Por
Luis Manuel Aguana
No sé si por razones de los humores fluctuantes que tenemos todos los
seres humanos, a veces me despierto con la sensación que esto que nos pasa ha
avanzado tanto que parece irreversible.
Cuando veo en el Metro a un montón de gente leyendo ese periódico
propaganda que el régimen reparte gratis a las entradas de las estaciones me
digo, ¿cómo es posible esto? ¿Cómo es posible que a la gente la jodan y la
jodan de todas las maneras posibles y todavía lean la basura propagandística
que el régimen desea que se lea? Es entonces cuando me invade esa sensación de
desesperanza al presentir lo lejos que podría estar la solución de esta
pesadilla.
Gracias a Dios que son pocos los días en que me levanto así. La mayor
parte del tiempo apuesto por lo positivo. Que la mayoría de los venezolanos no
somos masoquistas, que lo que hay que ser es más inteligentes y elaborar con
trabajo arduo y persistente una salida a este laberinto que ya trae locos a
algunos, que tratan de salir de él rompiéndose la cabeza en contra de sus
paredes. Funesto error…
Eso me levanta el ánimo para ser cada vez más creativo. Y eso comporta
trabajar con ahínco para encontrarle una buena solución a este problema tan
complejo, en una suerte de composición semejante a la de hallar respuestas en lo
que el cálculo numérico denomina las aproximaciones sucesivas.
El sistema de aproximaciones sucesivas plantea que podemos llegar a la
solución final de un problema muy complejo a través de una cadena de resultados
intermedios que convergen a esa solución definitiva. Pero hay que dar bastantes
vueltas, donde partiendo del resultado intermedio vuelves a comenzar, y el
siguiente resultado es a su vez es producto del primero usado como insumo.
Y así sucesivamente. En la medida que nos acercamos a la solución del
problema vamos determinando si el resultado intermedio se “parece” a la
solución esperada. Y paramos el proceso después de muchas vueltas cuando
observamos que el siguiente resultado intermedio es igual al anterior, o
diferente con un error pequeño tolerable, es decir que seguir dando vueltas no refina
más el resultado, lo que indica que llegaste a tu solución final. Lo malo de
este método es que no sabes cuantas vueltas terminarás dando, pero lo bueno es
que invariablemente llegarás a una solución.
Algo así es lo que estamos haciendo con el Proyecto País Venezuela (http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/).
Como su nombre lo indica, este es un planteamiento que hacemos al país para cambiar
la manera de organización del Estado para producir bienestar y la mejor calidad
de vida para la población. No es un programa de gobierno. Es un planteamiento
estructural. En la medida que lo hemos
ido presentando la gente se enamora de un país posible, que si bien no existe
ahora, existirá si nosotros queremos.
Cada vez que echamos el cuento me convenzo más que lo podemos hacer, pero hay
que trabajar mucho para convencer a mucha gente. Esto es, ir en aproximaciones
sucesivas.
A estas alturas creo que no importa quién lo plantee. Es necesario
hacerlo porque el venezolano perdió, en términos generales, la esperanza que se
puede ser mejor como sociedad, como país, y está prácticamente huyendo de su
tierra. Lo que hasta ahora hemos oído de la clase política electoral es que a través
de un cambio de la administración se resuelven los problemas estructurales de
Venezuela. Es como si las columnas del edificio donde vives están agrietadas, y
el edificio en riesgo de desplomarse, la solución sea cambiar a la
administradora del condominio, ¡por Dios!.
La solución es que todos los propietarios tomen en serio el problema, reuniéndose
en Asamblea de Propietarios y decidan qué hacer para reparar el grave daño
estructural del edificio donde viven. Y después que reparen las columnas, que
venga la administradora que quieran todos, pero a administrar un edificio en
buenas condiciones.
Pues bien, eso es lo que está ocurriendo en Venezuela. Algunos
propietarios decidieron que irse del edificio es una solución para ellos. Nadie
los critica aquí. Si pueden hacerlo que lo hagan. Pero existimos algunos que
preferimos ir de apartamento en apartamento intentando convencer a todo el
mundo que es mejor reunirse para ver qué hacer, no solo porque no nos da la
gana de vivir en otra parte sino porque nos asiste el derecho de vivir mejor en
nuestros propias casas, a pesar del gobierno. Y lo más asombroso es que en cada
apartamento viven personas prodigiosas que no solo están en condiciones de aportar
soluciones, sino que están en la posibilidad de conseguir hacer de ese edificio
el mejor sitio del planeta para vivir.
Y eso es el Proyecto País Venezuela, la esperanza de convertir y
mejorar lo que tenemos, reparando estructuralmente el edificio. Pero eso
amerita que los propietarios se reúnan para estudiar los cambios en la
estructura del país y echarlos a andar. Por supuesto que habrá que pasar por un
período de ajustes e incomodidades mientras se hacen las reparaciones
correspondientes.
El tiempo de ese ajuste lo determinará que tan claros estemos todos en
cuáles son los cambios estructurales necesarios. Por ello es imprescindible
tener un mapa, un planteamiento serio previo, ¡y eso es precisamente nuestro
Proyecto! Se ha ido llegando a él por aproximaciones sucesivas. La seriedad del
planteamiento a los propietarios del país y depositarios de la Soberanía hace
que cada vez más personas indiquen que ese es el camino correcto, sin importar cual
sea el desenlace de la situación del país que pueda derivar en el cambio de la
administradora pero no en la reparación de la estructura.
Pero para aceptar que se puede resolver cualquier problema es
necesario una condición previa: una disposición mental positiva. No amanecer
cada día pensando que “nos ganaron” porque entonces ya perdimos. Puedo entender
que algunos piensen que la única “salida” al problema de Venezuela es Maiquetía,
pero también me gusta pensar que hay otros que creemos, sin llegar a ser
suicidas, que podemos recuperar a nuestro país. Y que más temprano que tarde
todos los propietarios comenzarán a moverse en la dirección correcta.
Sin embargo, todos los días nos encontramos con un bombardeo de
opiniones que van en la dirección de abandonar el edificio. Que esto es
irreversible, que el edificio se terminará cayendo y lo que hay que hacer es
huir de él sin mirar atrás. Pero hasta donde yo sé en política nadie tiene una
bola de cristal y lo cierto es que el resultado final de todo lo que pase lo determinaremos
nosotros de acuerdo a lo que hagamos hoy. Nadie vendrá de afuera a administrar
el condominio ni mucho menos a reparar las columnas; y por más ayuda que
ofrezcan los vecinos, esta no se concretará sino hasta cuando nos vean a
nosotros cargando el cemento para repararlas. Sigo convencido en que pronto nos
verán, como resultado del proceso de aproximaciones sucesivas, y cuando eso
pase tal vez ésa sea la última vuelta
para llegar a la solución final del problema…
Caracas,
25 de Abril de 2015
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana