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domingo, 17 de mayo de 2015

La reivindicación del jabón azul

Por Luis Manuel Aguana

Desde tiempos que ya no me quiero acordar, el jabón azul ha sido considerado el “jabón del pueblo”. Sí, ese jabón que servía para todo, no solo para bañarte sino para lavar la ropa, bañar al perro, bañarte cuando tenías una infección en la piel, sacarte los piojos, en fin, para casi para cualquier cosa que tuvieras. La gente siempre lo compraba como parte de su vida, así como comprar azúcar, harina pan, o aceite. Y ahora gracias a la “revolución” y la tecnología, el jabón azul ha subido de estatus. ¡Sí! Aunque ustedes no lo crean, ahora “revolución bonita” reivindica al jabón azul al mismo nivel que cualquier Camay, Dove o antibacterial costoso.

En efecto, tal vez la gente no lo recuerde pero Sarita Montiel decía en su cuña que ella cuidaba “su bellísimo cutis con Camay” (ver https://www.flickr.com/photos/dany_rayle/11130450316/). O más recientemente las cuñas perfeccionistas del jabón Dove, lleno de crema, que según sus anunciantes alargan la juventud de las mujeres pasaditas de edad. Pero ya eso es cosa del pasado. De acuerdo al régimen ahora se puede equiparar el jabón azul con los jabones de más “clase”, sin ofender por supuesto al primero.

De acuerdo a la siguiente historia “de la vida misma”, proveniente de una de las miles de personas afectadas por estos desafueros del régimen, usted de ahora en adelante no podrá ningunear al popular jabón azul: “…ayer pase por el Gamma, llegue tarde a la repartición del papel sanitario, pero había jabón de baño, tome los que correspondían, dos, pero al llegar a caja me dicen que no puedo llevar porque yo ya había comprado esta semana, cosa que no era cierta, el gerente me pregunto que si yo había comprado jabón azul en Farmatodo, le dije que si, entonces me explicó que ya ambos establecimientos estaban en sincronía y que por eso no me podían vender los dos jaboncitos y que a esto se irían sumando paulatinamente el resto de los supermercados y farmacias…” (Subrayado nuestro).

¡Estaban en sincronía! Ya lograron conectar los primeros establecimientos electrónicamente para evitar que usted “repita” las compras. Ya había advertido que pronto el régimen llegaría a esa fase superior de violación de derechos humanos (ver Captahuellas, Derechos Humanos y Racionamiento en http://ticsddhh.blogspot.com/2014/09/captahuellas-derechos-humanos-y.html). Pero mi imaginación no fue más pródiga que la realidad porque lo que no se me ocurrió fue que aplicarían criterios a la compra de los productos; y eso no tiene nada que ver con tecnología. Colocan al jabón azul en la misma categoría que el jabón de baño. Imagino que dentro de poco colocarán las servilletas de mesa en la categoría del papel higiénico, con lo cual aquel que compre papel sanitario no podrá poner servilletas en su mesa y viceversa.

Pero eso no es lo grave. Lo grave es que al colocar la tecnología al servicio de este plan comunista se violan automatizadamente nuestros derechos constitucionales. No me canso de repetir que de acuerdo al Art. 117 de la Constitución, “Todas las personas tendrán derecho a disponer de bienes y servicios de calidad, así como a una información adecuada y no engañosa sobre el contenido y características de los productos y servicios que consumen; a la libertad de elección y a un trato equitativo y digno…” (Subrayado nuestro).

De nuevo, nótese aquí la frase DERECHO DE DISPONER DE BIENES Y SERVICIOS. En ninguna parte de ese artículo se habla de que el Estado pueda disponer a su discrecionalidad de los bienes o servicios de los ciudadanos o si los funcionarios públicos pueden administrar ese derecho.

Pues bien, no solo están disponiendo de nuestro derecho constitucional de escoger que comprar, sino que ahora deciden por nosotros si el jabón azul es bueno para bañarnos o no. Mañana decidirán si todos debemos vestir como los chinos, de un solo color y modelo de ropa, o si tal vez será mejor que todos nos ajustemos a la dieta del arroz.

Han destinado tecnología costosa como la de las captahuellas, interconexión entre supermercados, incluso obligado a las grandes cadenas de medicinas y víveres como las del ejemplo arriba señalado, para evitar que la gente no compre “repetido”, basado en el criterio de algún burócrata que no sabe diferenciar entre el jabón azul y jabón para bañarse; pero no han destinado ni un policía de punto para evitar que se vendan bultos de papel higiénico y harina pan a precios del mercado negro. ¿Y por qué? Porque son ellos quienes manejan ese negocio (ver video del caso del papel higiénico en Muestra de socialismo con los enchufados venezolanos (GNB) https://youtu.be/ad4AZsHg4QQ)

A nadie de esas colas le venden por bultos, eso era antes cuando Venezuela era otra.  Entonces, ¿por qué evitar que alguien se lleve un jabón para bañarse, supuestamente impidiendo un negocio que en su mayoría no se maneja a ese nivel de detalle? ¿Por qué concentrar la atención en quienes difícilmente pueden repetir pequeñas compras porque las colas son imposibles de volverse a hacer para el común de la gente?

La respuesta sale inmediata: para desviar la atención de los verdaderos “bachaqueros” que se encuentran en el gobierno, que sí son los que si manejan bultos y camiones enteros de papel higiénico, harina pan, pañales y pare usted de contar, culpabilizando deliberadamente a quienes dejan su salario haciendo una cola de supermercado. Pasa lo mismo en la frontera del Táchira y Zulia con la gasolina donde el “culpable” es el ciudadano al que hay que imponer una tarjeta de racionamiento de combustible cuando el negocio de verdad pasa por la frontera para Colombia en camiones a la vista gorda de la GNB.

No solo el régimen nos atropella gastando lo que no tiene para que tecnológicamente el jabón azul sea lo mismo que el jabón antibacterial, sino que encubre con eso a los verdaderos ladrones y acaparadores de mercancía, agravando aun más la situación.

Pero ese no es el verdadero fondo del problema. Esto que nos pasa no es más que una grave distorsión, y como nos parece tan aberrante llegamos a  pensar que la gimnasia y la magnesia son la misma vaina. No debemos molestarnos porque el régimen confunda el jabón azul con el jabón para bañarse. Debemos arrecharnos (y perdonen mi mal inglés) porque hemos perdido la LIBERTAD para escoger. Y al ir conculcándonos poco a poco esa libertad, morimos de igual manera…

No esperemos la reivindicación de otro producto popular de la mano de algún resentido social del régimen, porque se nos irá la vida con ello. Procedamos más bien a exigir nuestro derecho a decidir en qué categoría deseamos poner al jabón azul y al resto de los productos de acuerdo a lo que consideremos conveniente. Esa es una de las prerrogativas del Depositario de la Soberanía, no de ningún gobierno. Si todos llegamos a tener claro eso, no solo nos bañaremos con el producto que nos de la gana, sino que en el proceso habremos recuperado nuestra libertad…

Caracas, 17 de Mayo de 2015

Twitter:@laguana

jueves, 6 de junio de 2013

Más allá del racionamiento electrónico



Por Luis Manuel Aguana

No hay nada más odioso que decir “te lo dije”. El pasado año publicaba en este blog: “El uso de la más avanzada tecnología, solo encuentra salida en este gobierno en las aplicaciones más aberrantes y atentatorias contra los Derechos Humanos. Utilizando los recursos de todos los venezolanos, PDVSA y su Presidente encontraron en la tecnología del CHIP una aplicación para llevarle la cuenta a los ciudadanos del Zulia y del Táchira de cuanto combustible usan, haciendo realidad por primera vez en nuestro país la tarjeta de racionamiento cubana, pero con la más alta sofisticación tecnológica. De allí a que nos pongan un brazalete con un CHIP para indicarnos cuantos litros de leche o cuantos kilos de arroz podemos comprar por mes en un supermercado, no hay sino un paso.” (ver Un CHIP para los viejitos en http://ticsddhh.blogspot.com/2012/07/un-chip-para-los-viejitos.html).

En la citada nota sugería que en lugar de usar la tecnología para racionar la gasolina a los habitantes de los Estados fronterizos, se utilizara para evitarle las colas a los viejitos para cobrar su pensión. Paradójicamente lo hicieron. No sé si alguien del gobierno leyó la nota y se le prendió un bombillo, cosa que rara vez pasa. En esta oportunidad espero que hagan lo mismo.

Pues bien, Arias Cárdenas logró la proeza de establecer la famosa tarjeta de racionamiento electrónico cuyas pruebas debutantes anuncié en julio de 2012 (Ver http://www.noticierodigital.com/2013/06/arias-cardenas-sistema-automatizado-de-venta-de-alimentos-no-es-una-libreta-de-racionamiento/).

Nuestros derechos económicos están plenamente garantizados en nuestra Carta Magna. De acuerdo al Art. 117 de la Constitución, Todas las personas tendrán derecho a disponer de bienes y servicios de calidad, así como a una información adecuada y no engañosa sobre el contenido y características de los productos y servicios que consumen; a la libertad de elección y a un trato equitativo y digno…”. Nótese aquí la frase DERECHO DE DISPONER DE BIENES Y SERVICIOS. En ninguna parte de ese artículo se habla de que el Estado pueda disponer a su discrecionalidad de los bienes o servicios de los ciudadanos o si los funcionarios públicos pueden administrar ese derecho.

