegítimos; b) pregunta al Pueblo si quiere o no una Constituyente con bases legitimas de amplia participación; c) empodere al Constituyente para una renovación inmediata de los Poderes Públicos, comenzando por el Poder Ejecutivo, y estableciendo un Gobierno de Transición y Unidad Nacional, que termine con elecciones generales en el marco de una nueva Constitución.

La presión nacional e internacional derivada de tal planteamiento conduciría a la convocatoria de tal Consulta Popular antes que dar paso a unas elecciones con resultados cantados a favor del régimen, si es que esta es acogida por todos los sectores que rechazamos unas elecciones presidenciales que no resolverán la grave crisis por la que atravesamos los venezolanos y ni restituirá el Estado de Derecho en Venezuela.

Deseamos asimismo que la comunidad internacional acoja y presione por esta solución como la salida constitucional que están pidiendo para obligar al régimen a contarse debidamente y que definirá el futuro político del país, y no unas elecciones que dejan fuera a mas de 4 millones de venezolanos que prácticamente han huido de Venezuela y que no serán contabilizados en ese proceso electoral tramposo del CNE, pero si en una Consulta que los convoque. Esta solución desmonta el suprapoder inconstitucional inventado por el régimen y pone de nuevo al país en un estado de gobernabilidad inmediato, para el comienzo de una etapa de reconciliación, reencuentro y reconstrucción del país.

Esta agenda alternativa para Venezuela es una solución constitucional, pacífica, electoral y democrática que contraponemos al dilema de votar o no votar que nos están imponiendo desde el régimen y su oposición entregada como la única solución de la crisis. Los venezolanos creemos en el voto pero también creemos, como dijo Aquiles Nazoa, en los poderes creadores del Pueblo. Hagamos efectiva esa esperanza inmediatamente.

Caracas, 3 de Febrero de 2018

Twitter:@laguana

martes, 30 de enero de 2018

La Masacre del Junquito y las elecciones

Intervención en la Cátedra Pío Tamayo 29-01-2018
De El Junquito a las presidenciales ANC: ¿La misma línea masacrante-asesina?

La Masacre del Junquito y las elecciones
Por Luis Manuel Aguana

Muchas gracias a la Cátedra Pio Tamayo por la oportunidad de participar de nuevo en la discusión de temas de especial trascendencia para Venezuela como lo es ciertamente este caso gravísimo que toca muchas dimensiones del problema que enfrentamos en el país.

Escribí a los días siguientes de la masacre una nota donde manifestaba que el caso de Oscar Pérez no ha sido todavía evaluado en su justa dimensión, no solo por sus implicaciones para el régimen por la violación de los derechos humanos de aquellos que fueron masacrados en presencia todo el mundo a través de las redes sociales, sino por su trascendencia en la política actual, las reacciones militares, así como en la reafirmación del carácter forajido del Estado que conduce Nicolás Maduro. Creo que el régimen ha desestimado las implicaciones de este vil asesinato, despachándolo como cualquiera de los que ha cometido desde el año 2002, siendo este muy diferente.

Pero ese relato ya lo esbozó el Prof. Blanco Muñoz en su extenso y explicativo artículo “De la Masacre del Junquito a la Masacre Electoral” (http://historiactual.blogspot.com/2018/01/de-la-masacre-de-el-junquito-la-masacre.html). Muchas preguntas que aparentemente apuntan a un escandaloso mensaje abierto y amenazante del régimen a la sociedad en su conjunto, que comprueba todo lo que hemos visto en las calles cuando lanzan a los colectivos a agredir a las marchas, pero que a la vez demuestra su sorprendente debilidad y propias contradicciones.

Sin embargo en lo personal no creo que este trágico episodio sea la consecuencia de un frío cálculo de aumento de la agresión en contra de la sociedad a fin de lograr su dominación final. No me mal interpreten. Ciertamente lo que pasó en el Junquito fue una masacre al estilo de las ya utilizadas por otros gobiernos en el pasado como indica el Prof. Blanco Muñoz, pero a diferencia de ellos, a mi juicio esta responde a un descomunal desorden del régimen y sus líneas de jerarquía indefinidas.

Las posiciones de poder en Venezuela fueron repartidas antes del fallecimiento de Hugo Chávez entre los dos delfines del Galáctico: Diosdado Cabello y Nicolás Maduro. Para que Cabello aceptara que Maduro se quedara como heredero en la Presidencia pidió como precio a PDVSA, el SENIAT y las Fuerzas Armadas. Las joyas de la corona pues. De allí que a partir de la muerte de Chávez, el país se convirtiera en un saco de gatos con rumbo desconocido sin un jefe único. Las intrigas, las ordenes y contraordenes, los funcionarios traidores a una u otra corriente han hecho de un gobierno que de por si es malo en uno descomunalmente peor. Y sumamente peligroso para los venezolanos. Y eso hizo implosión en 15 de enero con el asesinato de Oscar Pérez. A ambas corrientes las une solo el instinto de supervivencia.

Consultando en estos días con gente que sabe de inteligencia militar y me dicen que Oscar Pérez hizo todo lo contrario a lo que se hace cuando se pretenden realizar operaciones de comando con expectativas de éxito: era mediático, no se dedicó a lo que realmente hacen los grupos irregulares armados como el caso colombiano, razón por la cual nadie lo tomo realmente en serio. Resultado: fue localizado y muerto por un régimen que está en crisis de pánico. Esa fue su tragedia. Sin embargo estaba en contacto con muchos cuadros activos de las Fuerzas Armadas y eso tiene al régimen en un alto grado de alerta y peligrosidad.

¿Cómo se conecta esto con el tema electoral? Claramente el régimen huyo hacia delante, cubriendo la masacre con un llamado a elecciones desde la inconstitucional constituyente. Sabe que no es posible sostener este estado de cosas por mucho más tiempo sin hacer algo. Y ese algo es el carnaval electoral, acompañado por una oposición marioneta entregada y fácilmente comprable. Pero como a todo mal cirquero le crecieron los enanos.

La comunidad internacional rechazó de inmediato ese llamado a todas luces fraudulento. Por todas las razones esbozadas desde hace tiempo por este escribidor y un grupo de destacados venezolanos, el CNE es una trampa técnica a la que la oposición concurre sin condiciones. El resultado: perderán de nuevo, así traigan a Donald Trump como candidato. Es un completo sinsentido ir a elecciones con una Constituyente oficialista en funciones, eso sin hablar de ausencia de condiciones mínimas.

¿La salida? Cerrar filas en contra de ese proceso electoral, dejando solo al régimen. En Venezuela se acabaron las elecciones tal y como las conocíamos. Ahora lo que resta es convocarnos en una solución que presione por una salida del régimen desde adentro y desde afuera del país, que no les permita la gobernabilidad hasta que acepten contarse de una manera auténtica, entendiendo por contarse una Consulta Popular con preguntas concertadas, sin el CNE y al estilo del, 16J pero esta vez con consecuencias.

¿Qué será difícil? ¡Claro que será difícil! Pero el juego tendrá ahora que ser otro que involucre la resistencia civil no violenta en cualquiera de sus manifestaciones desde todos los sectores de la sociedad. La otra salida es la huida del país o la resistencia hasta alcanzar ese objetivo con el riesgo de perecer en el intento. Total, la muerte ya la estamos contemplando todos los días quienes decidimos enfrentar el problema en el país, sea por hambre, delincuencia, enfermedades o la misma violencia del régimen. Entonces que cada cual decida lo que quiere hacer…

Muchas gracias…

Caracas, 30 de Enero de 2018

Twitter:@laguana