Por Luis Manuel Aguana
“No es la Constitución la que está enferma en Venezuela,
sino la sociedad”. La frase es del Padre Luis Ugalde (ver Refundación de la
Republica en http://www.el-nacional.com/luis_ugalde/Refundacion-Republica_0_241176161.html)
argumentando, como ya lo han hecho otras distinguidas personalidades, que
Venezuela ha tenido muchas constituciones y ninguna ha resuelto ningún
problema.
Refiero la frase porque me quedé con ella por lo de la
enfermedad que refiere el artículo del Padre Ugalde y tiendo a estar de acuerdo
con que la sociedad venezolana está gravemente enferma. En lo que no nos
ponemos de acuerdo todos es en el tratamiento que hay que darle a esa
enfermedad. Incluso hay que ponerse de acuerdo primero en la naturaleza misma
del mal para poder poner el remedio adecuado.
Decir que en Venezuela ha habido muchas Constituciones y una
mas no resolverá el problema es un lugar común simplista. Hay que mirar en
detalle porqué las hubo y la naturaleza misma del país que fuimos y que somos
para haberlas tenido. A los Estados Unidos le ha bastado con tener una sola
Constitución fundamentada en sólidos principios para tener un gran país. Pero
hay que ir al fondo de quiénes son ellos y su cultura. A Inglaterra le ha
servido no tener Constitución para ser la roca sólida institucional que es
dentro del concierto de naciones del planeta.
El problema entonces no es el número de Constituciones. Como
pueblo a nosotros nos ha tocado ir en aproximaciones sucesivas para ir
madurando institucionalmente. Eso no es malo ni es bueno. Simplemente es. Y si
requerimos de media docena más de Constituciones para madurar
institucionalmente porque así somos nosotros, bienvenidas sean.
Pero lo que definitivamente no es un llamado Constituyente,
es una salida fácil para salir del problema. ¡Es todo lo contrario! Lo fácil es
dejar las cosas así y que vayamos de elecciones en elecciones esperando que las
cosas se resuelvan solas, con un sistema electoral completamente corrompido y
un país invadido sin disparar un tiro.
Sin embargo muchos venezolanos, no estamos todavía de
acuerdo en si se debe hacer eso. Y eso me lleva a plantearnos la naturaleza de
la enfermedad señalada. Es diferente un tumor benigno que un cáncer. O peor aún,
que el médico se equivoque en el tratamiento. El mejor ejemplo de eso fue
Chávez yendo al peor sitio del mundo a tratarse la primera vez. De no haber ido
a Cuba aun estuviera haciéndonos la vida imposible.
Detengámonos un poco en la enfermedad. ¿Cuál es la
enfermedad de la sociedad venezolana? Hay que empezar por allí si planteamos el
análisis por esa vía. ¿El liderazgo? ¿Los partidos políticos? ¿La forma de ser
del venezolano? ¿El facilismo? Hay que preguntarse porque Venezuela quiso salir
de los partidos políticos a finales de los años 90, que hasta incluso lo mejor
de la elite intelectual venezolana apoyo el militarismo rampante de un
golpista.
Hay analistas que lo miran desde lo económico indicando que
una sociedad que vive de un tesoro petrolero encontrado, nunca sacará la cabeza
de abajo. Siempre el gobierno será el botín que cobre el que llegue, hasta que
el tesoro se le acabe como aquel que dilapida un Kino ganador.
Hay que fijar entonces una hipótesis de enfermedad para
ensayar un tratamiento. Si no nos ponemos de acuerdo en la enfermedad, mucho
menos en el tratamiento. Entonces desde este blog haré un enunciado hipotético
de cuál es la enfermedad. Obviamente muchos estarán en desacuerdo con ese
diagnostico. Pero para atreverse a proponer una Constituyente para resolver el
problema hay que decir cual es primero la enfermedad que supongo que sufrimos.
Hipótesis: Venezuela vivió 40 años de paz en democracia
porque los factores políticos prevalecientes luego de la dictadura de Marcos
Pérez Jiménez hicieron un Pacto para garantizar la gobernabilidad del país
dentro del juego democrático. Hubo factores (la izquierda comunista) que no
suscribieron ese Pacto e intentaron destruirlo aliándose con fuerzas
extranjeras (la Cuba de Fidel Castro) para derrocarlo. No pudieron y se
“plegaron” al juego democrático. Algunos lo hicieron de verdad y honestamente.
Pero otros lo hicieron con reconcomio, esperando un mejor chance.
Ese Pacto no se remozó ni actualizó. La Constitución de 1961
no se cumplió a cabalidad y los herederos de aquellos firmantes que
suscribieron inicialmente el Pacto no hicieron valer su oferta de democratizar
al país pensando que ese era su coto privado de caza. Con el campanazo del
Caracazo soltaron el proceso de descentralización como un caramelo chucuto, con
la cabuya amarrada de los reales, dejando en mengua a las regiones. Se
enriquecieron y la sociedad en su conjunto decretó la muerte del Pacto original,
clamando por un Rey como las ranas del cuento. Y llegó ese Rey y lo demás es
historia.
Pero lo fundamental es que no hubo más Pacto hasta que en
1999 se prometió uno nuevo con una nueva Constitución, apoyada principalmente
por el golpista y aquellos factores reconcomiados que vieron en ese momento la
venganza esperada de tantos años de oprobio bipartidista, olvidando que ese
sistema que estaban enterrando les había garantizado una supervivencia digna
como minorías. No se respetó en ese nuevo “Pacto” al 48% del electorado en esa Constituyente,
dándole tan solo 6 escaños en esa Asamblea. A partir de ese momento la sociedad
estuvo dividida en dos toletes.
Entonces nuestra hipótesis es que a consecuencia de un Pacto
incumplido, una mitad del país pisa a la otra con una bandera que ni siquiera
es venezolana sino cubana. Porque la manera que halló el golpista para
perpetuar esa desgracia a costillas de nuestra economía, fue entregar nuestra
soberanía a Cuba sin disparar un tiro. Y esto fue lamentablemente con la ayuda
de todos aquellos resentidos que apoyaron invadir nuestro país durante los años
60’s y que esperaban otra oportunidad para hacerlo de nuevo.
Ahora bien, para volver a unir esas partes se requiere de otro
Pacto, encontrarnos de nuevo, convocando al depositario de la soberanía y eso
solo se puede hacer a través de una ANC. Decidir si eso que hizo Hugo Chávez es
o no es lo que queremos como país. Y muchos estamos seguros que eso que llaman
“Socialismo” NO ES lo que quiere el SOBERANO y es por eso el terror de
convocarlo.
Una nueva Constitución no es más que el subproducto de ese
Pacto Social que dice como éste se materializa en la práctica, pero no
sustituye a la reconciliación que solo se logra en el acuerdo y en la visión de
futuro del país que todos queremos y que se refleja en esos Constituyentes
electos de una manera limpia.
Si se hace bajo el manto del reconcomio, el resentimiento y
la trampa electoral, con unas Bases de Convocatoria amañadas “para ganar” como
en 1999, cualquier Constitución que salga de allí NO SERVIRA PARA NADA y
viviremos tan inestables como cualquier país africano, porque la verdadera
enfermedad es el odio artificial impuesto, irresponsable y criminalmente, de
una parte del país hacia la otra. Entonces el remedio será peor que la
enfermedad.
Caracas, 8 de Agosto de 2013
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
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