Por Luis Manuel Aguana
La solicitud para proceder a la designación de un Gobierno
de Emergencia Nacional que introdujimos ante el TSJ legítimo un grupo de
venezolanos comprometidos, entre los cuales tengo el honor de participar (ver
solicitud completa en https://tinyurl.com/y7x87ldb),
obedece entre muchas razones, a la necesidad de buscarle un curso lógico de
acción a la paralización en la cual la sociedad venezolana se ha visto sometida
luego del desastre mil veces anunciado del fraude del 20 de Mayo de 2018. No es
posible que luego de ese fraude gigantesco aun no tengamos una respuesta al
“que vamos a hacer” del liderazgo político, en especial aquellos que decían que
saldríamos con votos del problema, mas allá de decirnos que “ganó” la
abstención. Einstein afirmaba: "Dos cosas son
infinitas: la estupidez humana y el universo; y no estoy seguro de lo segundo". Los
políticos opositores venezolanos han comprobado para el libro de Records
Guinness esa duda de Einstein, que lo único infinito es la estupidez humana.
En una nota anterior explique
porque es necesario que exista un Gobierno de Emergencia Nacional y no un
gobierno de transición como el que la mayoría de la dirigencia política del
país pide a gritos (ver Gobierno de Emergencia Nacional, en http://ticsddhh.blogspot.com/2018/05/gobierno-de-emergencia-nacional.html)
por lo que no repetiré aquí el fundamento. El objeto de esta nota es abordar el
tema de cómo se articula esa solicitud con el momento político que vive el
país, más allá de que se le de cumplimento a la obligación constitucional que
la Asamblea Nacional no quiso asumir.
Se acabo el tiempo de esperar por
este supuesto liderazgo político, que tiene no menos de 15 años cometiendo errores
que han costado vidas y sufrimiento a la población. Y no estoy
responsabilizándolos a ellos por lo que ha hecho el régimen, sino por lo que no
han hecho ellos, a pesar de las múltiples veces que les hemos pedido que
convoquen al soberano. Es impresionante el temor que les infunde una sentencia
popular, en especial si se dicen demócratas. Todavía les retumba el mandato incumplido
del 16J-2017.
Luego del 20 de Mayo toda la
dirigencia opositora se deshizo como una galleta debajo de un aguacero. Hasta
ahora no nos han dado una respuesta clara a los venezolanos de qué hacer con
estos comunistas que amenazan con destruir la poca institucionalidad
democrática que le queda al país. Han hecho como el avestruz, esconder la
cabeza para ver qué pasa. Tanto los que dijeron como los que rechazaron ir a
elecciones, no tienen nada que decir. Los primeros diciendo que “ganó” la
abstención y pidiendo más elecciones con “condiciones electorales” (¡hasta
cuando, por Dios!), como los que no fueron, que todavía llaman Presidente a
Nicolás Maduro y esperan el milagro de que los comunistas se vayan solos. Eso
es lo que hay, dirían algunos.
Los más radicales intentan de nuevo
justificar acciones de calle, que no son ni serán seguidas por los ciudadanos
si no se les muestra claramente una ruta que justifique arriesgar la vida en el
intento. Solo valdrá la pena salir a las calles cuando alguien diga con certeza
para donde quiere ir, con alguna probabilidad razonable de éxito, más allá de
decir ¡Maduro vete ya! Ya la gente ha tomado más conciencia de lo que los
políticos están dispuestos a admitir.
Ante ese cuadro opositor tan
desolador, ¿que nos queda a los ciudadanos? ¿Esperar a que a Henry Ramos, Julio
Borges, Henrique Capriles, o a quien sea de ellos, se les ocurra algo? ¡Por
favor! ¡Hay gente muriendo todavía en los hospitales! Sigue sin haber medicinas
y la comida no se puede comprar. La hiperinflación ha destruido la economía del
país, ¡ya no hay basura que comer porque no hay siquiera que comer para
producir basura! Pareciera que el país entró después del 20 de Mayo en una
suerte de “limbo político” donde nada se
mueve salvo la comida que venden los bachaqueros. Y hay que romper eso.
Si algo quedo claro después del
megafraude del 20M es que no existen referentes políticos serios a quienes
seguir en la Venezuela presente para lograr una solución a la crisis, y eso es
lo que los venezolanos buscan desesperadamente. Alguien que capitalice esa
abstención que pasó del 80% y que la ponga al servicio de salir de los
delincuentes que nos desgobiernan. Pues eso es lo que busca esa solicitud que
hicimos ante el TSJ legítimo. Si la oposición política se hizo el “harakiri” al
desentenderse de seguir el procedimiento constitucional para designar un
gobierno a solicitud del TSJ legítimo, entonces alguien tenía que tomar el hilo
y solicitarlo al el poder judicial legítimo.
¿Qué fue lo que en realidad solicitamos,
más allá de que se continúe por la vía judicial algo que la Asamblea debió
resolver por obligación constitucional? Una representación política que
coordine las acciones y que sea el epicentro de toda la atención nacional e
internacional a los fines de luchar en contra de la dictadura. No se estarían
eliminando los factores políticos tradicionales sino reorientándolos y
focalizándolos a favor de una lucha coordinada por un grupo de gobierno, cuyo
supremo interés sea sacarnos de este grave problema, con la grandeza que solo
los Estadistas pueden dar, alejados de toda mezquindad política y aspiraciones
de poder, utilizando para eso toda la ayuda que le puedan brindar dentro y
fuera de Venezuela. Y eso es imposible que se logre con la atomización de las
fuerzas políticas en el país y las aspiraciones mezquinas que lamentablemente
no han depuesto esos líderes políticos a favor de una solución consensuada para
Venezuela. La Asamblea Nacional nos hizo un favor sin saberlo, al dejar en
manos del TSJ legítimo esa decisión.
Un Gobierno de Emergencia Nacional
haría lo que le es imposible hacer a la dirigencia política en el país, ser el
representante político legítimo único de los venezolanos,
eliminando las múltiples cabezas de la hidra opositora que viaja por el mundo
diciendo que es representante de nuestros intereses, y que lo que
verdaderamente representan son las aspiraciones políticas de los lideres a
quienes respaldan. De allí que nadie afuera se mueva asertivamente a nuestro
favor como Nación, porque no existe un plan coordinado común de ese liderazgo
opositor venezolano que solo responde a intereses particulares.
Un Gobierno de Emergencia Nacional,
lograría unificar un plan de recuperación de la libertad y la democracia en
Venezuela, articulando con todos los países que nos apoyan, las medidas que
juzguen más convenientes a los intereses de Venezuela, en contra del régimen y
sus principales cabezas, y lo más importante con venezolanos al frente.
Coordinaría con todos los sectores políticos y de la sociedad civil los
consensos y acciones necesarias con un sentido de verdadera unidad. Si la
oposición no construyo la unidad política necesaria para luchar en contra del
régimen, un Gobierno de Emergencia Nacional si podría lograrlo.
La
situación venezolana es completamente inédita en el mundo. Nos enfrentamos sin
dirección con gobierno tomado por la delincuencia internacional ideologizada.
Lo que tenemos aquí no es un gobierno de acuerdo a los estándares
internacionales. Y lo lamentable es que el mundo pretende tratarlo como tal.
Esta situación requiere de soluciones de una creatividad nunca antes vista en
este hemisferio. Y eso es lo que estamos intentando hacer.
Dicen
que Dios pone las cargas a quien puede sobrellevarlas. Pues bien, nos las
pusieron a nosotros los venezolanos, lo que significa que El sabe que podemos.
Lo que hagamos nosotros de aquí en adelante será utilizado en el futuro por la
humanidad como modelo para enfrentar este tipo de tragedia. Ya hemos enfrentado
faenas inéditas en el pasado cuando libertamos 5 Naciones con el Libertador al
frente. Hagamos valer entonces ese gentilicio…
Caracas,
4 de Junio de 2018
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana