Por Luis Manuel Aguana
No ha sido para nadie un secreto que desde esta modesta tribuna de la red he estado en desacuerdo con cualquier proceso electoral como solución al problema que ha representado la narco tiranía militarizada de Nicolás Maduro Moros para Venezuela. En consecuencia, y en lógica transitoria, con cualquier proceso intermedio que retrase –una vez más- a los venezolanos para organizarse en una resistencia civil consistente, que busque una fórmula unificada y coherente para una lucha frontal en contra de la tiranía hasta que caiga. Ese retraso con seguridad nos traerá una nueva decepción, como ya lo está haciendo el circo montado por la oposición oficial alrededor de las elecciones primarias.
Algunos consideran pesimista esa afirmación. Por mi lado, insisto en llamarla realista, no solo por la inexistencia de las consabidas condiciones para ir a un proceso electoral bajo el control de quien pretendemos desplazar, sino que prácticamente toda esa “oposición” ya dejo de serlo hace mucho tiempo, ya bien sea porque fue comprada o bien porque sus aspiraciones no van más allá de una convivencia limitada que les permite sobrevivir bien y con lujos, en el medio de la espantosa tragedia del país.
Sin embargo, esa fue la desafortunada ruta -a mi juicio desinformada y repleta de intereses- escogida por la Comunidad Internacional y por quienes en Venezuela desean convivir con el régimen, apoyados en la Declaración Conjunta sobre Venezuela del 25 de junio de 2021 (ver Declaración EEUU-UE-Canadá: Declaración conjunta sobre Venezuela, en https://www.state.gov/translations/spanish/ee-uu-ue-canada-declaracion-conjunta-sobre-venezuela/), y reafirmada posteriormente por los países firmantes de la “Síntesis de la reunión de coordinación de alto nivel sobre Venezuela” (ver publicación oficial de los EEUU en https://www.state.gov/translations/spanish/sintesis-de-la-reunion-de-coordinacion-de-alto-nivel-sobre-venezuela/) ocurrida el 15 de febrero de 2022.
Esto nos ha metido en una interminable y tóxica discusión electorera, haciendo que la agenda opositora de los venezolanos no pase más allá de pensar en cuál será el precandidato “para salir de Maduro”, colocando de suyo al régimen en una posición de ventaja sin haber comenzado la pelea. Es realmente frustrante y deprimente, en especial si se cree que todo eso, desde su propia raíz, no resolverá el grave problema que tenemos los venezolanos.
Cualquiera que sea el resultado de las denominadas primarias opositoras, pasará, quiéranlo o no, por las alcabalas del CNE y el TSJ del régimen, haciendo que el candidato que finalmente resulte, se adecúe a sus decisiones, porque es el régimen el que está en la posición de decidir con quién se mide. ¿Es tan difícil comprender ese razonamiento? Si estamos en una tiranía, como efectivamente afirmamos estar, ese es el razonamiento correcto.
Pero al parecer a los opositores venezolanos se les olvidó eso. En los próximos días se designarán los nuevos Rectores del CNE con el resultado oficialista esperado en su totalidad. Renunció ayer uno de los de la llamada “oposición”, y pronto le tocará el turno al último para que el Comité de Postulaciones de la AN ilegítima designe de una vez a los 5. Y a partir de allí no habrá burro con reumatismo. El régimen a través de ese nuevo CNE no dejará pasar ninguna bola donde esté implicada la elección presidencial, comenzando por el proceso “autogestionado” del candidato de la oposición oficial.
Y nosotros del lado opositor, esperando ingenuamente que ocurran dos milagros: 1) que se haga efectiva la candidatura de la opción radical por encima de los precandidatos “opositores” afines al régimen, y 2) que en el 2024 logremos un triunfo sobre la tiranía con un Registro Electoral viciado y unas máquinas controladas bajo sus condiciones.
Si a eso se le suma el deseo demostrado de la Comunidad Internacional por legitimar al régimen, para “terminar con el molesto problema del éxodo venezolano”, los venezolanos habremos completado las aspiraciones de la tiranía. Y por favor no me malinterpreten. No es que no desee que esos milagros se cumplan. Es que no tenemos ninguna base para esperar que ocurran, conociendo el comportamiento predecible de la tiranía.
Siempre he pensado que los venezolanos podemos realizar proyectos que lucen imposibles. Y terminar con la narco tiranía militarizada de Maduro es uno de ellos. Solo miren lo que algunos compatriotas han hecho en el mundo. Pero para realizar ese milagro increíble deberemos comenzar por el principio, poniendo de manera realista los pies sobre la tierra, llamando al pan, pan y al vino, vino, planificando ese megaproyecto con todo lo que ello implica. Ese al menos sería el primer paso para salir de la fantasía en la que desesperadamente queremos creer…
Caracas, 20 de Junio de 2023
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