Por Luis Manuel Aguana
Muy interesante ha resultado el
debate en torno a las sanciones económicas que eventualmente podría llevar a
cabo la administración del Presidente Donald Trump a Venezuela en el caso de
cristalizarse el fraude constituyente de Nicolás Maduro el próximo domingo 30
de julio.
Ya han surgido opiniones,
nacionales e internacionales, en relación a la pertinencia de esas sanciones
habida cuenta de que a juicio de algunos, estas afectarían, no al régimen sino
a los propios venezolanos que ya estamos pasando hambre sin existir sanciones. Ese
es el argumento principal del importante analista político Moisés Naim en su
más reciente artículo en El País de Madrid (ver Así podría salvar Trump a
Maduro https://elpais.com/elpais/2017/07/22/opinion/1500736448_801513.html)
según el cual las sanciones casi nunca logran su objetivo, atornillando más
bien a los regímenes a quienes se les imponen. Pero a eso hay que ponerle una
lupa.
Siempre trato de poner este tipo
de debates en una perspectiva más real para quienes desde el común podamos
entender con mejor claridad un problema que de suyo es mucho más complejo. Una
vez puse el ejemplo del condominio para explicar el alcance del Poder
Constituyente Originario en un país (ver ¿Quién pone las reglas? en http://ticsddhh.blogspot.com/2014/06/quien-pone-las-reglas.html).
Pues bien, aunque aquí no estemos hablando de un país sino de un concierto de
naciones creo que las relaciones aplican perfectamente.
Si suponemos que cada país es uno
de esos apartamentos en un condominio, y en alguno de ellos todos los que
vivimos en ese condominio sabemos que están ocurriendo actos que violentan los
derechos de las personas, porque escuchamos los gritos y los golpes, y de paso
sabemos que quienes viven en ese apartamento apoyan actos en contra de la
convivencia de los vecinos, la primera reacción es llamar a la policía para que
intervenga, sin discriminar que quienes salgan afectados sean todos los que
habiten allí.
Nadie se para a decir que no
llamen a la policía porque hay niños en ese apartamento o la señora que vive
allí es una mujer muy decente. El tema es acabar con una situación violenta que
terminará por afectar a todos los apartamentos. Es por eso que todos los
condominios tienen reglas claras en relación con los que no pagan su cuota
mensual o no saben cómo convivir.
Entonces el tema no es sancionar
quirúrgicamente al dueño del apartamento para evitar que este le siga pegando a
su mujer o a sus hijos, aunque esto pueda ayudar a mitigarles los golpes, sino
lograr -o al menos coadyuvar- a que la situación termine. Entonces por principio
básico y universal debe privar una sanción al apartamento como un todo. Pero es
allí donde debemos detenernos para establecer cuál es la sanción más
aconsejable para generar el menor daño posible a quienes resultan maltratados.
No es posible que cuando se habla
en los Estados Unidos de considerar sanciones para el régimen que nos hace daño
en Venezuela, los primeros que hacen el lobby en Washington para que estas no
ocurran sean los dirigentes de la MUD. Esto es, aquellos que supuestamente
representan a los maltratados, sin considerar siquiera el tipo de sanción que
podría aplicarse a un régimen violador de derechos humanos como este.
No es posible que cuando nos
estamos enfrentando a la peor tragedia que jamás haya vivido Venezuela en su
historia, la preocupación de nuestros dirigentes opositores no sea el pensar en
cual sería la mejor sanción que deba aplicarse al régimen desde afuera y a negociar
con los países amigos en el exterior cuál sería la mejor manera para que no
afecten a la población, sino en ver cómo quedan en una carrera electoral. Eso, además
de frustrante, es indignante.
Es por eso que celebro el concepto
de “sanciones inteligentes” explicado por el ex Embajador en la ONU, Diego
Arria, en su último artículo en El País de Madrid (Una sanción inteligente en
la batalla por Venezuela
https://elpais.com/internacional/2017/07/26/actualidad/1501099818_321927.html)
donde sugiere que sin dejar de sancionar
al país como un todo, la estructuración de la sanción se haga de tal manera que
los habitantes del país se vean afectados en el menor grado posible, y en mayor
grado al régimen que nos maltrata.
En una
oportunidad di cuenta del singular
desprecio de la oposición por la experiencia única de este venezolano en situaciones
de negociaciones internacionales muy complejas, y que siempre es aprovechada
por todo el mundo fuera de Venezuela menos por nosotros (ver La Fórmula Arria o
cuando en la casa del herrero los cuchillos son de palo, en http://ticsddhh.blogspot.com/2014/03/la-formula-arria-o-cuando-en-la-casa.html).
Después de leer esa nota y al ver la descomunal crisis política de Venezuela
que tiene al mundo en vilo, tal vez ustedes convengan conmigo que Arria debería
estar encabezando nuestra delegación negociadora con el régimen de Maduro, y no
esta combinación de políticos ansiosos de una nueva elección, mezclada con
muchachos muy voluntariosos pero sin ninguna idea ni experiencia en conflictos
de esta magnitud, que lo que pueden es llevarnos a escalar esta situación a
niveles de destrucción y muerte completamente desconocidos por nosotros.
La
sugerencia de Arria: “Que las empresas de Estados Unidos no dejen
de comprar nuestro petróleo, pero que en lugar de pagarlo en divisas realicen
operaciones de trueque de alimentos, medicinas y equipos hospitalarios”, apunta
a sanciones unilaterales inteligentes para un régimen que está utilizando
nuestro dinero para atropellarnos en Venezuela.
No me cabe ninguna duda de la veracidad de la expresión del
Secretario General de la OEA, Luis Almagro, en el sentido de que “las sanciones que puedan imponerse no
empeorarían para nada el sufrimiento actual de los venezolanos, porque los
recursos que le pertenecen al pueblo son utilizados por el régimen para
asesinar y torturarlos, y no son invertidos en su bienestar, como lo demuestran
las trágicas estadísticas de mortalidad infantil y desnutrición que superan a
las de Siria”, como bien cita Arria en su artículo.
¿Cuál será el porcentaje del ingreso de esos 700 mil
barriles diarios que factura Venezuela a los compradores de petróleo en los
Estados Unidos que verdaderamente nos llega a los venezolanos? Tengan la seguridad que muy poco. Los
alimentos que consume el venezolano de bajos recursos a través de esas cajas
del CLAP se compran a precios ínfimos fuera del país y son sobrefacturados y vendidos
en bolívares a la población a 10 o más veces su costo por los malandros del
régimen, sin contar con la cadena de bachaqueo para quienes no gozamos de ese
“privilegio” gubernamental.
Entonces, ¿qué diferencia habría en eso? ¿Qué las cosas
serían más caras? ¡Por favor! Lo son ahora y todas las semanas sin ayuda de
Trump. Que me cuenten después una de vaqueros. La diferencia fundamental
estaría en que Maduro y sus ladrones no contarían con dólares para el pago de
sus condominios en Miami, o no le podrían echar gasolina a los aviones de PDVSA
que transportan a los gorilas del régimen a Cuba; o mejor aún, tendrían que
empezar a cobrarle a quienes Maduro les regala el petróleo a cambio de votos en
la OEA. Se pondría muy interesante la vaina pero para ellos, porque ya nosotros
estamos pasando hambre.
Otra opción nos la explica Carlos Alberto Montaner en un
reciente artículo (ver Maduro Continues to Be a Danger for Everyone, en
http://www.elblogdemontaner.com/maduro-continues-to-be-a-danger-for-everyone/)
donde el destacado analista internacional expone un tipo de sanción inteligente
que es necesario considerar: “Tal vez no
sea prudente que Estados Unidos elimine sus compras de petróleo de Venezuela
-la única fuente de ingresos para el país-, pero sería factible depositar los
ingresos de estas transacciones en una cuenta de depósito hasta que la Asamblea
Nacional certifique que el comportamiento de Maduro compagina con las normas
constitucionales. Sería una irresponsabilidad alimentar a un gobierno ilegítimo
que usurpa funciones que no son de su competencia” (traducción libre). Ya
Montaner había expuesto esta solución en una pasada intervención (ver Sancionar
o no sancionar, ese es el dilema de Trump en Venezuela en https://youtu.be/QD_yjwgqJKg).
Estoy entonces completamente de acuerdo y doy mi apoyo sin
complejos, por sanciones inteligentes que bien podrían complementar el mandato derivado
de la Consulta Popular del 16J que la Asamblea Nacional no ha satisfecho todavía.
Esto es, nombrar un Gobierno de Transición que se ocupe de administrar ese
dinero que no le entraría al régimen ilegítimo de Nicolás Maduro, a favor de
las necesidades del pueblo venezolano. De esta manera estaríamos más cerca de
solucionar la crisis venezolana, manteniendo el control de los recursos con la
ayuda de la comunidad internacional. ¿Qué dicen, dan ustedes el suyo?
Caracas,
28 de Julio de 2017
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana