lunes, 4 de junio de 2018

Más allá de un Gobierno de Emergencia Nacional

Por Luis Manuel Aguana

La solicitud para proceder a la designación de un Gobierno de Emergencia Nacional que introdujimos ante el TSJ legítimo un grupo de venezolanos comprometidos, entre los cuales tengo el honor de participar (ver solicitud completa en https://tinyurl.com/y7x87ldb), obedece entre muchas razones, a la necesidad de buscarle un curso lógico de acción a la paralización en la cual la sociedad venezolana se ha visto sometida luego del desastre mil veces anunciado del fraude del 20 de Mayo de 2018. No es posible que luego de ese fraude gigantesco aun no tengamos una respuesta al “que vamos a hacer” del liderazgo político, en especial aquellos que decían que saldríamos con votos del problema, mas allá de decirnos que “ganó” la abstención. Einstein afirmaba: "Dos cosas son infinitas: la estupidez humana y el universo; y no estoy seguro de lo segundo". Los políticos opositores venezolanos han comprobado para el libro de Records Guinness esa duda de Einstein, que lo único infinito es la estupidez humana.

En una nota anterior explique porque es necesario que exista un Gobierno de Emergencia Nacional y no un gobierno de transición como el que la mayoría de la dirigencia política del país pide a gritos (ver Gobierno de Emergencia Nacional, en http://ticsddhh.blogspot.com/2018/05/gobierno-de-emergencia-nacional.html) por lo que no repetiré aquí el fundamento. El objeto de esta nota es abordar el tema de cómo se articula esa solicitud con el momento político que vive el país, más allá de que se le de cumplimento a la obligación constitucional que la Asamblea Nacional no quiso asumir.

Se acabo el tiempo de esperar por este supuesto liderazgo político, que tiene no menos de 15 años cometiendo errores que han costado vidas y sufrimiento a la población. Y no estoy responsabilizándolos a ellos por lo que ha hecho el régimen, sino por lo que no han hecho ellos, a pesar de las múltiples veces que les hemos pedido que convoquen al soberano. Es impresionante el temor que les infunde una sentencia popular, en especial si se dicen demócratas. Todavía les retumba el mandato incumplido del 16J-2017.

Luego del 20 de Mayo toda la dirigencia opositora se deshizo como una galleta debajo de un aguacero. Hasta ahora no nos han dado una respuesta clara a los venezolanos de qué hacer con estos comunistas que amenazan con destruir la poca institucionalidad democrática que le queda al país. Han hecho como el avestruz, esconder la cabeza para ver qué pasa. Tanto los que dijeron como los que rechazaron ir a elecciones, no tienen nada que decir. Los primeros diciendo que “ganó” la abstención y pidiendo más elecciones con “condiciones electorales” (¡hasta cuando, por Dios!), como los que no fueron, que todavía llaman Presidente a Nicolás Maduro y esperan el milagro de que los comunistas se vayan solos. Eso es lo que hay, dirían algunos.

Los más radicales intentan de nuevo justificar acciones de calle, que no son ni serán seguidas por los ciudadanos si no se les muestra claramente una ruta que justifique arriesgar la vida en el intento. Solo valdrá la pena salir a las calles cuando alguien diga con certeza para donde quiere ir, con alguna probabilidad razonable de éxito, más allá de decir ¡Maduro vete ya! Ya la gente ha tomado más conciencia de lo que los políticos están dispuestos a admitir.

Ante ese cuadro opositor tan desolador, ¿que nos queda a los ciudadanos? ¿Esperar a que a Henry Ramos, Julio Borges, Henrique Capriles, o a quien sea de ellos, se les ocurra algo? ¡Por favor! ¡Hay gente muriendo todavía en los hospitales! Sigue sin haber medicinas y la comida no se puede comprar. La hiperinflación ha destruido la economía del país, ¡ya no hay basura que comer porque no hay siquiera que comer para producir basura! Pareciera que el país entró después del 20 de Mayo en una suerte de “limbo político”  donde nada se mueve salvo la comida que venden los bachaqueros. Y hay que romper eso.

Si algo quedo claro después del megafraude del 20M es que no existen referentes políticos serios a quienes seguir en la Venezuela presente para lograr una solución a la crisis, y eso es lo que los venezolanos buscan desesperadamente. Alguien que capitalice esa abstención que pasó del 80% y que la ponga al servicio de salir de los delincuentes que nos desgobiernan. Pues eso es lo que busca esa solicitud que hicimos ante el TSJ legítimo. Si la oposición política se hizo el “harakiri” al desentenderse de seguir el procedimiento constitucional para designar un gobierno a solicitud del TSJ legítimo, entonces alguien tenía que tomar el hilo y solicitarlo al el poder judicial legítimo.

¿Qué fue lo que en realidad solicitamos, más allá de que se continúe por la vía judicial algo que la Asamblea debió resolver por obligación constitucional? Una representación política que coordine las acciones y que sea el epicentro de toda la atención nacional e internacional a los fines de luchar en contra de la dictadura. No se estarían eliminando los factores políticos tradicionales sino reorientándolos y focalizándolos a favor de una lucha coordinada por un grupo de gobierno, cuyo supremo interés sea sacarnos de este grave problema, con la grandeza que solo los Estadistas pueden dar, alejados de toda mezquindad política y aspiraciones de poder, utilizando para eso toda la ayuda que le puedan brindar dentro y fuera de Venezuela. Y eso es imposible que se logre con la atomización de las fuerzas políticas en el país y las aspiraciones mezquinas que lamentablemente no han depuesto esos líderes políticos a favor de una solución consensuada para Venezuela. La Asamblea Nacional nos hizo un favor sin saberlo, al dejar en manos del TSJ legítimo esa decisión.

Un Gobierno de Emergencia Nacional haría lo que le es imposible hacer a la dirigencia política en el país, ser el representante político legítimo único de los venezolanos, eliminando las múltiples cabezas de la hidra opositora que viaja por el mundo diciendo que es representante de nuestros intereses, y que lo que verdaderamente representan son las aspiraciones políticas de los lideres a quienes respaldan. De allí que nadie afuera se mueva asertivamente a nuestro favor como Nación, porque no existe un plan coordinado común de ese liderazgo opositor venezolano que solo responde a intereses particulares.

Un Gobierno de Emergencia Nacional, lograría unificar un plan de recuperación de la libertad y la democracia en Venezuela, articulando con todos los países que nos apoyan, las medidas que juzguen más convenientes a los intereses de Venezuela, en contra del régimen y sus principales cabezas, y lo más importante con venezolanos al frente. Coordinaría con todos los sectores políticos y de la sociedad civil los consensos y acciones necesarias con un sentido de verdadera unidad. Si la oposición no construyo la unidad política necesaria para luchar en contra del régimen, un Gobierno de Emergencia Nacional si podría lograrlo.

La situación venezolana es completamente inédita en el mundo. Nos enfrentamos sin dirección con gobierno tomado por la delincuencia internacional ideologizada. Lo que tenemos aquí no es un gobierno de acuerdo a los estándares internacionales. Y lo lamentable es que el mundo pretende tratarlo como tal. Esta situación requiere de soluciones de una creatividad nunca antes vista en este hemisferio. Y eso es lo que estamos intentando hacer.

Dicen que Dios pone las cargas a quien puede sobrellevarlas. Pues bien, nos las pusieron a nosotros los venezolanos, lo que significa que El sabe que podemos. Lo que hagamos nosotros de aquí en adelante será utilizado en el futuro por la humanidad como modelo para enfrentar este tipo de tragedia. Ya hemos enfrentado faenas inéditas en el pasado cuando libertamos 5 Naciones con el Libertador al frente. Hagamos valer entonces ese gentilicio…

Caracas, 4 de Junio de 2018

Twitter:@laguana

viernes, 1 de junio de 2018

Dos consultas y una fotografía

Por Luis Manuel Aguana

En contraposición al viejo dicho popular “no aclares porque enredas” me voy a atrever a hacerlo porque creo que es importante explicar insistentemente, aunque sea en cada presentación, reunión, correo, servilleta de restaurant, mensaje de celular o en cualquier pasillo, porque razón la Consulta Popular que estamos proponiendo no tiene nada que ver con lo que pasó el 16J, aunque tengan el mismo nombre. ¿Y porque otra consulta si ya hicimos una el 16 de Julio? nos repite la gente como un mantra, incluso para desechar la propuesta sin discutirla.

Creo que la mejor explicación se puede dar utilizando un símil. Lo que pasa en el país es como una gran película que ahora está pasando a mas de 30 cuadros por segundo –muy rápido- y que comenzó hace 20 años. Una consulta sería una fotografía que hacemos de esa película, que congela en una sola imagen el estado político de ese momento. Y vaya que la diferencia entre los momentos políticos del país a la fecha 16J-2017, al país de ahora mismo son abismales teniendo en cuenta la velocidad del desarrollo de los acontecimientos políticos actuales. En consecuencia, las fotografías de ambos momentos son muy diferentes.

Describamos un poco la fotografía a Junio de 2017. La gente en la calle, el régimen arrinconado y bajo la lupa de todo el planeta porque estaba asesinando muchachos. Explicaba el año pasado después del 16J (ver ¿Qué parte de la pregunta No. 3 no entendió la MUD, en http://ticsddhh.blogspot.com/2017/07/que-parte-de-la-pregunta-no-3-no.html), que para parar la convocatoria inconstitucional de Maduro a una Asamblea Nacional Constituyente, la Alianza Nacional Constituyente-ANCO le propuso a la MUD una salida de ese callejón a través de una propuesta concreta: un Referendo Consultivo sin el CNE conducido por la sociedad civil y fundamentado en el Artículo 71 constitucional, para preguntarle al pueblo si quería o no una Constituyente convocada desde el gobierno. Forzados, ahorcados y sin respuestas para una población muriendo en las calles, accedieron a la petición.

El momento político –la fotografía- de ese entonces indicaba que la respuesta que debía manifestar la sociedad civil ante ese robo de nuestra prerrogativa constitucional de convocarnos en Asamblea Constituyente, era convocarnos como se establecía en el texto constitucional. La Asamblea Nacional aplicando la constitución nos convocó utilizando uno “los medios de participación y protagonismo del pueblo en ejercicio de su soberanía, en lo político” establecidos en el Artículo 70 constitucional: la Consulta Popular. Esta fue una salida políticamente hábil ya que el pueblo puede perfectamente convocarse a sí mismo para ejercer, como en efecto lo hizo, su participación en los grandes temas del país, manifestándose claramente en lo político.

Sin embargo, esa Consulta no estaba en la hoja de ruta de la MUD, ni de los partidos presentes en la Asamblea Nacional en ese entonces. Ellos querían que el régimen llamara a elecciones y la consulta que propusimos tenía el atractivo para ellos de sacar a la gente de las calles –efecto colateral- y de obligar al régimen a negociar elecciones, que era lo que en realidad querían (no de designar un Gobierno de Unión Nacional como les ordenó el soberano en la pregunta No. 3 del 16J). Pero la jugada les salió mal porque al no cumplir con el pueblo, pero tampoco conseguir las elecciones que buscaban en República Dominicana, así como el resto de las demandas, crearon un estado de decepción contrario en la población del cual todavía no han podido salir.

Si los Diputados hubieran cumplido con la Consulta del 16J, el juego sería otro ahora, pero no contaron con que la expresión popular del 16J fuera inesperadamente contundente. La sentencia política del pueblo fue extraordinaria, tanto que motivó el respaldo unánime de la comunidad internacional. Si la Asamblea Nacional hubiera cumplido era imposible que los militares no hubieran respaldado ese Gobierno de Unión Nacional designado. El pueblo hubiera salido en masa a las calles a respaldar cualquier decisión que la Asamblea tomara, así de simple. Esos son los momentos que los políticos deben “oler” por simple olfato político. Pero tienen las narices tapadas por ambiciones mezquinas. Ese fue el mismo momento que Henrique Capriles desperdició cuando el CNE nos robó las elecciones del 14A-2013 y el candidato nos mando a bailar salsa y tocar cacerolas.

La ventana se cerró…otra vez y se desperdició el momento. Es increíble cómo se han desperdiciado esos momentos fotográficos del país. Con razón Diosdado Cabello se burla de la oposición oficial en todos sus programas de televisión; y siempre está, por supuesto que con la pequeña ayuda de los sistemas de inteligencia sofisticados pagados por el Estado, muchos pasos adelante de estos ineptos. Disculpen pero no hay forma de decirlo de otra manera.

Esa fue la fotografía de la Consulta Popular del 16J. Si bien es cierto que el mandato de la pregunta No. 3 sigue vigente, el momento político NO, porque no se aprovechó. Entonces hay que volver a crear las condiciones para que el pueblo se exprese ante la situación del aquí y el ahora y proceder inmediatamente en consecuencia del resultado, utilizando el momento político de este momento.

El 16J preguntamos al pueblo si rechazaba y desconocía “la Constituyente propuesta por Nicolás Maduro sin la aprobación previa del pueblo de Venezuela”. No había llegado el 30J-2017. Pues bien, la rechazamos y la desconocimos, por lo tanto es írrita por mandato popular. Pero más allá de eso, Maduro siguió adelante y el 30J-2017 la impuso, y ahora está tomando decisiones que nos afectan directamente; por lo que es necesario ahora desconocerla y desmontarla de la misma manera: por mandato popular. Se hace necesario preguntar directamente eso al depositario de la soberanía.

Pero preguntar también la conveniencia o no de convocarnos para un verdadero proceso Constituyente por iniciativa del pueblo soberano, para restituir nuestro derecho conculcado por Maduro, al convocar al Constituyente sin tener la cualidad para hacerlo. Y en caso de proceder, consultarle al pueblo si autoriza o no la designación por parte de los ciudadanos Constituyentes de un Gobierno de Unión Nacional, tal y como se le preguntara en otra fotografía política anterior.

Ya con esos razonamientos se podría justificar un segundo proceso de Consulta Popular. Sin embargo, la Consulta Popular tiene varias formas de interpretarse de acuerdo a como se pretenda aplicar: a) Como una forma de lucha No Violenta; b) Como manera o método de organizar a la sociedad civil para esa lucha; c) Como mecanismo de unificación de la sociedad para un propósito común: combatir al régimen.  Veamos.

a)      Como una forma de lucha No-Violenta. Efectivamente, basándonos en el Artículo 70 constitucional podemos promover todo tipo de consulta, contabilizada por los ciudadanos, para discutir las materias que nos atañen como país. Nadie nos puede impedir eso constitucionalmente. Cualquier cosa que haga el régimen en detrimento de los ciudadanos podemos consultarlo de acuerdo al alcance del problema: nacional, estatal y municipal. Usemos organizadamente ese mecanismo y demostremos si es verdad o no que es el pueblo quien manda como decía el Comandante Galáctico. Nunca habrá numéricamente más gente en la calles protestando, que haciendo una cola para manifestar pacíficamente y en las urnas su desacuerdo en lo político. ¡Ese fue el éxito del 16J! En esto último no hay riesgo para la 3ra y 4ta edad, personas con discapacidad, personas que trabajan y no pueden salir a las calles a protestar abiertamente, etc…(para una explicación más completa de esto ver Caída Inevitable, en http://ticsddhh.blogspot.com/2014/03/caida-inevitable.html).
b)     Como manera o método de organizar a la sociedad civil para esa lucha. La sociedad civil es la que más ha salido perjudicada por la desorganización y la falta de estrategia del liderazgo político. ¿Por qué no organizarnos para generar un sistema permanente de respuesta a los atropellos del régimen? La Consulta Popular organizada puede ser una respuesta permanente de la sociedad civil en todos los órdenes para articular un método de lucha permanente. En eso nos podrían acompañar perfectamente los empresarios, sindicatos, gremios, etc., que han salido afectados por las decisiones de la delincuencia gubernamental;
c)       Como mecanismo de unificación de la sociedad para un propósito común: combatir al régimen. Un sistema permanente de Consultas Populares que corra transversal a cualquier grupo social, los unificaría en un solo propósito. Los empresarios y trabajadores podrían acordar consultas de corte nacional en relación a la inflación y salarios. Esas herramientas son pacificas y constituyen una respuesta contundente en contra de decisiones que los perjudican como grupos sociales.

Pero lo más importante es que una Consulta Popular que englobe las líneas maestras de lo que percibamos como los principales problemas nacionales, le da objetivamente a todo el mundo –nacional e internacionalmente- la respuesta acerca de lo que los venezolanos realmente queremos, no lo que los políticos dicen que queremos. Si eso lo establecemos entre todos, la comunidad internacional y todo el mundo nos ayudará a conseguir eso. Nosotros propusimos esas preguntas en nuestra comunicación a la Asamblea Nacional (ver http://ancoficial.blogspot.com/2018/04/carta-la-asamblea-nacional-16-04-2018.html).

Mientras lo que queramos no esté definido seguiremos dando tumbos sin dirección y más aun si el liderazgo político se encuentra completamente descabezado y sin estrategia para la lucha. Definamos entonces la consulta que necesitamos hacer como pueblo y procedamos. “No hay viento favorable para el barco que no sabe adónde va”, afirmaba Séneca (4  a.C. - 65 d.C.). Si ya tenemos el viento de la comunidad internacional a nuestro favor, es hora de definir hacia donde deseamos ir. ¿Y quién mejor que el pueblo soberano para responderlo? ¡Que el pueblo venezolano decida!

Caracas, 1ro de Junio de 2018

Twitter:@laguana