Por Luis Manuel Aguana
Las recientes declaraciones sobre
Venezuela del Secretario de Estado norteamericano Rex Tillerson se han prestado
a las más diversas interpretaciones, desde las mas políticas hasta las más
agresivas, que apuntan hacia una salida violenta de la crisis venezolana.
Lo cierto es que los Estados
Unidos se encuentran en el dilema de no estar dispuestos a permitir que les
pase de nuevo lo que les paso con Cuba, pero ahora mucho más grave con un país
de las características del nuestro lleno de riquezas estratégicas, y mantenerse
a la vez en una línea pacifica que no implique una intervención directa. Están
buscando desesperadamente una solución política que apoyar, que no implique la
continuidad de estos delincuentes. Y lamentablemente la oposición oficial no les
está ayudando de ninguna manera a lograr eso.
¿Qué haría usted si estuviera en
los zapatos de Tillerson, si ya tuviera información comprobada del
colaboracionismo opositor y de las intenciones corroboradas del régimen de
continuar en el poder a través de su mecanismo técnico-electoral trampeado? Apostaría
por lo que hay, y eso son los militares. En este momento la palabra de la
oposición oficial vale tanto para Washington como las del gobierno de Maduro:
absolutamente nada. ¿Qué hace entonces el gobierno norteamericano? Apelar al
último bastión: las Fuerzas Armadas. Y creo que eso sería un grave error, pero
del cual la comunidad internacional y en especial los Estados Unidos no son
responsables sino nosotros, que desde la oposición no hemos sabido plantear una
solución política –con P grande- y democrática que ellos puedan apoyar, más
allá que salir a hacerle el juego electoral al gobierno.
De acuerdo a una nota de Reuters, Tillerson sugirió
la posibilidad de que las propias fuerzas armadas venezolanas tomen medidas: “En la historia de Venezuela y los países de
América del Sur, muchas veces los militares son agentes de cambio cuando las
cosas están muy mal y los líderes ya no pueden servir al pueblo”, sostuvo. “Si
este será el caso o no, no lo sé” (Tillerson plantea opción de que
militares venezolanos derroquen a Maduro, ver Reuters https://lta.reuters.com/article/topNews/idLTAKBN1FL6DQ-OUSLT).
Pero si lo sabe. De no haber una solución política no hace
falta tener el aparato de inteligencia norteamericano para saber que el último
bastión del orden son las Fuerzas Armadas, y que al momento de un derrumbe del
régimen por todas las razones de inviabilidad que conocemos, quienes al final
terminan recogiendo los pedazos rotos son los militares.
El gobierno de Maduro se asemeja a una olla de presión que
no tiene escape de vapor y a la que se le está poniendo cada vez mas fuego
exterior. Tarde o temprano terminara estallando. Lo que no desean los
norteamericanos –ni nosotros tampoco- es que estalle sin control alguno porque
el remedio podría ser peor que la enfermedad, y los militares están con el
gobierno hasta que dejan de estarlo.
En una situación de desorden por caída del régimen debido al
estado de caos e ingobernabilidad, cualquiera
se puede alzar con el poder. Puede ser que los que vengan, por supuesto
militares, propongan un cambio hacia la democracia pero puede también que no,
como un reacomodo de narcosoles actuales que profundicen el mismo modelo pero
sin Maduro.
El presionar por la salida del régimen sin una adecuada
canalización hacia la libertad y la democracia de las fuerzas que se desaten por
la vía de la presión interna y externa sería tan equivocado como dejarlos a que
permanezcan en el poder, negociando diálogos con delincuentes. Entonces, ¿dónde
estaría la solución?
Pensamos que la solución estaría en ofrecer una válvula que
canalice esa presión externa que se le está aplicando al régimen que le de
movimiento a un mecanismo constitucional que le permita al país pronunciarse en
relación a qué hacer con el problema, dándole un chance tanto a las fuerzas de
base que apoyan el gobierno, como a las que apoyan a la oposición. Y eso no son
unas elecciones presidenciales, por mas constitucionales que estas sean, sino
un pronunciamiento popular plebiscitario, medido con observación internacional
y bajo reglas absolutamente transparentes con árbitros inobjetables. Esto es
porque ninguna elección seria una solución con una Constituyente
inconstitucional en funciones y con un poder electoral a las órdenes del
régimen.
Indicaba en mi nota pasada (Una agenda alternativa para
Venezuela, en http://ticsddhh.blogspot.com/2018/02/una-agenda-alternativa-para-venezuela.html)
que cualquier elección debía pasar primero por desmontar el parapeto
constituyente de Maduro como parte de un procedimiento de restablecimiento
constitucional. Entonces ese procedimiento tendría como primer paso consultarle
al pueblo ese desmontaje que genere las condiciones necesarias para reanudar la
vida institucional del país para a su vez recuperar la vía electoral. En la Alianza
Nacional Constituyente creemos que lo requerido ahora no son elecciones sino
una consulta al pueblo para el rescate institucional. Preguntarle si desea o no
una Constituyente, para restituir el derecho que Maduro conculcó al convocarla
sin tener esa prerrogativa constitucional. Luego autorizar la designación de un
Gobierno de Transición y Unidad Nacional, pero de la mano del pueblo en
Consulta Popular.
Creemos que la presión nacional e internacional debe ir
dirigida a lograr eso del gobierno, no para presionar simplemente por “Maduro
vete ya” y que de la nada aparezca una Junta Cívico-Militar. Eso solo les
conviene a quienes están en el juego de estar mejor posicionados para ubicarse
en el lugar y la hora en el que la piñata caiga al suelo. Con una Consulta
Popular realizada abiertamente con todas las garantías, el régimen tiene el
chance de salir por la puerta del frente, al negociar ordenadamente su salida,
e irse cuando un pueblo legítimamente representado en una Asamblea Nacional
Constituyente decida una transición desde su seno. Allí no solo estarían las
fuerzas de la oposición sino también las que representen al oficialismo
legítimamente. Sería una caída controlada donde garanticemos lo que viene
después (ver Caída Controlada http://ticsddhh.blogspot.com/2017/05/caida-controlada.html).
Tampoco una elección, que es lo que están pidiendo a gritos, a nuestro juicio
de una manera equivocada, no la garantiza nadie luego de un derrumbe sin
control del régimen.
Ese es el tipo de solución que debería conocer el
Departamento de Estado de Tillerson y la Comunidad Internacional para que desde
afuera se presione al régimen para lograr esa solución. Ese es el tipo de cosa
que desconocen los funcionarios norteamericanos porque ya los venezolanos
dejamos de tener interlocutores válidos fuera del país, por lo que solo les
resta a los personajes de la importancia de Rex Tillerson, la disyuntiva
obligada de convocar a los militares para que “resuelvan esto” como alternativa
final, porque “los lideres ya no pueden
servir al pueblo”, como señaló. Pero no podemos conformarnos con cualquier
solución porque ya este pueblo ha sufrido demasiado los errores de quienes nos
dirigen.
En ocasión del decimoquinto aniversario del 11 de Abril de
2002, escribí el año pasado una nota dedicada a los caídos de ese día (ver “Vox
Populi, vox Dei” http://ticsddhh.blogspot.com/2017/04/vox-populi-vox-dei.html),
con la promesa de seguir luchando por hacerles justicia y colaborar por la
recuperación de la libertad por la que ellos murieron. Ojalá que la memoria de
ellos y la de cientos más que han muerto después del 2002 permitan que estas
ideas lleguen a quienes deben llegar para que puedan ser igualmente evaluadas
en beneficio de una verdadera solución pacífica y constitucional, a pesar de
los múltiples intereses de los que se disputan el poder -los de allá y los de
acá- pero sin pensar en las vidas que ha costado eso y las que todavía puede
costar. Ojala que la Voz del Pueblo sea la Voz de Dios...
Caracas,
5 de Febrero de 2018
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana