miércoles, 5 de junio de 2019

Un plebiscito, la solución del abrazo mortal de Venezuela

Por Luis Manuel Aguana

En este momento de la historia del país me atrevería a afirmar que es difícil encontrar a algún venezolano que no tenga un criterio claramente formado en relación a lo que sucede, quien o quienes son los responsables de la crisis y cuáles pueden ser las soluciones para salir del problema. El 23 de enero de 2019 todos los venezolanos creímos coincidir cuando la oposición oficial encabezada por el Presidente Encargado Juan Guaidó Márquez, al recitar el famoso mantra “Cese de la Usurpación-Gobierno de Transición-Elecciones Libres”, resumía para el país en pocas palabras una ruta clara que nos llevaría a terminar con años de desgobierno. Ese fue realmente el éxito del 23E.

Pero si a eso le sumamos que para oficializar ese mantra la Asamblea Nacional aprueba por unanimidad la Ley del Estatuto para la Transición donde se pone en blanco y negro esa ruta, estableciendo los términos de un gobierno de transición y las pautas para la celebración de elecciones después de un máximo de 12 meses, nos encontrábamos entonces –o creímos encontrarnos- ante una unanimidad de criterios en el país: salimos de los delincuentes primero, para luego establecer un gobierno de transición (por supuesto enteramente opositor) que nos llevaría a un proceso electoral libre de trampas en un máximo de tiempo establecido en la citada ley.

Con eso en la mano, la oposición se lanzó a las calles a exigir ese “cese de la usurpación” sin percatarse que al igual que en años anteriores estábamos pidiendo lo mismo: que el gobierno cediera y se fuera sin más fuerza que la razón de su ilegitimidad. Y eso, como en años anteriores, volvió a costar lo mismo en violencia, detenciones, torturas y muertes. La dirigencia opositora desde el mismo 23E no tenia de nuevo idea de cómo resolver ese “cese de la usurpación” más allá de dormir con el enemigo, cosa que se descubrió amargamente el pasado 30 de Abril, y posteriormente con las negociaciones llevadas a cabo en Noruega.

Por otro lado, otro grupo de venezolanos hemos insistido que la única manera de cesar la usurpación es dejar de considerar al régimen como un grupo con beligerancia política con el que se puede negociar sino como bandas de criminales a las que se debe desalojar por la via de la fuerza internacional, argumentando la Responsabilidad que tienen los Estados de salir en la protección de los ciudadanos venezolanos (R2P) victimas como somos de delitos de Lesa Humanidad por parte del régimen, y que se apruebe a la brevedad la autorización contenida en el 187#11 Constitucional que da luz verde a misiones militares extranjeras de paz para el acompañamiento de ayuda humanitaria. A esa posibilidad se ha negado persistentemente el Presidente Encargado Juan Guaidó y prácticamente la mayoría de partidos representados en la Asamblea Nacional.

No ha sido posible conciliar una acción acordada entre ambos grupos opositores. La Directiva de la Asamblea Nacional es la que conduce constitucionalmente las estrategias para conseguir ese “Cese de la Usurpación” y la única que reconoce la Comunidad Internacional como la que dirige las acciones para salir del régimen a través de los métodos que juzguen convenientes. Por eso no desean abrir el juego a otros actores de la oposición para que unidos se busque una solución acordada, aunque eso sea para bien de los venezolanos.

Ya se cumplirán 6 meses de aquel 23E y la decepción y el desconcierto del país no puede ser mayor así como su deterioro mas profundo. Estamos en una situación que los especialistas en tecnología llamamos “deadlock”, bloqueo mutuo, interbloqueo o abrazo mortal. Esta es una condición técnica en la cual se cae cuando para resolver su misión dos o más actores (procesos) se quedan en una espera circular por un recurso que el otro tiene. Se ejemplifica de una manera sencilla con dos actores: “dos niños que intentan jugar al arco y flecha, uno toma el arco, el otro la flecha. Ninguno puede jugar hasta que alguno libere lo que tomó” (ver Wikipedia, Bloqueo Mutuo, en  https://es.wikipedia.org/wiki/Bloqueo_mutuo).

Aplicando el ejemplo, la oposición oficial aún siendo legitima no puede ejercer el gobierno porque la fuerza la tiene el régimen y el régimen aun con su fuerza no puede obligar a la oposición oficial –ni al resto de los venezolanos- a reconocerlo, y de allí que se impida por todos los medios su desempeño y profundizar las sanciones a sus integrantes. El resultado neto es que todos los venezolanos estamos siendo víctimas de la situación de ambos actores. Por otro lado la oposición oficial se niega a solicitar la aplicación de la fuerza internacional para destrancar el juego que ella misma inició al plantearse una vía que no llevaba otra solución posible que la de la exclusión del contrario, vía en la que todos estábamos de acuerdo pero que no tenía una solución posible si no se contaba con la fuerza de las armas para aplicarla, ni la disposición para solicitarla fuera del país.

¿Cuál es entonces la solución de este bloqueo mutuo? Si la oposición oficial no desea una salida de fuerza, ni la Comunidad Internacional está dispuesta a ello, no es posible la solución del mantra sin hacer ajustes. ¿Cuál es entonces el planteamiento? Lejos de renunciar a nuestra primera opción, la fuerza internacional (porque estamos tratando con delincuentes), creo que es posible una solución alternativa que sin olvidar las ventajas de la solución de fuerza le ofrezca garantías a todas las partes a soltar los recursos que ambos tienen en beneficio de los venezolanos. ¿Y cuál es esta posible solución? Un plebiscito negociado. Veamos:

La Comunidad Internacional ha insistido hasta la saciedad en una solución “electoral” a nuestro problema. Si ustedes son mayoría entonces “mídanse con Maduro”, es lo que dice la Unión Europea. Pero los venezolanos no reconocemos la presidencia actual de Maduro por ser ilegitimo el proceso electoral del 20 de Mayo de 2018, ni al mismo Maduro, al ser este un convicto sentenciado por corrupto y legitimador de capitales, e ilegitimo desde el mismo comienzo porque no podía ni siquiera ser candidato en el 2013, al ocupar para ese entonces la Vicepresidencia de la República. Pero es un hecho que ahora detenta de facto el poder y las armas.

Sin embargo la Comunidad Internacional NO LO RECONOCE TAMPOCO y la Unión Europea y el Grupo de Lima presionan por un proceso electoral, en especial porque este último se constituyó a raíz del desconocimiento de la espuria Asamblea Nacional Constituyente que convocó a las elecciones del 20 de Mayo de 2018. Si convertimos ese deseo de la Comunidad Internacional por elecciones en un Plebiscito que decida con un SI o un NO la continuidad de Maduro en el Poder estaríamos satisfaciendo ese requisito del mundo que en el fondo no dice otra cosa que lo mismo que nosotros: que el pueblo venezolano decida qué hacer con Maduro. En el fondo también se estaría restituyendo el derecho de los venezolanos que fue conculcado por el régimen al impedir el Referendo Revocatorio de Maduro en el año 2016.

¿Por qué digo que el plebiscito debe ser negociado? Porque en el mantra no hay negociación posible, con lo cual es un contrasentido lógico que Guaidó se haya ido a Noruega a “negociar” que Maduro se fuera. ¿Qué gobernante usurpador acude a una mesa de negociación a negociar su cabeza? ¿Qué estupidez es esa? Si desean negociar, negocien algo que se pueda negociar. Y allí entro a la siguiente parte de esta propuesta: el gobierno de transición. Nótese aquí que se requiere desmontar la Ley del Estatuto para la Transición como requisito previo para que la propuesta plebiscitaria tenga sentido.

En la trilogía del mantra no está planteada la presencia del régimen ni ninguno de sus representantes. No podía estar. Y esto es porque la naturaleza del mantra mismo no lo permitía, que era sacar de raíz el régimen, constituir un gobierno de transición opositor que nos llevaría a unas elecciones libres. En esta propuesta plebiscitaria se ofrecería negociar antes la composición de ese gobierno de transición con el régimen. ¿Les parece escandaloso? Pues así es. Nadie se sentará a esperar que lo descabece un plebiscito sin negociar antes los términos de su salida. Y eso solo lo podría garantizar que es lo que pasará al minuto siguiente de dejar el poder por el plebiscito. La propuesta sería ofrecer una participación al resultado porcentual que saque la oposición versus al porcentaje que saque el régimen en ese plebiscito, solicitando al mismo tiempo el desmontaje de la Asamblea Nacional Constituyente espuria, y por supuesto negociar lo que pedirían los delincuentes para irse (que ya lo han dicho, que levanten sus sanciones). No creo que Guaidó y el G4 tengan prurito con esto si estaban dispuestos el 30 de Abril a tener a Padrino López como Ministro de la Defensa y a Maikel Moreno como Presidente del TSJ.

