Por Luis Manuel Aguana
Lo primero que deben hacer quienes pretenden
sugerir caminos políticos es respetar a la gente y dar todas las explicaciones
posibles, repitiendo las veces que sean necesarias. Luego de proponer el camino
de la Consulta Popular o Plebiscito para solucionar la grave crisis venezolana
-con cambio inmediato de gobierno incluido- al parecer algo se nos ha quedado
en el tintero, porque todavía nos hacen la misma pregunta: ¿porqué otra
consulta si ya hicimos una el 16 de Julio de 2017? Por eso creo que hay algo
que se nos ha pasado o no hemos sabido explicar, y es por eso que lo vuelvo a
intentar.
Efectivamente el 16J se consultó al pueblo si
rechazaba y desconocía la Constituyente convocada por Nicolás Maduro el 1ro de
Mayo de 2017. Sin embargo, posteriormente el 30J, Maduro desconoció el mandato
del pueblo derivado de esa consulta y realizó la elección constituyente.
Muchas explicaciones surgieron indicando que
la consulta del 16J no era vinculante, pero lo cierto fue que el pueblo se
expresó políticamente, y esa consulta fue un hecho político de tal naturaleza
del cual no se podían escabullir los dirigentes políticos de la Asamblea
Nacional.
La constituyente de Maduro resulta ahora un
hecho de facto después del 30J, aun cuando se haya hecho
fraudulentamente, como lo denunció la misma empresa de las máquinas de
votación, SMARTMATIC. Suponiendo que al menos un venezolano haya ido a votar
legítimamente, hubo una elección constituyente el 30J que hay que desmontar por
decisión del pueblo soberano.
El 16J no se le pregunto al pueblo si quería
o no una Constituyente Originaria sino si rechazaba y desconocía la
constituyente de Maduro, si esta no era convocada por el mismo pueblo. La
estructura de la pregunta fue diferente.
Ahora bien, la Asamblea Nacional estaba en la
obligación de destituir a Maduro después del 16J, no solo porque fue el Poder
convocante de esa consulta sino por la aprobación mayoritaria de la pregunta
No. 3, así el régimen pusiera presos a todos los Diputados, porque tenía el
mandato popular, pero no lo hizo. Nunca antes un Poder en Venezuela se le
había dado un mandato tan claro, categórico y directo como el que se le dio a
la Asamblea Nacional el 16J.
¿Porque ahora es necesaria otra consulta?
Porque la manera de desmontar a esa
Constituyente inconstitucional electa en
fecha posterior al 16J es restituyéndole el derecho conculcado a los
venezolanos el 30J –fecha posterior- preguntándoles: 1) Si disuelve ese ente, y
todos los actos realizados desde su constitución; 2) si desea legítimamente
convocar o no una constituyente, como lo establece el Art. 347, con bases
democráticas e incluyentes; y 3) preguntarle al soberano si le autoriza a esa
nueva constituyente a destituir al Presidente y al resto de los Poderes
Públicos, designando un nuevo gobierno de transición hasta la elección general
que provenga de una nueva constitución.
Pero, ¿quién le pone el cascabel al gato?
Esto es, ¿cómo hacer que el régimen obedezca esta vez a esa consulta? Pero más
allá de eso, ¿cómo hacer que se realice la propia consulta sin que el régimen
se oponga? Estas son a mi juicio las preguntas más importantes que la gente se
hace.
Pues bien, la respuesta a eso es la presión
interna y externa. Toda la presión de afuera debe ir dirigida a ese único
propósito, así como la interna debe ser traducida en resistencia no-violenta en
las calles. Cualquier nueva sanción externa debe ir dirigida a exigir al
régimen esa consulta so pena de ir incrementándolas, así como la de dirigir
cualquier protesta en el país a ese mismo propósito.
Esta vez no sería la Asamblea Nacional, llena
de compromisos políticos, la llamada a hacer cumplir el mandato del soberano,
sino el pueblo mismo en las calles, convocado por la sociedad civil en
acatamiento de los artículos 333 y 350 de la Constitución, con todo el apoyo
internacional posible.
Todo esto suena muy teórico pero lo que
realmente estamos proponiendo no es una mera consulta en sí
misma sino un procedimiento de restablecimiento constitucional
legítimo, que desarrolla en la práctica la ejecución de los artículos 333 y 350
de la constitución donde la Consulta Popular es solo una parte esencial, pero
no la única. La consulta sería parte de un todo dirigido a hacer que el régimen
ceda.
No sería una consulta descolgada, sino el
desarrollo de una presión de adentro y de afuera dirigida a hacer que el
régimen se doble a favor de esta solución. ¿Quiénes serían los garantes para
que el régimen cumpla? Los mismos que se aprestan desde el exterior para una
injerencia humanitaria. De hecho, en el momento que el gobierno permita la
consulta es porque han accedido a discutir los términos de su salida, por lo
que esta solución les da la oportunidad para negociar -ya en términos muy
diferentes a los de República Dominicana- una transición pacífica.
Algunos se preguntaran ¿en qué país vive este
tipo? ¿Cómo cree que estos delincuentes van a acceder a esa consulta que los
sacaría del gobierno? Se sorprenderían cuanta gente del régimen espera una
invitación para salirse de este desastre sin violencia, si se les ofrece una
alternativa sin el ventajismo del régimen y con una oportunidad negociada para
ellos de salir por la puerta del frente. Pero atendiendo a que esa premisa sea
cierta -y muchos pensamos que lo es- no haría ninguna diferencia ofrecerla como
alternativa a una olla de presión que cada día que pasa nadie entiende porque
no ha explotado.
Pero otros también se preguntarán, ¿Y por qué
una consulta? ¿Por qué no ir directo a una intervención externa o cambio
inmediato de gobierno con Junta Cívico-Militar incluida? Aunque me sienta
atraído por una solución inmediata como esa, creo que esa opción pone el poder
en las manos de cualquiera después que estalle la olla de presión. Supongo que
muchos estarán trabajando por eso -adentro y afuera- porque como una vez me
dijo Enrique Tejera París, así es como ha funcionado históricamente el cambio
del poder en Venezuela.
Y aunque esa ruta sería también perfectamente
constitucional ya que todos, incluyendo los militares, están en la obligación
de trabajar por la restitución de la plena vigencia de la Constitución (Art.
333) que sigue siendo violada por estos malandros, por ese camino estaríamos
tirando una moneda al aire por el futuro del país. Cara: resultados democráticos
como en 1958; sello: una catástrofe peor de la que tenemos. Todo dependerá del
balance de poder que exista en el preciso momento de estallar la olla y sus
protagonistas abiertos y encubiertos, que nunca sabremos quienes son hasta que
aparezcan en Miraflores.
Pero los venezolanos podemos hacer la
diferencia. No tenemos que repetir lo mismo y esperar resultados diferentes,
Einstein dixit. Con una Consulta
Popular que ordene abiertamente el antes y el inmediatamente después de una
manera pacífica, democrática y constitucional, con un proceso constituyente
originario, se decidiría de una manera abierta, y dentro de ese proceso, el
siguiente gobierno y su composición, no como resultas de negociaciones
encubiertas sino de las manos de una
elección constituyente. Esto es, serían los constituyentes electos quienes
decidan el futuro, no un conciliábulo encerrado y desconocido de cambio de
poder.
Sin embargo, aunque estamos trabajando por el
desarrollo de una alternativa que abra cauces democráticos para el país en esta
hora oscura de nuestra historia, lamentablemente en el estado de desesperación
de los venezolanos, todo parece indicar que ya no les importa lanzar la moneda
al aire. Amanecerá y veremos. Ojalá todavía estemos a tiempo de decidir la mejor
alternativa. Yo en lo personal preferiría no jugar cara o sello con el futuro
de Venezuela, ¿qué prefiere Ud.?
Caracas,
15 de Febrero de 2017
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana