miércoles, 20 de junio de 2018

¿Es legítimo y constitucional el Tribunal Supremo de Justicia venezolano en el exilio?

Nota importante:

Debido la importancia que están cobrando las decisiones del Tribunal Supremo de Justicia Legítimo que esta sesionando en el exilio por obra y gracia de la persecución sostenida por el régimen, esta operando una inexplicable campaña de descrédito en contra de la legitimidad de este Poder Judicial que de manera inédita esta comportándose de manera autónoma -como debe ser- tomando decisiones que están incomodando a la misma oposición. Esto forma parte de las muchas cosas que deberán cambiar de ahora en adelante en este país donde los partidos políticos “poseen” cuotas de jueces y Magistrados en el Poder Judicial que les garantizan sentencias favorables a sus intereses. De allí que estén comenzando a aparecer “opiniones” supuestamente autorizadas pregonando que “ese TSJ” no es válido. Nunca como antes habíamos tenido un Tribunal Supremo de Justicia mas imparcial. Tengo la desagradable impresión que esa campaña está siendo patrocinada desde los mismos laboratorios de los partidos colaboracionistas de la oposición oficial, que haciéndole un flaco servicio a la recuperación de la libertad y el Estado de Derecho, insisten en mantener a costillas de nuestra libertad la manera en que operaban desde mucho antes de la aparición de los socialistas del Siglo XXI.

Por esta razón estimé conveniente solicitar la opinión jurídica de uno de los constitucionalistas mas importantes del país, el Dr. José Vicente Haro, en relación a esta materia, y en  virtud de que muy posiblemente el llamado TSJ legítimo jugará un papel crucial en el futuro próximo de Venezuela.

Luis Manuel Aguana


¿Es legítimo y constitucional el Tribunal Supremo de Justicia
venezolano en el exilio?

José Vicente Haro
Profesor de la Especialización de
Derecho Constitucional de la
Universidad Central de Venezuela

"Pero si la fuerza limitada del individuo va a
estrellarse contra las instituciones que dispensan a
la arbitrariedad una protección que niegan al
derecho, nos ofrecerá el espectáculo, no menos
trágico de un hombre que llevando constantemente
en su corazón el aguijón de la injusticia, contra la
cual es impotente, llegará a perder poco a poco el
sentimiento de la vida moral y toda creencia en el
Derecho"

Rudolf Von Ihering “La Lucha por el Derecho” 1872.

Mediante Acuerdo del 20 de Septiembre de 2017 casi la totalidad de los 33 Magistrados (13 principales y 20 suplentes), designados por la legítima Asamblea Nacional de Venezuela en Julio de 2017 y juramentados en Sesión del Parlamento el 21 de Julio de 2017, acordaron constituirse como Tribunal Supremo de Justicia venezolano legitimo en el exilio con la incorporación de los magistrados suplentes (al cargo de Magistrados principales), teniendo en cuenta, entre otras circunstancias, que en fecha 15 de Agosto de 2017, el ciudadano Maikel Moreno y demás ciudadanos que detentaban el cargo de Magistrados del Tribunal Supremo de Justicia (en la sede ubicada en la Esquina de Dos Pilitas, Sector Altagracia, final de la Avenida Baralt del Municipio Libertador de Caracas, Venezuela); pusieron su cargo a la orden de la ilegítima Asamblea Nacional Constituyente en su sesión o reunión de fecha 15 de Agosto de 2017, con lo cual manifestaron su voluntad, aunque fuere ante una autoridad ilegítima, de desprenderse de sus cargos lo que definitivamente hicieron en términos de Derecho y de Justicia, para subordinarse a esa ilegítima Constituyente, que no pasa de ser un órgano fraudulento y politizado, al servicio de la arbitrariedad y de la Dictadura, electo e instalado en contra del orden constitucional establecido en la Carta Magna venezolana.

Por ello, esos ciudadanos, el 15 de Agosto de 2017 perdieron absolutamente, de hecho y de derecho, la condición de Magistrados que detentaban hasta ese momento, para transformarse en simples personas que ilegítimamente están al servicio de un proyecto político antidemocrático, contrario al Estado Constitucional y donde la injusticia se ha convertido en un instrumento para conservar el poder. En su caso, los Magistrados designados por el Parlamento venezolano en Julio de 2017 sí son legítimos por haber sido nombrados conforme al procedimiento establecido en la Constitución, a diferencia de la designación hecha de los otrora “Magistrados” del régimen de Nicolás Maduro que detentan sus cargos (en la sede oficial del Tribunal Supremo de Justicia de Caracas).

Además, son legítimos, porque los Magistrados designados por la Asamblea Nacional en Julio de 2017 cumplen con los requisitos constitucionales para ser Magistrados, especialmente con los establecidos en el artículo 263 de la Constitución. Aunado a lo anterior, los Magistrados fueron debidamente designados por el órgano constitucionalmente competente para ello, esto es, la Asamblea Nacional, mediante Acuerdo, y fueron juramentados para ejercer sus cargos mediante Acto solemne de fecha 21 de Julio de 2017. Es decir, fueron designados y juramentados por el órgano correspondiente para administrar justicia y cumplir y hacer la Constitución y la Ley, deberes fundamentales e ineludibles para los ciudadanos que asumieron tal responsabilidad y que pese a la dura persecución política de la cual fueron objeto, han cumplido a cabalidad 27 de los 33 Magistrados que, en total, actualmente integran el Tribunal Supremo de Justicia legítimo.

Cabe mencionar que la constitución de ese Tribunal Supremo en el exilio se ha realizado en un todo cumpliendo con los extremos exigidos por los artículos 7, 8, 10 y 11 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia en lo que se refiere a quórum y número de Magistrados que debe integrar cada Sala, incluyendo la Sala Plena del Máximo Tribunal, es decir, con un número que en el caso de cada Sala supera a la mayoría absoluta requerida por la ley y, en Sala Plena, supera la mayoría de las dos terceras partes de los miembros totales que deben integrar el Tribunal legalmente.

En otro orden de ideas y en virtud del principio de independencia del Tribunal Supremo de Justicia, del Poder Judicial y de sus Magistrados y jueces, establecido en los artículos 254 y 256 de la Constitución, los Magistrados designados por la Asamblea Nacional no requerían autorización expresa del Parlamento para constituirse e instalarse como Tribunal debido a que la independencia a las que ellos se deben, les permite, si así lo consideran pertinente para colaborar con el restablecimiento efectivo de la Constitución (Art. 333), constituirse como Tribunal Supremo de Justicia legítimo, gozando de la autonomía funcional, financiera y administrativa conforme a lo establecido por la propia Constitución en su artículo 254.

En todo caso, tal decisión no era solo una facultad, antes bien, era un ineludible imperativo que debían cumplir los Magistrados designados por la Asamblea Nacional en Julio de 2017, conforme a lo establecido en el artículo 333 de la Constitución, como lo indicaron en el Acuerdo de fecha 20 de Septiembre de 2017 mediante el cual se instaló formalmente el mismo.

Finalmente, en cuanto a la constitucionalidad y legalidad del Tribunal Supremo de Justicia legitimo y su actuación desde el exilio, debe indicarse que no obstante el principio de territorialidad establecido en el artículo 6 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia y en el artículo 18 de la Constitución, que rige para los órganos del Poder Público, debe aclararse que ese principio no es absoluto, puesto que, los órganos que ejercen el Poder Público y sus Miembros, pueden, cuando sea necesario para los fines constitucionales que les corresponden, ejercer funciones fuera del territorio de la República, que es el caso, por ejemplo, de los representantes de un legítimo Ejecutivo Nacional (cuando lo hubiere), en la representación de la República y el ejercicio de las relaciones internacionales; del Parlamento venezolano y sus Diputados, no sólo de la Junta Directiva y de la Comisión de Política Exterior, sino también, por ejemplo, de los miembros de una Comisión de Contraloría o cualquier Comisión Permanente o Especial que requiera realizar una investigación o ejecutar algún acto relacionado con sus funciones fuera del territorio nacional.

Incluso, otros poderes públicos también pudieran requerir ejercer sus funciones fuera del territorio nacional, por ejemplo, la Fiscal General de la República en materia de investigación penal en casos de delincuencia trasnacional, que con tales fines puede ejercer esas funciones en el exterior en cooperación con los órganos de la justicia trasnacional o de Ministerios Públicos o Poderes Judiciales de otros países.

En definitiva, el principio de territorialidad no le quita el carácter constitucional y la legitimidad que tiene ese Tribunal Supremo de Justicia en el exilio, puesto que el mismo no es un principio absoluto, máxime en el caso de un Tribunal constituido por un conjunto de Magistrados que fueron objeto de una perversa persecución política, incluso por órganos militares, que los ha obligado a funcionar, sesionar, deliberar, conocer y decidir los asuntos bajo su responsabilidad, desde el exilio, todo ello con el objeto de cumplir el juramento que hicieran en Caracas el 21 de Julio de 2017, de cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes y contribuir con el restablecimiento del orden constitucional y del Estado de Derecho en Venezuela.

Con todo, no cabe duda que el Tribunal Supremo de Justicia venezolano legítimo, que ejerce sus atribuciones desde el exilio, está ejerciendo una función esencialmente jurisdiccional, de derecho, mediante la administración de la justicia desde, mediante y por el derecho, a través de actos y decisiones judiciales propias de una institución jurídica que ejerce poder judicial. Tales decisiones poseen carácter vinculante, obligatorio y coercible, que no puede calificarse como un simple pronunciamiento político como han sugerido algunos respetados colegas.

Ahora más que nunca nos corresponde a los venezolanos ejercer nuestra ciudadanía, en el sentido de los derechos y deberes constitucionales que tenemos, para respaldar y reconocer a los órganos que sí poseen legitimidad para nuestra Nación y están operando con el objeto de restablecer el orden jurídico y constitucional de conformidad con lo establecido en el artículo 333 de nuestra Carta Magna.

josevicenteharo@gmail.com
@JOSEVICENTEHARO

lunes, 18 de junio de 2018

Maduro, vete en paz

Por Luis Manuel Aguana

Cuando ya era insostenible para la opinión publica la inevitabilidad de la muerte del Presidente Hugo Chávez Frías, escribí una nota muy respetuosa que titule “Presidente, muera en paz” (ver http://ticsddhh.blogspot.com/2011/10/presidente-muera-en-paz.html). Sin detallarles el asunto, en resumen le pedía que arreglara sus cuentas en la tierra antes de irse, porque Dios le había impuesto una pena que le imponía resolver, si no todo, por lo menos en gran parte, el desastre que nos había ocasionado a todos los venezolanos.

En esta oportunidad deseo hacer algo semejante pero con el régimen de Nicolás Maduro: que arregle sus cuentas antes de irse.  Ya el régimen está mostrando signos inequívocos de cercanía a la muerte, que se exteriorizan cuando aplican la pena de destierro a personas consideradas sus enemigos políticos, en clarísima violación a lo dispuesto en nuestra Carta Magna en su Artículo 50: "...Ningún acto del Poder Público podrá establecer la pena de extrañamiento del territorio nacional contra venezolanos o venezolanas.

¿Qué parte de “Ningún acto del Poder Público” no entendió el régimen desterrando al Vilca Fernández al Perú? Sin duda que con esas actuaciones el régimen demuestra que están conscientes de la cercanía de la muerte y lo irreversible de los resultados -Tiby Lucena dixit- de todo este desastre que han provocado en Venezuela.

Sin embargo, como lo estuvo Chávez cuando escribí esa nota en el 2011, el gobierno aun se aferra a un último respiro y patalea, igual que El Galáctico en su oportunidad, en contra de la Constitución, obligando venezolanos al cambiar prisión por destierro, tal y como se hacía en los peores momentos de nuestras dictaduras pasadas. Si alguien dentro o fuera de Venezuela dudaba que esto que existe como “gobierno” en la Venezuela de Nicolás Maduro fuera una dictadura, ya se convenció de ese hecho irrebatible. Y eso no es tolerable en este continente en pleno siglo XXI.

En consecuencia, los de la MUD/Frente-Amplio ya debieran estar cambiando su discurso electoralista y remojando sus bardas porque todos aquí, querámoslo o no, tenemos un número. Pero fieles a su tradición colaboracionista, al parecer ya se están preparando para respaldar al régimen en las siguientes elecciones de Concejales que anuncio el CNE para diciembre, a pesar de que ninguna dictadura acepta medirse en una contienda electoral si no cuentan ellos mismos los votos y se ponen a ganar, como pasó el 20M. Si insisten en eso, estarán dándole un espaldarazo y reconocimiento a Maduro y su “triunfo” electoral, negando la sentencia del TSJ legítimo, que declaró NULO el actual sistema electoral venezolano (ver Sentencia de la Sala Electoral del TSJ-L en https://tinyurl.com/y77abfxy). De acuerdo a ella no se pueden realizar más elecciones con voto automatizado en Venezuela.

Pero volvamos a lo inevitable del fin, y lo que deberían estar haciendo en el régimen para irse en paz como le fue sugerido a Chávez antes de su muerte y que en este caso se traduce a que el régimen se vaya “con el menor trauma posible” para todos, ellos incluidos. Y no me refiero precisamente a la tesis de ¡Maduro renuncia! que es la tesis de los opositores anti MUD, y que no necesariamente implica que se vaya voluntariamente y en paz.

Asumiendo como obvio que el régimen no se quiere ir, usurpando el gobierno del país, provocando el mayor malestar y rechazo que se ha tenido en la historia, cometiendo actos y delitos de toda índole penados por la justicia internacional, y los cercos cerrándose cada vez más alrededor de su cuello, ¿qué haría un delincuente para no salir malogrado de esta situación de rehenes en la que ellos mismos se han metido, sometiendo a los venezolanos?

Poco a poco testaferros y familiares de las principales cabezas del régimen están siendo expulsados de muchos países del mundo, y ellos están sitiados en Venezuela. No pueden salir sin que sean capturados por la policía internacional y remitidos por cargos criminales a los Estados Unidos.

Si usted estuviera en esa situación ¿qué haría? Tal vez lo más lógico sería negociar para ver como se desembaraza de la justicia como cualquier delincuente que se mete a robar un banco y amenaza con matar a los rehenes, pero rodeados afuera por la policía. No hay para donde escapar. Al ir poco a poco cortándoles las vías de supervivencia exterior, lo que les queda es refugiarse en el país con el riesgo cada vez más creciente de terminar como Benito Mussolini y Clara Petacci, en la Plaza de Loreto de Milán, a manos de quienes fueron sus víctimas, mientras intentaban huir desesperadamente de la situación. Me imagino que esa debe ser la pesadilla recurrente de muchos de ellos.

Pero, ¿por qué llegar a eso? ¿Por qué no irse en paz como le sugerí a Chávez en el 2011? Está claro que después de haber cometido un fraude de las magnitudes del 20M, Maduro y su régimen no amanecerán un día diciendo “me voy”. Tendría que haber una sucesión de pasos previos que lleven concertadamente a un final con el menor trauma posible. Nuestra sugerencia: una Consulta Popular. Paradójicamente una Consulta Popular es una salida que le conviene a todo el mundo por igual. ¿Por qué? Porque se obedecería al mandato popular que de ella provenga. Los términos serán los que decida el soberano pero con los votos contados por la sociedad civil –sin el CNE-, con la observación de la comunidad internacional.

Si el régimen permite esa consulta a sabiendas de que la perderán, saldrán por la puerta del frente, y si en esa consulta se prevé un llamado al Constituyente Originario, tal y como ha sido nuestra propuesta (ver Porque ANCO propone una nueva Consulta Nacional, en http://ancoficial.blogspot.com/2018/06/comunicado-porque-anco-propone-una.html), entonces la población que aun acompaña al régimen tendría su representación proporcional acorde con los seguidores que aun cuenten. No tendría que haber violencia de rescate de rehenes (si es que eso estuviera planteado), ni tendría que haber implosión social con hordas buscando venganza (a mi juicio en algunos casos justificados) hacia aquellos que han arruinado y masacrado a esta población de hambre y enfermedades. Y lo mejor de todo, el Gobierno de Emergencia Nacional que se escoja saldría de una decisión popular al autorizar al Constituyente Originario para que lo designe. No se trata de “rocket science”, solo de puro sentido común.

Si este mensaje le llega a alguien del régimen que no pueda dormir pensando que tiene que “morir por la revolución”, no tiene porque hacerlo. Si no ha cometido crímenes, puede seguir luchando democráticamente en una Asamblea Nacional Constituyente legítima, si el pueblo le da su representación en unas elecciones constituyentes validadas por todo el mundo. También podría hacerlo luego en un Congreso democrático producto de una nueva Constitución. Es más creo que son muchos los que estarían de acuerdo con esta solución y se acogerían a ella, militares incluidos.

Pero es claro que también deberá haber justicia. Esa Asamblea Nacional Constituyente Legítima deberá, sin cacería de brujas, designar un Tribunal Especial para establecer las responsabilidades a las que hubiera lugar por todos los crímenes cometidos en este largo período, desde el desfalco y robo de los recursos a la Nación hasta los crímenes y violaciones a los Derechos Humanos de los venezolanos.

¿Podría ser esta propuesta posible? Es tan posible como lo fue cuando le pedí a Hugo Chávez que enmendara sus errores antes de morir. No lo hizo y creo que no lo debe estar pasando muy bien en donde este. El Creador lo debe estar tratando de la misma manera como él trató a los venezolanos, razón por la cual debe estar muy arrepentido de no haber seguido mi sugerencia.

Ahora mi recomendación a un régimen moribundo es proponerle lo mismo que le sugerí al Galáctico en su oportunidad: que muera en paz. Esto es, que resuelvan antes de irse si quieren salvarse, no solo acordando una consulta al pueblo venezolano en los términos propuestos, sino atenerse a obedecer al veredicto popular, cualquiera que este sea. En otras palabras ¡que el pueblo venezolano decida! Eso no solo les permitirá como grupo político “morir en paz” (de una manera figurada, claro está) como declinó hacerlo Hugo Chávez en su oportunidad, sino permanecer en el juego político de la Venezuela que venga. Aun están a tiempo de hacerlo mejor que su Comandante, salvándose de los designios de la Justicia Divina, yéndose en paz…

Caracas, 18 de Junio de 2018

Twitter:@laguana