En razón de eso ¿qué derecho tiene el Gobernador Arias Cárdenas o cualquier otro funcionario público, para decidir cuanta salsa de tomate le echo a mi comida, cuantas arepas me como en el desayuno o cuantos marrones me tomo en el día? De allí a decidir si prendo o no mi televisor o cuántos hijos quiero tener con mi mujer no hay más que un paso.

El expediente de contrabando de extracción que utiliza Arias para racionar electrónicamente a los zulianos, ya utilizado con la gasolina, tiene un fundamento que se basa en distraer a los venezolanos de quienes realmente poseen el negocio de la extracción.

Las gandolas llenas de gasolina o de comida que pasan por las fronteras hacia Colombia a la vista gorda de las autoridades, incluyendo la del Gobernador, no pertenecen a los ciudadanos pendejos a los que ahora les están diciendo que comer y en qué cantidad. Pertenecen a los delincuentes bien organizados, con las conexiones necesarias con las autoridades para hacer ese negocio en gran escala, y que con esta medida están siendo protegidos por el gobierno de Arias en el Zulia.

No es solo una prueba de cómo manejar administrativamente y de manera más eficiente-de forma tecnológica-, la escasez alimentaria que se apodera de Venezuela. Es una manera de matar dos pájaros de un tiro: de como meterse unos reales con el hambre del pueblo y de paso dejar lo que quede para la mayor cantidad de gente posible.

Pero hay más. Este manejo de la tecnología para el atropello de las libertades públicas no se hace solo. La denuncia permanente que he realizado acerca del uso de la tecnología para restringir las libertades ciudadanas, que es el objetivo principal de la existencia de este blog, apunta hacia el hecho que detrás de todo este aparataje lleno de tecnología hay técnicos venezolanos usando sus habilidades y experticia para realizar este lamentable trabajo, en deplorable conchupancia con el invasor cubano.

Estos técnicos comparten esta violación de nuestras libertades individuales. Es tan criminal lo que hace Arias Cárdenas como lo que hacen los técnicos informáticos al proveerle de una herramienta para atropellar nuestros derechos. La tecnología de la información es una herramienta muy especializada y poderosa que hay que utilizar a conciencia. Es hora que las personas que se desempeñan en este campo en Venezuela sepan que no están actuando sin conocimiento de causa, aunque posteriormente puedan alegar que solo era un trabajo por encargo.

El gobierno al hacer un uso intensivo de estas herramientas para incidir en la vida de las personas sin el debido control ciudadano, como existe en otras partes del mundo-menos en Venezuela-, nos deja solo a nosotros, los técnicos, con alguna responsabilidad ética de no permitirlo, en la medida de nuestras posibilidades. Pero de permitirlo, los expertos se hacen cómplices. Ya hemos publicado de la inexistencia en Venezuela del Derecho de Autodeterminación Informativa y que es en cierta medida la causa por la cual los gobiernos pueden hacer uso indiscriminado de la información de los ciudadanos (ver Censo 2011 y el Derecho a la Autodeterminación Informativa en http://ticsddhh.blogspot.com/2011/08/censo-2011-en-venezuela-y-el-derecho-la.html).

Lo lamentable es que las personas se hallan desprovistas de cualquier posibilidad de evitar los embates del Estado venezolano para atropellarlas. Al limitar la compra de los artículos de la cesta básica a una cantidad programada de una manera periódica, se hace requerida la identificación personal de la gente. De esta forma, al crear una base de datos centralizada con las compras periódicas de las personas, el gobierno estará en la posibilidad de limitar esas compras DE MANERA PERSONALIZADA.

Con un gobierno que ha demostrado hasta la saciedad ser criminal y retaliativo, todos los venezolanos deberíamos estar muy preocupados porque se cruce esa base de datos de compras con la muy triste célebre Lista de Tascón, y más aun cuando se piensa que este experimento llegue a nivel nacional. ¿Se dan cuenta de lo importante que es evitar que esto se desarrolle?

Un racionamiento que excluya a personas identificadas de una manera deliberada, no solo es una posibilidad cierta cuando se cuenta con las herramientas tecnológicas apropiadas para ello, sino la forma más expedita de aterrorizar a los más débiles, con la intención de atarlos permanentemente a los designios del gobierno, y de la manera más despreciable: por el estomago y las necesidades del ser humano.

Así que debemos sopesar esta noticia más allá de lo que se ve a simple vista, incluso más allá de la consideración técnica de un racionamiento del Siglo XXI. Se debe apreciar como la raya que debemos colocar para indicar el final de la tolerancia a un régimen delincuente y castrador de libertades.

Caracas, 6 de Junio de 2013

Twitter: @laguana