Por Luis Manuel Aguana
Difícilmente exista en el pueblo venezolano y en especial en el
caraqueño, una tradición tan hondamente respetada y querida como aquella que
dio origen a la leyenda de “El Limonero del Señor”. En efecto, así tituló el
poeta del pueblo, Andrés Eloy Blanco, al poema dedicado al Nazareno de San
Pablo en conmemoración perenne del milagro que se le atribuye por haber curado
de la peste a los caraqueños, al enredarse los gajos del limonero de la esquina
de Miracielos a su corona de oro, en aquel año del Señor de 1597:
…En la esquina de Miracielos / hubo una breve oscilación; / los
portadores de las andas / se detuvieron; Monseñor /el Arzobispo, alzó los ojos
/ hacia la Cruz; la Cruz de Dios, / al pasar bajo el limonero, / entre sus
gajos se enredó. / Sobre la frente del Mesías / hubo un rebote de verdor / y
entre sus rizos tembló el oro / amarillo de la sazón.
De lo profundo del cortejo / partió la flecha de una voz: / ¡Milagro…!
¡Es bálsamo, cristianos, / el limonero del Señor…! / Y veinte manos arrancaban
/ la cosecha de curación / que en la esquina de Miracielos / de los cielos
enviaba Dios. /Y se curaron los pestosos / bebiendo el ácido licor / con agua
clara de Catuche, / entre oración y oración….
Traigo al recuerdo
el poema de Andrés Eloy esta Semana Santa de 2016, porque lo que sufrimos, no
solo los caraqueños, sino todos los venezolanos, es una peste tal vez de igual
o mayor magnitud de la que sufrieron nuestros antepasados en 1597.
Con el milagro del
Nazareno de San Pablo al pasar su procesión por la esquina de Miracielos, lo
que hizo fue mostrarle a sus fieles que la solución estaba tan cerca como esa
famosa mata de limón que ahora recordamos todos los años en estas fechas al
haber curado a un pueblo que se moría en las calles.
Y así de cerca para
el que la quiera ver está la solución de Venezuela, como el limonero de la
Esquina de Miracielos. La gente moría en las calles con una peste y la solución
estaba allí. Haría falta un milagro para que vieran lo obvio. Hacía falta que
el propio Nazareno mostrara la curación para que la gente dejara de morir.
No en vano los venezolanos
somos así. Tal vez se hubieran reído si alguien hubiera ofrecido limones para
aplacar la crisis, ¿quién sabe? Pero lo cierto es que la solución estaba allí y
nadie la había visto.
Pero algo bien
importante: al final, Andrés Eloy denuncia la desaparición del limonero:
…Miracielos: casuchas nuevas; / la tapia desapareció. / ¿Qué mano
avara cortaría
el limonero del Señor…? / ¿Golpe de sordo mercachifle o competencia de Doctor /
o despecho de boticario / u ornamento de la población…?
el limonero del Señor…? / ¿Golpe de sordo mercachifle o competencia de Doctor /
o despecho de boticario / u ornamento de la población…?
El Nazareno de San Pablo / tuvo una casa y la perdió / y tuvo un
patio y una tapia / y un limonero y un portón. / ¡Malhaya el golpe que cortara
/ el limonero del Señor…! / ¡Mal haya el sino de esa mano / que desgajó la
tradición…!
Aun a sabiendas
del poder curador del limonero para el pueblo, alguien lo desapareció. Alguien pensó
que no era conveniente que el mismo pueblo al que Dios a través de su Nazareno
le obsequió la curación, administrara eso. Alguien pensó que no era posible que
el pueblo se diera su propia solución. Todo lo que había tenido el Nazareno lo
había perdido, hasta su limonero, razón por la cual no era extraño pues que
hasta eso lo perdiera también.
Cuando algunos
venezolanos decimos porque creemos que es del mismo pueblo que debe salir la solución
al grave problema que confrontamos, y que se originó de las entrañas mismas de
lo que somos, no falta ese alguien, a quien acusa de una manera indirecta y
precisa Andrés Eloy en su poema, para decir que eso debe “ser administrado”.
Que el pueblo debe ser conducido por algunos iluminados que “saben”, porque
tienen la “experiencia”, para donde
deben ir los destinos de este pueblo que se muere por la nueva peste del Siglo
XXI.
Pero creo que se
equivocan esta vez. Ya Venezuela los reconoce y no les cree porque ellos
cortaron El Limonero del Señor. ¡Mal haya
el sino de esa mano que desgajó la tradición…! como maldijera Andrés Eloy a
quienes cortaron el limonero. De las tierras de toda Venezuela cosecharemos
limones para combatir esta nueva peste del Siglo XXI. Del mismo pueblo de Venezuela
saldrán los liderazgos que conduzcan esa cosecha para curar la peste que nos
agobia. Ya están saliendo los primeros frutos y el pueblo ávido ya reconoce la
cura en una solución que sale de la propia gente.
Los poetas son
unas almas tan sensibles que vibran con el pueblo que les acoge. Aquiles Nazoa decía
en su Credo que creía en los poderes creadores del pueblo; y Andrés Eloy
Blanco, con su extraordinaria agudeza desafiaba la imaginación señalando sutilmente
a los enemigos del pueblo venezolano.
La Constituyente
está tan cerca de este pueblo y del Juan Bimba de Andrés Eloy Blanco como estuvieron
los limones de El Limonero del Señor en 1597. Esa cura está allí, de las manos
de la propia gente de todo el país. Solo deben comprenderla para aplicarla,
como el jugo de limón con agua clara de Catuche. No permitamos que manos
interesadas en desviar los poderes creadores del pueblo, esta vez la corten
como lo hicieron antes con el limonero. Nos queda ahora a nosotros salvarla
para convertirla en realidad, invocando la ayuda del Todopoderoso y el milagro del
Nazareno de San Pablo en esta Semana Santa del Señor del año 2016…
Caracas, 22 de
Marzo de 2016
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana