Por Luis Manuel Aguana
Es una pregunta inmediata imposible de eludir.
No se puede solicitar la renuncia del Presidente Encargado Juan Guaidó, como ya
lo hice en mi última nota (ver Presidente Guaidó, váyase en paz, en http://ticsddhh.blogspot.com/2019/12/presidente-guaido-vayase-en-paz.html)
sin decir que tendría que venir después. Esta solicitud de renuncia no debería
extrañar a quienes al igual que el resto de los venezolanos hemos presenciado
el desmoronamiento de su presidencia tras los escándalos de corrupción
protagonizados por su entorno de colaboradores inmediatos y ahora,
lamentablemente también, por sus familiares directos según las denuncias hechas
a su padre y hermano (ver denuncias en https://www.lechuguinos.com/padre-guaido-adquirio-taxis-espana/
y http://www.redpres.com/t34758-investigan-en-espana-a-hermano-de-juan-guaido-por-corrupcion-en-el-caso-odebrecht).
Venezuela resulta ser el único país del mundo
donde ante las denuncias de corrupción los funcionarios no dan explicaciones de
ningún tipo y en lugar de otorgar todo el espacio para que se investiguen los
hechos, al contrario se escudan tras su condición, atornillándose aún más en
sus cargos. En cualquier otro país funcionarios en situaciones semejantes
renuncian sin que se lo soliciten. Por eso me ha llamado mucho la atención la
reacción de algunos destacados personajes en las redes sociales insultando de
manera virulenta la solicitud de renuncia, indicando que sin Guaidó se cae la
República, palabras más, palabras menos. Y yo me pregunto, si a estas alturas
para salir del gravísimo problema por el que pasa Venezuela dependemos de una
persona, estamos sumamente mal.
Guaidó llegó allí en unas circunstancias
políticas perfectamente conocidas, que debieron haberse iniciado el 16 de julio
de 2017 con el voto mayoritario de los venezolanos en la consulta popular de
esa fecha. Lamentablemente nuestro liderazgo político desatendió ese mandato,
retrasando 2 años que se impusiera un Presidente legitimo por una circunstancia
que se dio al haber el régimen adelantado las elecciones que correspondían para
finales de 2018. Y mi pregunta es, ¿y si Maduro no las hubiera adelantado,
existiría Juan Guaidó? Por el contrario tendríamos a Maduro “legítimamente”
instalado en Miraflores con los votos de la ruleta arreglada de Tiby en el CNE.
Esa es otra razón para decir, como ya dije antes, que el problema no es, ni
sigue siendo Juan Guaidó.
El Presidente Encargado debería separase del
cargo para abrir el juego a otras fuerzas. Si los diputados insisten en ese
Estatuto de la Transición inconstitucional, el régimen seguirá avanzando.
Fundamentalmente la renuncia de Juan Guaidó como Presidente Encargado pondría
el juego como estaba antes del 23 de Enero de 2019, pero con una diferencia. Le
daría la oportunidad a la Asamblea Nacional de escoger con mucho cuidado a
quien debe liderar lo que he llamado un Comando de Crisis, y colocar a la
cabeza, en el puesto de “Presidente Encargado según el artículo 233”, al
sucesor de Guaidó, acompañado de los venezolanos más lúcidos y representativos
de la sociedad civil, de una ética y moral indiscutibles. Un “dream team”, en
las áreas escogidas más importantes.
El sucesor de Guaidó no tendría que ser obligatoriamente
un Diputado de la Asamblea Nacional, pero si debe, claro está, ser acordado por
ella de una manera legitima, como se procedió en 1993 con Ramón J Velásquez,
como lo explique en una nota anterior (ver El problema no es Guaidó, en http://ticsddhh.blogspot.com/2019/12/el-problema-no-es-guaido.html).
Este equipo debería ser escogido y juramentado, para luego inmediatamente salir
del país y comenzar una lucha con renovada fuerza para expulsar al régimen, por
cualquiera sea la vía escogida entre ellos y la Comunidad Internacional. No
estoy planteando un Gobierno en el Exilio porque este grupo NO TENDRIA
FUNCIONES DE GOBIERNO tal y como las conocemos, que serían restringidas a las
necesarias para la recuperación a Venezuela. Sus funciones se limitarían UNICA
Y EXCLUSIVAMENTE a lograr como objetivo principal expulsar al régimen, pero con
la legitimidad que les daríamos todos los venezolanos.
Ante la posibilidad cierta de que el régimen
recupere la Directiva de la Asamblea Nacional a punta de maletas verdes, único
poder legitimo reconocido internacionalmente, la salida no puede ser “repetir”
a Juan Guaido, sino trancar el juego con una jugada inesperada, recuperando la
credibilidad de los venezolanos. Pero no lo harán. La corrupción les ha atado
las manos. La propuesta anterior no es más que lo que mi atormentada
imaginación querría que sucediese, si a los políticos de esa Asamblea Nacional les
doliera de verdad la situación de millones de venezolanos y estuvieran pensando
en el país y no en sus propios bolsillos o intereses políticos, hablando
crudamente.
De hecho nada les hubiera impedido hacer
exactamente lo mismo después del 23 de enero de 2019. Pero se dedicaron a otra cosa.
Y ahora pretenden realizar la secuela de la misma película con el mismo
protagonista, aunque los norteamericanos les hayan advertido que apoyaran
instituciones y no personas (ver Declaraciones del Subsecretario de Estado de EE.UU para el Hemisferio Occidental,
Michael Kozak https://www.elimpulso.com/2019/12/06/video-michael-kozak-nuestro-apoyo-ha-sido-a-las-instituciones-democraticas-no-a-guaido-como-persona-6dic/).
En otras palabras, después del fracaso y la
credibilidad por el piso de Juan Guaidó como efectivamente lo revela la
reciente encuesta de Meganálisis (ver Encuesta Meganalisis Noviembre y
Diciembre 2019, en https://es.scribd.com/document/438271580/Encuesta-Meganalisis-Noviembre-y-Diciembre-2019-Ver-publicacion),
donde a la pregunta “Después de transcurridos 10 meses ¿usted aun cree, confía y apoya a
Juan Guaidó?”, el 68,5% contestó que NO (ya no creo, confío y apoyo a
Guaidó) y el 12,9% manifestó que nunca creyó confió ni apoyó a Guaidó. Si con
un saldo de 68,5% + 12,9% = 81,4% de venezolanos que para Diciembre 2019,
manifiestan NO CONFIAR en el Presidente Encargado, ¿en qué cabeza opositora
cabe insistir en lo mismo el próximo año? Pues en aquellos que pretenden seguir
en la cohabitación y el negociado con el dinero de la República.
Todo esto sin contar que si no se dio el
“cese de la usurpación” en un año donde bien podría afirmarse que las
condiciones eran las óptimas como el 2019, ¿por qué tendríamos los venezolanos
que pensar que el próximo año sería mejor, en las peores condiciones de la
credibilidad del liderazgo político? Más aún si a lo anterior añadimos como
remate la pregunta de Meganálisis: “Usted confía y apoya a la Asamblea Nacional
(AN) de mayoría opositora, y que fue electa en diciembre de 2015?”,
donde el 85,3% respondió que NO.
Esto nos pone en un escenario muy difícil
para los venezolanos donde existe una altísima probabilidad de que los partidos
de la oposición oficial participen en procesos electorales con el régimen de
Nicolás Maduro Moros, en una clara huída hacia delante, sin haberse concretado
el “cese de la usurpación”, con un CNE acordado en conjunto, y sin un cambio
sustantivo en las condiciones electorales. Los venezolanos nos encontraremos
entonces en la situación de repudiar a la oposición oficial cohabitante, rompiendo
abiertamente con ella, lo que abriría la oportunidad para que surjan otros
actores políticos que verdaderamente representen el sentir de los venezolanos y
se opongan de manera pública y contundente a todos esos manejos de cohabitación,
dando un paso definitivo de ruptura con el “status quo” opositor oficial.
Pero la pregunta más importante que deberemos
hacernos entonces será ¿participaremos en una nueva farsa electoral a sabiendas
que va dentro de un acuerdo entre lo más corrupto que se ha apoderado de
Venezuela? Y por otro lado, ¿harían todos los venezolanos causa común para que
esa ruptura -que tendrá necesariamente que venir con Juan Guaidó y su asociados
de la corrupción- por parte de factores honorables de la sociedad -que rechazan
seguir haciéndole el juego a la oposición oficial para seguir cohabitando- se materialice
un respaldo político capaz de cambiar el curso de los acontecimientos? ¿No
sería este el momento de exigir una Consulta Popular Plebiscitaria para que sea
el pueblo venezolano el que decida?
Las respuestas a esas preguntas solo las
tendremos los venezolanos a última hora -como es nuestra manera cultural de resolver
las cosas- cuando teniendo el agua al cuello nos tengamos que ver en la imperiosa
necesidad de decidir con sinceridad y a los ojos de todo el mundo, si queremos
ser esclavos de un régimen socialista totalitario o ser ciudadanos de una
sociedad libre. Eso solo dependerá de nosotros…
Caracas, 10 de Diciembre de 2019
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana