Por Luis Manuel Aguana
La inmensa cantidad de
correos y artículos publicados en relación a que la única salida a la crisis
institucional del país pasa por un Golpe de Estado es aterradora. Muchas de las
argumentaciones se basan-y con toda razón-, en la responsabilidad que tienen
las Fuerzas Armadas de la restitución del Estado de Derecho, pisoteado hasta la
saciedad por el régimen de Chávez, heredado por el Ilegitimo mediante el atraco
en descampado de unas elecciones.
Sin embargo, esas voces al
unísono me suenan como el coro de ranas que de aquella fábula de Esopo, “Las Ranas
pidiendo Rey” que describí el año pasado: “Aún
estamos sintiendo lo que deseamos como país en 1998, a alguien que pusiera
orden. Pareciera que todos los venezolanos fuimos a pedírselo juntos en cola al
dios Júpiter de la fábula. Y nuestra suplica fue concedida cuando nos llegó
alguien que se está comiendo a las ranas en el más absoluto desorden. Pero este
país merece algo más que el lapidario designio de Júpiter acerca del reinado
eterno de ese rey.” (ver Fabulas de Esopo en http://ticsddhh.blogspot.com/2012/03/fabulas-de-esopo.html).
Lean la fábula y lo comprenderán.
Es por esa razón que voy a
atreverme a ir en contra de la corriente general y de las muy respetables voces
que claman por ese Rey. No es la primera vez que lo hago. Pienso que vuelven a
equivocarse, de la misma manera que lo hacen aquellos que creen, todavía
atornillados en el siglo pasado, que nos encontramos en los mismos escenarios políticos
e institucionales que vivimos en Venezuela con los golpes ya conocidos y
estudiados, con unas Fuerzas Armadas, no solo armadas con las armas de la República
sino también con la decencia que ello debe conllevar.
No señores, un Golpe de Estado
ahora no sería como el de la Junta de 1948 que entronizó a Perez Jiménez por 10
años, y menos aún como el que le dieron a él los cadetes de la Academia Militar,
que asombrosamente contó con una Junta que llevó al país a unas elecciones
limpias en 1959 y luego generosamente le traspasó el poder a un Presidente
legítimo.
Pero lo peor del Golpe no
son las expectativas que se tienen con él-sin fundamento, a mi modesto modo de
ver-, sino que sería una suerte de “quítate tu pa’poneme yo” con la extraordinaria
excusa que le daríamos nosotros mismos para irrumpir sobre el hilo
constitucional al respaldarlo abiertamente porque sobran las razones para
darlo. Pero a veces, sobran razones también para matar a un asesino violador
con las propias manos y no por eso aprobamos su linchamiento por la poblada.
Para eso la sociedad se da tribunales y justicia.
Los Golpes del pasado
contaban con una condición que no existe ahora: eran golpes entre venezolanos,
no había un tercero interesado en medio. Se convoca a la “institucionalidad de
las Fuerzas Armadas” como si eso fuera algo que no debe estar respaldado por
las armas.
El Comandante Hugo Chávez
DESARMO a la Fuerzas Armadas. Así como lo leen. Le entregó las armas de la República
a las milicias inconstitucionales, a los grupos paramilitares, a los
delincuentes, a la narcoguerrilla, a los Colectivos, a todo el mundo menos a
quienes debían institucionalmente tener el control de esos instrumentos, los únicos
capaces de sacarlo del poder.
Desmanteló el apresto
operacional de todos los componentes de las Fuerzas Armadas al punto de que no
existiera nadie que fuera capaz de reunir el poder suficiente para cambiar este
estado de cosas por la vía de la fuerza militar, en contra de los designios de
la ocupación cubana. Chávez no corrió el riesgo de sus predecesores. Nadie sabe
a ciencia cierta cuánto daño le ha hecho este régimen a las Fuerzas Armadas.
Sin embargo, como dicen en
las Fuerzas Armadas: “los militares son leales hasta que se alzan”. Pero,
asumiendo que ese coro de voces tenga razón, ¿quiénes serían los nuevos
alzados? ¿De dónde saldrían? ¿De unas Fuerzas Armadas deliberadamente desarmadas
y desarticuladas? Esta situación nos pone en el siguiente predicamento: los
soldados institucionales no pueden alzarse porque fueron desarmados, y quienes eventualmente
pueden hacerlo serían los otros, los del “lado obscuro de la fuerza”. Y en caso
de que lo hagan, ¿ustedes creen que lo harían con la premisa de llevarnos a una
democracia? ¡Nos enterrarían en una urna blanca! De nuevo, las ranas pidiendo
Rey…
Venezuela ha llegado al
punto en el cual todos debemos entender que no se puede seguir imponiendo una
parte del país sobre la otra parte. Chávez hizo bien su trabajo al dividirnos
en dos toletes. Soy de la creencia que estamos en el tolete de la mayoría pero
esa mayoría no se le puede imponer al resto del país sin que se le reconozca su
representación proporcional. Necesitamos reconciliar a Venezuela para
reconstruirla. Eso no significa impunidad, significa vivir en paz desde algún
punto en adelante y reconstruir al país con justicia. Con un Golpe no se
logrará eso por la naturaleza misma del concepto.
Un Golpe bajo la premisa
que los que queden al mando reunificarán al país es ingenuo. Nadie puede
garantizar lo que salga de la Caja de Pandora que se abriría cuando eso ocurra
y el que lo diga es un ingenuo o un criminal oportunista.
La naturaleza de los
militares que están del “lado obscuro de la fuerza” en Venezuela y que son los
que tienen el suficiente poder para dar un Golpe, solo la saben el Departamento
de Estado norteamericano y todos los servicios de inteligencia de las potencias
que buscan narcotraficantes globales. Ellos solo darían un Golpe para
defenderse de que no los extraditen. Y en el supuesto negado que lo hagan, no será
para nuestro bien, como lo sufrieron las ranas de la fábula.
Algunas voces han asomado
la posibilidad de un proceso Constituyente para afrontar la crisis. No es una
fantasía, es una posibilidad cierta. El país requiere volver a encontrar un
camino. Lo está buscando tan desesperadamente como en 1998 cuando clamó por un
salvador que dijo que una Constituyente era la solución. Y los venezolanos le
creyeron y lo hicieron Presidente.
Pero ahora las razones de
una Constituyente se hacen presentes de nuevo pero con una diferencia y una
razón fundamental: elegir los Constituyentistas sobre la base real del país actual
con la representación proporcional de las minorías que no hubo en 1999 para
discutir el país que queremos como diferencia principal, con la reunificación del
país como razón fundamental.
Convocar a una
Constituyente solo requiere de la voluntad del 15% de los venezolanos inscritos
en el Registro Electoral y está en la Constitución (Art. 347, 348 y 349). No
existen lapsos para hacerla y nadie puede impedírnosla. Podemos realizarla
cuando queramos los ciudadanos que resolvamos hacerlo.
Una Asamblea Nacional
Constituyente no es un salto al vacío como si lo sería un Golpe de Estado. No
hay que tenerle miedo a la democracia. Estableciendo un mecanismo de decisión
por consenso en una ANC se eliminarían las dudas que una parte del país se
imponga sobre la otra parte. En ella se decidiría reafirmar nuestra soberanía
expulsando a quienes la han usurpado y reconstituyendo a nuestras Fuerzas Armadas;
y asimismo reconstruir los poderes públicos, particularmente al Poder Electoral
para unas Elecciones Auténticas que desalojen al Ilegitimo de Miraflores, unificando
a los venezolanos en torno a un proyecto común y de consenso de país. ¿No creen
ustedes que eso es mejor que un Golpe de narcotraficantes y oportunistas?
Caracas, 10 de Junio de 2013
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter: @laguana