Lo último y más importante serían las garantías de cumplimiento. ¿Cómo se le vende al venezolano ir a un plebiscito si al cerrar el régimen no cumple con el resultado? ¿Con que sistema de contar votos se implementaría? Allí está el detalle, Cantinflas, dixit. De esta solución debe estar convencida previamente TODA la Comunidad Internacional, y en especial los EEUU. ¿Por qué? Porque entonces allí, antes siquiera de proceder con la idea, se tendría que contar con la amenaza cierta y creíble de una intervención extranjera multinacional para hacer cumplir el resultado de ese plebiscito. Los votos tendrían que ser contados uno a uno con la intervención técnica de la OEA, abriendo las entrañas del CNE. Eso no sería negociable.

Algunos me dirán ¿y si el régimen se niega? Entonces que proceda la fuerza porque este es el llegadero. Otros preguntarán ¿y cuál sería la pregunta del plebiscito? Ninguna. La boleta numerada del plebiscito chileno solo decía “Plebiscito-Presidente de la República, Augusto Pinochet Ugarte, SI NO” para marcar con una X encima de cada opción (ver https://ciperchile.cl/wp-content/uploads/Voto_1988_plebiscito_1-900x600-e1537908281498.jpg). Solo cambiaríamos el nombre. Si la oposición oficial quiere negociar, pues que negocie abiertamente y de cara a todos los venezolanos un plebiscito para que nosotros definamos que hacer con este país. El resto es seguir por un curso indefinido de abrazo mortal irreconciliable, con la muerte como único desbloqueo…

Caracas, 5 de Junio de 2019

Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana

viernes, 31 de mayo de 2019

Cese de la usurpación, una cuestión de principios

Por Luis Manuel Aguana

Cuando se pierde el camino hay que volver a los principios. Esa máxima me ha funcionado muchas veces cuando me he extraviado en el medio de esta lucha con el régimen y en la que nos hemos descubierto dándole golpes a la pared equivocada, dedicándole tiempo, esfuerzos y recursos absolutamente escasos, a cosas que no van dirigidas a atacar la esencia misma del problema, y que nos sacan del camino hacia el verdadero objetivo.

Y es el caso que la pregunta fundamental que debemos estar haciéndonos aquí -de nuevo- no es si vamos contra las consecuencias del desastre que han provocado (hiperinflación, hambruna, escasez de todo tipo, violencia y aumento de la criminalidad) sino contra quienes lo han provocado, ya que al eliminar las causas se suprimen de inmediato las consecuencias. Cualquier cosa que haga el Presidente Encargado Juan Guaidó y su equipo debería estar en la línea de eliminar el origen del mal, pero lamentablemente notamos que no es así.

Si el régimen de Maduro es “una empresa criminal conjunta conformada por 183 personas, 205 corporaciones y 26 países” (ver AlbertoNews,  https://albertonews.com/nacionales/regimen-de-maduro-es-una-empresa-criminal-conjunta-conformada-por-183-personas-205-corporaciones-y-26-paises/) entonces quienes estamos luchando por eliminar ese mal de Venezuela debemos estar muy claros que es lo que se debe hacer con eso y buscar la ayuda necesaria para eliminarlo. Con la delincuencia no se puede negociar, se debe eliminar de raíz, detectando y suprimiendo las fuentes que le dan vida. Eso define una línea de conducta basada en un principio fundamental. De allí la famosa frase “con el terrorismo no se negocia”. Y es por eso que hay que regresar a esos principios.

Pero pareciera que todavía ese principio no lo tienen claro quienes conducen las acciones opositoras, comenzando por el mismo Presidente Encargado. Y eso fue lo que vi con el retorcido asunto de la reunión de la oposición oficial en Noruega. Todos, sin excepción, nos dedicamos a analizar un “dialogo” a sabiendas que eso no nos llevaría a absolutamente ningún lado porque ese paso demuestra que no se tiene claro la naturaleza del mal. Entonces, ¿por qué razón desgastarnos en eso? ¿Porqué poner a Venezuela en esa dirección? La respuesta la mencionamos en una nota anterior: El Presidente Encargado y su gente se oponen a una intervención humanitaria aunque el país se lo pida a gritos (ver Liberación o cohabitación, en http://ticsddhh.blogspot.com/2019/05/liberacion-o-cohabitacion.html).

