viernes, 28 de julio de 2017

Mi apoyo por unas sanciones inteligentes

Por Luis Manuel Aguana

Muy interesante ha resultado el debate en torno a las sanciones económicas que eventualmente podría llevar a cabo la administración del Presidente Donald Trump a Venezuela en el caso de cristalizarse el fraude constituyente de Nicolás Maduro el próximo domingo 30 de julio.

Ya han surgido opiniones, nacionales e internacionales, en relación a la pertinencia de esas sanciones habida cuenta de que a juicio de algunos, estas afectarían, no al régimen sino a los propios venezolanos que ya estamos pasando hambre sin existir sanciones. Ese es el argumento principal del importante analista político Moisés Naim en su más reciente artículo en El País de Madrid (ver Así podría salvar Trump a Maduro https://elpais.com/elpais/2017/07/22/opinion/1500736448_801513.html) según el cual las sanciones casi nunca logran su objetivo, atornillando más bien a los regímenes a quienes se les imponen. Pero a eso hay que ponerle una lupa.

Siempre trato de poner este tipo de debates en una perspectiva más real para quienes desde el común podamos entender con mejor claridad un problema que de suyo es mucho más complejo. Una vez puse el ejemplo del condominio para explicar el alcance del Poder Constituyente Originario en un país (ver ¿Quién pone las reglas? en http://ticsddhh.blogspot.com/2014/06/quien-pone-las-reglas.html). Pues bien, aunque aquí no estemos hablando de un país sino de un concierto de naciones creo que las relaciones aplican perfectamente.

Si suponemos que cada país es uno de esos apartamentos en un condominio, y en alguno de ellos todos los que vivimos en ese condominio sabemos que están ocurriendo actos que violentan los derechos de las personas, porque escuchamos los gritos y los golpes, y de paso sabemos que quienes viven en ese apartamento apoyan actos en contra de la convivencia de los vecinos, la primera reacción es llamar a la policía para que intervenga, sin discriminar que quienes salgan afectados sean todos los que habiten allí.

Nadie se para a decir que no llamen a la policía porque hay niños en ese apartamento o la señora que vive allí es una mujer muy decente. El tema es acabar con una situación violenta que terminará por afectar a todos los apartamentos. Es por eso que todos los condominios tienen reglas claras en relación con los que no pagan su cuota mensual o no saben cómo convivir.

Entonces el tema no es sancionar quirúrgicamente al dueño del apartamento para evitar que este le siga pegando a su mujer o a sus hijos, aunque esto pueda ayudar a mitigarles los golpes, sino lograr -o al menos coadyuvar- a que la situación termine. Entonces por principio básico y universal debe privar una sanción al apartamento como un todo. Pero es allí donde debemos detenernos para establecer cuál es la sanción más aconsejable para generar el menor daño posible a quienes resultan maltratados.

No es posible que cuando se habla en los Estados Unidos de considerar sanciones para el régimen que nos hace daño en Venezuela, los primeros que hacen el lobby en Washington para que estas no ocurran sean los dirigentes de la MUD. Esto es, aquellos que supuestamente representan a los maltratados, sin considerar siquiera el tipo de sanción que podría aplicarse a un régimen violador de derechos humanos como este.

No es posible que cuando nos estamos enfrentando a la peor tragedia que jamás haya vivido Venezuela en su historia, la preocupación de nuestros dirigentes opositores no sea el pensar en cual sería la mejor sanción que deba aplicarse al régimen desde afuera y a negociar con los países amigos en el exterior cuál sería la mejor manera para que no afecten a la población, sino en ver cómo quedan en una carrera electoral. Eso, además de frustrante, es indignante.

Es por eso que celebro el concepto de “sanciones inteligentes” explicado por el ex Embajador en la ONU, Diego Arria, en su último artículo en El País de Madrid (Una sanción inteligente en la batalla por Venezuela
https://elpais.com/internacional/2017/07/26/actualidad/1501099818_321927.html)  donde sugiere que sin dejar de sancionar al país como un todo, la estructuración de la sanción se haga de tal manera que los habitantes del país se vean afectados en el menor grado posible, y en mayor grado al régimen que nos maltrata.

En una oportunidad  di cuenta del singular desprecio de la oposición por la experiencia única de este venezolano en situaciones de negociaciones internacionales muy complejas, y que siempre es aprovechada por todo el mundo fuera de Venezuela menos por nosotros (ver La Fórmula Arria o cuando en la casa del herrero los cuchillos son de palo, en http://ticsddhh.blogspot.com/2014/03/la-formula-arria-o-cuando-en-la-casa.html). Después de leer esa nota y al ver la descomunal crisis política de Venezuela que tiene al mundo en vilo, tal vez ustedes convengan conmigo que Arria debería estar encabezando nuestra delegación negociadora con el régimen de Maduro, y no esta combinación de políticos ansiosos de una nueva elección, mezclada con muchachos muy voluntariosos pero sin ninguna idea ni experiencia en conflictos de esta magnitud, que lo que pueden es llevarnos a escalar esta situación a niveles de destrucción y muerte completamente desconocidos por nosotros.

La sugerencia de Arria: Que las empresas de Estados Unidos no dejen de comprar nuestro petróleo, pero que en lugar de pagarlo en divisas realicen operaciones de trueque de alimentos, medicinas y equipos hospitalarios”, apunta a sanciones unilaterales inteligentes para un régimen que está utilizando nuestro dinero para atropellarnos en Venezuela.

No me cabe ninguna duda de la veracidad de la expresión del Secretario General de la OEA, Luis Almagro, en el sentido de que “las sanciones que puedan imponerse no empeorarían para nada el sufrimiento actual de los venezolanos, porque los recursos que le pertenecen al pueblo son utilizados por el régimen para asesinar y torturarlos, y no son invertidos en su bienestar, como lo demuestran las trágicas estadísticas de mortalidad infantil y desnutrición que superan a las de Siria”, como bien cita Arria en su artículo.

¿Cuál será el porcentaje del ingreso de esos 700 mil barriles diarios que factura Venezuela a los compradores de petróleo en los Estados Unidos que verdaderamente nos llega a los venezolanos?  Tengan la seguridad que muy poco. Los alimentos que consume el venezolano de bajos recursos a través de esas cajas del CLAP se compran a precios ínfimos fuera del país y son sobrefacturados y vendidos en bolívares a la población a 10 o más veces su costo por los malandros del régimen, sin contar con la cadena de bachaqueo para quienes no gozamos de ese “privilegio” gubernamental.

Entonces, ¿qué diferencia habría en eso? ¿Qué las cosas serían más caras? ¡Por favor! Lo son ahora y todas las semanas sin ayuda de Trump. Que me cuenten después una de vaqueros. La diferencia fundamental estaría en que Maduro y sus ladrones no contarían con dólares para el pago de sus condominios en Miami, o no le podrían echar gasolina a los aviones de PDVSA que transportan a los gorilas del régimen a Cuba; o mejor aún, tendrían que empezar a cobrarle a quienes Maduro les regala el petróleo a cambio de votos en la OEA. Se pondría muy interesante la vaina pero para ellos, porque ya nosotros estamos pasando hambre.

Otra opción nos la explica Carlos Alberto Montaner en un reciente artículo (ver Maduro Continues to Be a Danger for Everyone, en
http://www.elblogdemontaner.com/maduro-continues-to-be-a-danger-for-everyone/) donde el destacado analista internacional expone un tipo de sanción inteligente que es necesario considerar: “Tal vez no sea prudente que Estados Unidos elimine sus compras de petróleo de Venezuela -la única fuente de ingresos para el país-, pero sería factible depositar los ingresos de estas transacciones en una cuenta de depósito hasta que la Asamblea Nacional certifique que el comportamiento de Maduro compagina con las normas constitucionales. Sería una irresponsabilidad alimentar a un gobierno ilegítimo que usurpa funciones que no son de su competencia” (traducción libre). Ya Montaner había expuesto esta solución en una pasada intervención (ver Sancionar o no sancionar, ese es el dilema de Trump en Venezuela en https://youtu.be/QD_yjwgqJKg).

Estoy entonces completamente de acuerdo y doy mi apoyo sin complejos, por sanciones inteligentes que bien podrían complementar el mandato derivado de la Consulta Popular del 16J que la Asamblea Nacional no ha satisfecho todavía. Esto es, nombrar un Gobierno de Transición que se ocupe de administrar ese dinero que no le entraría al régimen ilegítimo de Nicolás Maduro, a favor de las necesidades del pueblo venezolano. De esta manera estaríamos más cerca de solucionar la crisis venezolana, manteniendo el control de los recursos con la ayuda de la comunidad internacional. ¿Qué dicen, dan ustedes el suyo?

Caracas, 28 de Julio de 2017

Twitter:@laguana

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