lunes, 24 de diciembre de 2018

Navidad 2018, una cuestión de credibilidad

Por Luis Manuel Aguana

Tal vez muy poca gente sepa que la hermosísima película de Navidad realizada en dibujos animados, protagonizada por Tom Hanks y estrenada el año 2004, titulada en español “El Expreso Polar” (The Polar Express) estuvo basada en un libro de cuentos brevísimo escrito por Chris Van Allsburg en 1985, autor de otras obras llevadas al cine exitosamente como Jumanji y Zathura. Recuerdo particularmente esta ocasión porque cuando conocí ese libro de cuentos en una bellísima edición de Ediciones Ekare - Banco del Libro patrocinada por Fundación Polar en 1996, la historia no era tan conocida por la película que la hizo famosa y era el perfecto regalo para Navidad.

El cuento en el fondo trata de fe. Un niño que solo le pidió de regalo a San Nicolás un cascabel plateado del arnés de uno de sus renos, siendo este el primer regalo de esa Navidad en el Polo Norte. El cascabel “hacía un sonido mágico como ninguno que hubiera escuchado antes”, decía el niño. Pero de regreso a casa en el Expreso Polar, el niño perdió el cascabel plateado.

La pérdida del preciado objeto le rompió el corazón cuando le dejaron en casa. Pero al abrir los regalos debajo del árbol de Navidad la mañana siguiente, había una caja con su nombre con el cascabel adentro. San Nicolás se lo había regresado y lo había puesto en el árbol con una nota:“Agité el cascabel. Repicó con el sonido más hermoso que mi hermana y yo hubiéramos escuchado jamás. Pero mi madre comentó: -Ay, ¡Qué lástima! – Sí - dijo mi papá-. No suena. Ninguno de los dos había escuchado el sonido del cascabel. Hubo un tiempo en que casi todos mis amigos podían escuchar el cascabel, pero con el pasar de los años, dejo de repicar `para ellos. También Sarah (su hermana), cierta Navidad, ya no pudo escuchar su dulce sonido. Aunque yo ya soy viejo, el cascabel aun suena para mí, como suena para todos aquellos que verdaderamente creen”. (1)

Creen en la Navidad, creen que las cosas pueden ser mejores aunque estén muy mal. Les dediqué este bello libro a mis hijas ese año con la siguiente nota: “Este libro demuestra que el Niño Jesús si existe porque está y estará siempre en el corazón de ustedes…”.

Quise esta Navidad recordar este regalo que les di hace tantos años a mis hijas, en ese entonces pequeñas, porque los venezolanos hemos perdido la capacidad de escuchar ese cascabel. Pero como bien dice el autor al final, suena para todos aquellos que verdaderamente creen. Pero como adultos que somos hemos perdido la capacidad de creer que podemos salir de este grave problema donde nos metimos todos, dejando que el pragmatismo nos convenza que la única salida es plegarse al régimen o salir por Maiquetía, o por las fronteras con Colombia y Brasil.

Y cuando decimos “verdaderamente creen” puede tener otras implicaciones. Pero no deseo entrar aquí en un terreno controversial pero por el que de una manera u otra todos hemos pasado en la creencia o no en un Dios en cada religión. O crees que saldrás adelante o no crees. Es así de simple. Los niños lo tienen más claro, como en el caso del cuento señalado, cuando creen verdaderamente de corazón. Los adultos, lo complicamos todo con el pragmatismo, como indicaba Antoine de Saint-Exupéry en El Principito: A las personas mayores “cuando uno les habla de un nuevo amigo, jamás te preguntan sobre lo esencial. Nunca te dicen “¿Cómo es el timbre de su voz? ¿Cuáles son los juegos que prefiere? ¿Acaso colecciona mariposas? En vez de eso preguntan “¿Qué edad tiene? ¿Cuántos son sus hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre? Solo entonces creen conocerlo…No hay que tomárselo a mal. Los niños deben ser muy indulgentes con las personas mayores…” (2)

Comprobé la importancia que había adquirido ese principio para mis hijas cuando muchos años después ya mayores las vi obsequiando “El Principito” a una de sus amigas con la siguiente dedicatoria: “Que el Principito te enseñe a nunca olvidar que fuiste niña alguna vez…”. Parece mentira pero eso también se enseña…

Pero no es fácil hacer que la gente crea en algo si tú mismo no crees, o peor aún, si la gente tiene la percepción de que tú no eres confiable. Ese es un principio fundamental y más aun cuando se pretende guiar a una sociedad en una crisis tan grave como la nuestra. Si el liderazgo no es capaz de transmitirlo de alguna manera, no existe posibilidad de materializar que una sociedad se movilice alrededor de una idea.

En un interesantísimo papel de trabajo presentado en las sesiones del año 2014 del Consorcio Europeo de Investigación Política (European Consortium for Political Research-ECPR), titulado “Credibilidad como fuente de capital político: Explorando el desempeño de los líderes políticos desde una perspectiva de credibilidad” (Credibility as a source of political capital: Exploring political leaders’ performance from a credibility perspective
https://ecpr.eu/Filestore/PaperProposal/71691ba3-7f4b-4f4a-ae59-3d7551645733.pdf), se llegaron, entre otras, a varias conclusiones que transcribo abajo en traducción propia, y que considero bien importantes que sean analizadas por los venezolanos:

La credibilidad es un concepto relacional. No es algo que posean los líderes, es algo inherente a su personalidad, pero es también es algo que necesitan ganar, y que debe ser atribuido a ellos por su público….La credibilidad es una cuestión que el público debe abordar una y otra vez. Esto significa que en lugar de ser un factor estable, la credibilidad puede aumentar y disminuir. Como tal, la credibilidad no es sólo relacional, sino también tiene una naturaleza dinámica…En investigaciones subsiguientes donde se adoptó principalmente un enfoque analítico, los estudiosos asociaron varias dimensiones con la credibilidad, pero en su esencia se encontró una y otra vez que la credibilidad tenía solo dos: competencia y confiabilidad. Competencia se refiere a los conocimientos, la pericia y la experiencia del vocero. En el caso de los líderes políticos, esto podría relacionarse con el conocimiento, la pericia y la experiencia necesarios para abordar adecuadamente los problemas políticos y sociales de la sociedad. La confiabilidad, en segundo lugar, se refiere a la medida en que una audiencia percibe un comunicador como honesto y no engañoso.

Sin embargo desde la década de 1990 ha ocurrido que existe de hecho una tercera dimensión en el concepto de credibilidad: la solidaridad percibida como  “buena voluntad". Esta solidaridad implica que el público necesita estar convencido de que el vocero político les escucha, que tiene sus intereses en su corazón, y que es -en el caso de los líderes políticos- el que no utiliza la política para llenarse los bolsillos. Anteriormente, este rasgo formaba parte de la dimensión de la confiabilidad, que tiene sentido intuitivo. ¿Cómo puede alguien ser digno de tu confianza si no tiene en cuenta tus intereses?...”

A la luz de esas investigaciones, ¿creen ustedes que nuestros líderes políticos opositores posean esas tres dimensiones de la credibilidad para hacerse cargo del país en una transición? ¿Y más aún, la hayan renovado una y otra vez con los venezolanos en el transcurso del tiempo? Yo podría poner algunos nombres aquí y todos convendríamos que sobrarían los dedos de una mano en el número de personas que en Venezuela dan esa percepción. Es por eso que el país está paralizado.

Todos los venezolanos intuitivamente hemos llegado a la conclusión que en los partidos que han manejado desde la oposición venezolana el grave problema que tenemos, nadie es percibido ahora como poseedor de las tres dimensiones: competencia, confiabilidad y solidaridad. Y es por eso que hay que buscar desde la sociedad civil esa solución. Yo le añadiría a esas dimensiones del estudio tres aspectos fundamentales para nuestro caso: ética, moral y virtudes ciudadanas.

¿Le estaríamos pidiendo mucho al Niño Jesús para esta Navidad que aparezcan esas personas para bien del país? Creo en Dios en que recibiremos ese regalo. A mi todavía me suena el cascabel…A todos mis amigos y seguidores del blog TICs & Derechos Humanos reciban una muy Feliz Navidad deseándoles a todos que tengan la chispa mágica de la fe y que verdaderamente crean que Dios en su infinita compasión no nos abandonará…

Caracas, 24 de Diciembre de 2018

Twitter:@laguana

(1)     El Expreso Polar (Título Original The Polar Express), Escrito e ilustrado por Chris Van Allsburg, Ediciones Ekare – Banco del Libro, Caracas, Cuarta Edición 1992, Patrocinado por Fundación Polar, ISBN 980-257-046-X
(2)     El Principito, Antoine de Saint-Exupéry, Traducción David Chericián

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