Descubierta ya la estrategia de la oposición oficial en relación a cómo llegar al “Cese de la Usurpación” (no de ahora, después de la tercera torta en Noruega, sino desde el 23F) esto es, negociar de alguna manera con Maduro y sus delincuentes, lo que nos debe mover ahora a los venezolanos que creemos que no es posible una transición con delincuentes, su régimen o ambos, es influir hacia lo que creemos que correspondería la solución de Venezuela, y que parecieran ser los únicos cursos de acción posibles a partir de ahora:

a) Presionar para lograr que la dirigencia política opositora termine de entender que no se puede perder más tiempo esperando el famoso “quiebre de las Fuerzas Armadas” porque estas son la guardia pretoriana de un cartel de delincuentes internacional y decida inmediatamente solicitar ayuda externa, y que la Asamblea Nacional autorice lo establecido en el 187#11 Constitucional, exigiendo el R2P a la Comunidad Internacional;

b) Si la presión descrita en a) es infructuosa, ya bien sea porque el régimen o sus colaboradores impiden por los medios que todos conocemos, una toma de decisiones racional basada en principios, entonces el problema se centraría en buscar que los tomadores de decisiones, incluido el Presidente Encargado, se sincronice con lo que la ciudadanía está exigiendo. En este sentido la Directiva de la Asamblea Nacional no puede seguir secuestrando de manera sectaria el Poder que el pueblo le entregó a ese cuerpo en su conjunto a través de  su Presidente, Juan Guaidó Márquez, fundamentado en el Artículo 233 Constitucional. El Estatuto de la Transición no puede ser una suerte de corsé donde estemos metidos todos los venezolanos.

Por otro lado no creo que sea una solución insultar o denigrar a Juan Guaidó y su equipo, por más razones -validas o no- que se puedan tener, por todos los intentos fallidos realizados desde el 23 de Enero. Esa energía debemos más bien utilizarla para destrancar el camino hacia una solución del problema. En lo personal exijo que Guaidó actúe basado en los principios que hicieron que fuera investido por el pueblo venezolano el 23E y que desde esta tribuna venia solicitando desde hacía cerca de un año para que se nombrara un Gobierno de Emergencia Nacional a través del Tribunal Supremo de Justicia Legítimo en el exilio (ver mi nota del 4 de junio de 2018, Mas allá de un Gobierno de Emergencia Nacional, en  http://ticsddhh.blogspot.com/2018/06/mas-alla-de-un-gobierno-de-emergencia.html).

Los ciudadanos diputados de la Asamblea Nacional, electos el 6D-2015, reconocidos en su conjunto por la Comunidad Internacional como la única institución legítima del país, son responsables, por acción u omisión, de todo lo que Juan Guaidó y su grupo están haciendo. La Asamblea Nacional asumió, a través del Estatuto de la Transición, las facultades constitucionales del Poder Ejecutivo, y aunque todo el mundo ahora le esté echando la culpa a Juan Guaidó, de todos los errores cometidos hasta ahora, es la Asamblea Nacional en su conjunto la llamada a corregirlos.

Y allí es en donde deseo poner el énfasis. Pareciera que una vez que se invistió de poder Juan Guaidó como Presidente Encargado, la Asamblea Nacional como institución se desentendió del problema dejándole solamente a él la responsabilidad. Pues no es así. Ellos son todos corresponsables ante los venezolanos, ya que las decisiones que están tomando como Poder Ejecutivo son compartidas proporcionalmente entre todos ellos. Y si esto es así, también son corresponsables en esa misma proporción de las consecuencias. De allí que cada insulto que reciba Guaidó debe en justicia repartirse proporcionalmente entre todos los diputados de esa Asamblea.

Ahora bien, alguien me dirá, “pero bueno, fue la Directiva quien asumió el Poder”. Mal asunto para el resto de los Diputados y los venezolanos en su conjunto, ya que si la Asamblea asumió las responsabilidades como cuerpo colegiado, deberían también compartir las decisiones entre todos sus integrantes, no solo la Directiva. Eso debería entonces abrir la posibilidad de un Gobierno compartido entre todas las fracciones, porque lo que hasta ahora hemos visto es un gobierno del cogollo de la Directiva de la Asamblea Nacional tomando las peores decisiones para lograr el “Cese de la Usurpación”, incluso con voz y voto de dirigentes políticos que no forman parte de la Asamblea Nacional.

De igual manera los venezolanos debemos exigirles a los ciudadanos diputados la participación de la sociedad civil en la toma de esas decisiones que nos conciernen a todos para el desalojo de Maduro porque eso está previsto en el Estatuto de la Transición que los Diputados aprobaron por unanimidad (Artículo 16.6). Fundamentado en todo lo anterior fue que propuse en una previa nota que se constituyera un Consejo de Gobierno (ver Consejo de Gobierno, en http://ticsddhh.blogspot.com/2019/05/consejo-de-gobierno.html)  donde verdaderamente estén representados todos los dolientes de Venezuela para lograr unidos el “Cese de la Usurpación”. Esto es una cuestión de principios. Maduro quiere adelantar elecciones parlamentarias porque sabe que es en la Asamblea Nacional donde se le puede poner un parao a sus crímenes. Hay tiempo para resolver, entonces ¿que estamos esperando?

Caracas, 31 de Mayo de 2019

Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana