Por Luis Manuel Aguana
Sería realmente mezquino para cualquier analista político en Venezuela eludir el análisis de la propuesta realizada por María Corina Machado, ante lo ocurrido el pasado 21N con las elecciones regionales emprendidas por el régimen y su oposición. Su propuesta se resume en algo que toda Venezuela sabía pero nadie deseaba encarar: hay que cambiar de urgencia el liderazgo político de la oposición. Se podría decir que los venezolanos nos quedamos formalmente sin referentes políticos después del abrumador rechazo a votar en ese acto electoral espurio.
Pero si bien es cierto que la propuesta de MCM revela una verdad tan grande como una catedral, no menos cierto es que por el mismo hecho de formularla ella, muchos no centraron su crítica en lo que propuso sino en quien lo propuso, dejando afuera la posibilidad de ahondar en la importancia de lo que dijo y su viabilidad técnico-electoral. Todos inmediatamente le cayeron encima acusándola de aprovechar de manera oportunista el momento, tratando de buscar fórmulas para liderar ese más del 75% que algunos atribuyen a la abstención del 21N. No entraré en esa discusión intrascendente porque además de ser fiel en esa máxima de los juristas que reza que la buena fe se presume y la mala hay que probarla, creo que es una propuesta que debe ser considerada seriamente por los venezolanos, independientemente de quien la haya hecho. Será por eso que algunos dicen que me enterrarán en urna blanca…
Y sí, María Corina tiene razón. Tenemos que cambiar urgentemente el liderazgo político, no solo por lo que pasó el 21N sino porque todo el sistema político colapsó y ha llegado a un punto de inviabilidad. Recuerdo ahora ese viejo dicho que dice que los políticos son como los pañales desechables, hay que cambiarlos permanentemente por razones obvias. Pero en Venezuela pareciera que esa máxima no aplica, y de allí el intolerable olor a excremento imposible de seguir aguantando.
No es la primera vez en estos años que he abordado en esta modesta tribuna de la red el tema del liderazgo opositor tratándolo desde la perspectiva científica. He expuesto las investigaciones de Simon Sinek y Derek Sivers (ver Tres Dimensiones del 16D en http://ticsddhh.blogspot.com/2012/12/tres-dimensiones-del-16d.html y Lecciones de liderazgo de un loco que se marcho, en http://ticsddhh.blogspot.com/2014/02/lecciones-de-liderazgo-de-un-loco-que.html) para poder entender como un líder inspira a la acción y como un liderazgo comienza un movimiento; así como también la experiencia corporativa de Rosalinde Torres (ver Cuestionario de liderazgo en http://ticsddhh.blogspot.com/2015/10/cuestionario-de-liderazgo.html) para entender que requisitos debe tener una persona para calzar la altísima responsabilidad de dirigir grupos.
Asimismo, he tocado el tema desde mi propia experiencia y perspectiva (ver La búsqueda del liderazgo perdido, en http://ticsddhh.blogspot.com/2012/11/la-busqueda-del-liderazgo-perdido.html, Un liderazgo que valga la pena, en http://ticsddhh.blogspot.com/2016/04/un-liderazgo-que-valga-la-pena.html, Reflexiones del conuco, en http://ticsddhh.blogspot.com/2013/06/reflexiones-del-conuco.html). En todas esas referencias de alguna manera he llegado a la misma conclusión, repetida una vez más ahora, que en Venezuela hemos hecho como pueblo todo lo contrario de lo que hace todo el mundo: los liderazgos llegan a las altísimas responsabilidades en nuestro país sin la ética, ni la moral, ni la experiencia necesarias, y de allí la tragedia grotesca en donde estamos metidos ahora con los liderazgos de la oposición.
Tenemos años y años tolerando dirigentes políticos que cometen repetidamente los mismos errores, con o sin intención, en atención a sus propios intereses, a costillas de la vida de los venezolanos, y pasan más de 20 años y siguen allí tan campantes como si no hubiera sucedido nada. Les trancan las posibilidades a las nuevas generaciones, no hacen elecciones en sus partidos, toman decisiones trascendentales por nosotros teniendo ya vencida la representación legítima de los venezolanos. Y no pasa nada. MCM solo dijo lo que ya los venezolanos sabíamos con una diferencia: todo el mundo lo vio en vivo y en directo el 21N como una realidad imposible de ignorar. Los venezolanos expresaron con su ausencia y rechazo a unas elecciones espurias la siguiente sentencia que todos escuchamos en alta voz: ¡no los queremos!
Al no existir la institución política por excelencia que no es otra cosa que un Parlamento legitimo electo, los venezolanos debemos emprender un camino que implique un cambio en la representación política. No podemos avanzar en una lucha firme en contra del régimen sin una representación política legítima, así la tengamos que construir nosotros mismos desde la sociedad civil, como indicó MCM en su propuesta. No es tolerable otra “renovación” de la Asamblea Nacional de 2015, no solo por razones jurídicas sino por razones éticas y morales, pero también por razones Políticas, con “P” mayúscula.
La Asamblea Nacional de 2015 le falló con todas sus letras a los venezolanos, a pesar de la confianza y la avalancha de votos que se les entregó en su oportunidad. El único producto tangible que puede presentar esa Asamblea fue el Gobierno Encargado de Juan Guaidó que nunca asumió la responsabilidad del Poder Ejecutivo al regirse por un Estatuto de Transición inconstitucional, lo que convirtió a su presidencia en un gobierno parlamentario ilegal y completamente inútil. Los Diputados se repartieron posiciones en el exterior a la vieja usanza, lo que nos reveló a los venezolanos que su dirigencia política no aprendió absolutamente nada de esta tragedia.
Pero la propuesta de MCM estará incompleta si no se le suma un “con quien”, un “para qué” y un “cómo”. No es suficiente decir que hay que elegir un nuevo liderazgo político. ¿Qué elegiríamos? Es claro que se requerirán muchas organizaciones, políticas y de la sociedad civil que acompañen la idea (con quién), y con estas establecer el mecanismo técnico-electoral (el cómo) que nos permita elegir con la mayor transparencia posible a aquellos que representen a sus Estados, Municipios y Parroquias, así como la representación internacional de la diáspora venezolana.
En este sentido esta propuesta podría conectar con una iniciativa de ANCO, previa al bodrio electoral del 21N (ver Comunicado ANCO, Reagruparnos para Refundar a la Nación, en https://ancoficial.blogspot.com/2021/11/comunicado-anco-reagruparnos-para.html) que hemos denominado CONGRESO CIUDADANO, instancia pensada para que sirva como “herramienta de participación organizada, social y política, que agrupe a los diversos sectores de expresión ciudadana a ser utilizada en la materialización del gran esfuerzo de REFUNDACIÓN DE LA NACIÓN, ofreciéndose como instancia republicana para reunir el contingente necesario para desplegar las tareas de la lucha democrática con agilidad y acierto, dentro y fuera del país…” (ver Comunicado ANCO: La Refundación Nacional, en https://ancoficial.blogspot.com/2021/11/comunicado-anco-la-refundacion-nacional.html). De esta manera se aterrizaría en los hechos la idea de elegir la renovación de la representación política en todo el país. Elegiríamos bajo este concepto representantes legítimos provenientes de toda Venezuela. ¿Para qué? Para tomar las decisiones de política que harían un frente común de oposición unificada y verdadera al régimen de Nicolás Maduro Moros.
A pesar que los liderazgos no se decretan ni se eligen, porque la situación misma los genera, los venezolanos debemos encontrarle nuevos cauces y alcances a la lucha opositora por encima de lo que nos ha sucedido a través de una representación actualizada y legitima. Si se lograra llegar a un acuerdo que sume a la mayor cantidad de organizaciones posible alrededor de la idea planteada, sería posible conformar ese Congreso Ciudadano que supla la falta de la institución política que le de dirección a la lucha opositora, hasta que podamos elegir un Parlamento legitimo en Venezuela.
En una nota que publiqué el año 2012, referenciada anteriormente, La búsqueda del liderazgo perdido, destacaba que debíamos escoger para representarnos solo aquellas personas con conocimiento, tradición y tiempo de añejamiento, no solo en la política sino también en el desarrollo de su vida. Que verificáramos su trayectoria personal y profesional y aportes a sus comunidades. No escoger recién llegados sin experiencia en sus propios campos de actividad. Pedir referencias, investigarlos bien. No dar un cheque en blanco a alguien desconocido. Ser más profundo y crítico en las apreciaciones. Oír sus intervenciones y tratar de sopesar la sinceridad de su discurso y su amor por este país. ¡Nos estamos jugando a Venezuela!
Desde hace mucho tiempo atrás estamos en una época de definiciones. Ya es hora que una nueva casta de líderes aparezca para conducir una nueva era de progreso y bienestar. No me preocupa que los liderazgos nacientes no hayan entrado a la escena política todavía porque estoy seguro que aparecerán si se presenta una iniciativa sincera de llamado a servir al país como la que se daría este momento preciso y oportuno de la vida del país con estas propuestas.
Un Congreso Ciudadano que reúna lo más representativo de una oposición verdadera en todo el país, podría sopesar con la debida rigurosidad y transparencia, sin mediar intereses, la propuesta de ANCO de Refundación de la Nación y asumirla como el desarrollo político que necesariamente debe darse para una solución pacifica y constitucional de la crisis que azota a Venezuela. Ya el régimen y su oposición decidieron un rumbo revocatorio que nos conducirá a un barranco que continuará con el sufrimiento de los venezolanos hasta más allá del 2024. Pero también vemos que ya existen las ideas y propuestas para impedírselos. Tengo la esperanza que ahora exista la suficiente sensatez para hacerlas realidad…
Caracas, 29 de Noviembre de 2021
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