Por Luis Manuel Aguana
La famosa frase de una novela de Stephen King, "La noche es más oscura justo antes del amanecer" quizás pueda ser una promesa para el año 2023. Sea quien sea su autor, esta frase es en esencia optimista, especialmente para aquellos quienes hemos estado metidos en una noche que lleva más de 20 años, y cuya oscuridad más negra la constatamos ayer cuando la oposición termino de demostrar ante los venezolanos su verdadera esencia.
No voy a someterlos en este último día del año 2022, a un análisis del porqué la Asamblea Nacional decidió lo que decidió. Creo modestamente que eso ya lo he hecho en las notas publicadas desde este rincón de la red durante todo el año. Un alacrán es un alacrán, y por más promesas que nos haga de no picarnos en el medio del río, acabará haciéndolo sobre nuestra espalda porque es su naturaleza. Y cuando me refiero a ese animal, no me estoy refiriendo al apodo endilgado a la micro oposición que se pasó al régimen, sino a todos los que pidieron en diciembre de 2015 la confianza del pueblo opositor para solucionar el problema de Maduro si les daban la mayoría de la Asamblea Nacional. Se les dio, y ayer demostraron su naturaleza.
Entonces la pregunta no es si es posible pasar un río con un alacrán a cuestas, porque esa respuesta ya la conocemos, sino si seguiremos creyendo en las promesas del alacrán. De allí que me refiera a la famosa frase de King. Tengo la profunda sensación -que no es convicción- de que por fin dejaremos de hacerlo, lo cual abre la enorme posibilidad de pasar este río solos, sin el alacrán.
Pero, ¿es posible hacer eso? A mi juicio, siempre fue posible, como fueron posibles todas las victorias de la humanidad, cuando por fin un pueblo se convence de sus propias capacidades. ¿Quiénes son estas personas que nos dicen que "derrotaremos" al régimen en un encuentro electoral en 2024 -o 2023- con ellos montados en nuestra espalda? Ayer confirmaron lo que algunos insistíamos que eran: Alacranes que pican porque esa es su naturaleza...
La decepción generalizada de ayer –que para mí es prueba fundamental de la entrega opositora al régimen- es solo el comienzo, y prerrequisito fundamental e indispensable para dar los pasos necesarios que nos lleven a una verdadera derrota de la tiranía, en algún momento a partir de este último día del año del Señor 2022. Si será en el corto, mediano o largo plazo, dependerá de que tan generalizada fue esa decepción, y de la credibilidad que le den los venezolanos a las excusas que ha dado la oposición oficial para constituir de hecho un gobierno parlamentario en Venezuela pasando por encima de la Constitución.
Y no vale la excusa de que todo el mundo ignora o viola la Constitución sin consecuencias. Eso es como quitarle la luz roja que indica que hay falla del alternador al tablero de tu carro porque te molesta. Tarde o temprano te quedarás accidentado. El hecho de que la ignores no significa que siga allí como recordatorio de algo descompuesto que debe ser reparado y que está pudriendo el cuerpo social del país. Tampoco vale la excusa de que los políticos de esa mayoría de partidos “no son pendejos” y saben lo que hacen. Yo creo que si lo saben, pero no es precisamente para el beneficio de todos. ¡Y esa es la verdadera situación aquí!
Esa justificación de la viveza de unos delincuentes con poder político es lo que nos ha traído a este nuevo límite de la catástrofe de magnitudes continentales que seguimos viviendo. De allí que debamos darles la espalda y dejarlos solos para cualquier iniciativa a la que nos convoquen. Se dice fácil porque esa pléyade de alacranes -en el más amplio sentido de la palabra- constituye hasta el día de hoy el liderazgo reconocido de la oposición oficial del país. Y partir de hoy ya no se puede contar con eso.
Y ustedes dirán. ¿Y entonces? ¿La nada? ¿El vacío político? Siempre existen alternativas y de allí que haya que comenzar a escuchar y someter a la consideración de todos otras propuestas. Debemos abrir nuevos cauces para que el río mayoritario que desea salir de este régimen se manifieste con el poder que ya tiene y le pase como un tsunami tanto al régimen como a su oposición.
Al finalizar el año 2022, la circunstancia política pareciera presentarse con una sola manera de enfrentar ta tragedia que vivimos: ir a unas “primarias opositoras” para luego concurrir a unas elecciones con el régimen, esperando un resultado irreal. Los hechos de ayer demostraron que hacerlo es un error que pagarán las próximas generaciones de venezolanos, y cada uno de nosotros correrá con parte de esa grave responsabilidad, no solo los alacranes que ayer picaron a Guaidó y lo hundieron junto a su Presidencia Encargado al fondo del río. Los partidos políticos no podrían hacer nada sin el apoyo popular. Y esa es la respuesta de esta coyuntura: el apoyo de la gente.
No concurrir a esas primarias y a elecciones presidenciales subsecuentes, sería una respuesta más que proporcional a la eliminación inconstitucional de la Presidencia Encargada, y a la forma de gobierno parlamentario por la vía de comisiones repartidas entre los mismos partidos, haciendo caso omiso a las recomendaciones de los abogados constitucionalistas más renombrados del país. Falta entonces que sientan el rechazo político del pueblo venezolano.
Desde ANCO hemos insistido, desde antes y durante todo el 2022, en una idea fuerza que no tiene discusión alguna: ¡Que el pueblo decida! ¿Quién puede objetar eso? Ese es el principio fundamental de la democracia, la voluntad popular; y dadas las condiciones políticas del país, sin la intermediación de ninguna fuerza interesada en la continuación del régimen imperante. Pero hacer que eso ocurra pasa por la creación de las condiciones necesarias y suficientes para una convocatoria, con arbitraje internacional, a una Asamblea Nacional Constituyente Originaria.
Esta posibilidad se nos pondría mucho más cerca en la medida en que la gente se convenza de que definitivamente no existe otra manera de restablecer el imperio de la Constitución y rescatar las instituciones que hemos perdido a causa de un arreglo de intereses, externos e internos, de oposición y régimen, que dejan afuera al pueblo venezolano. Si tomamos conciencia de eso en su correcta magnitud, no estaríamos buscando otra cosa que la manera de hacer que esa voluntad popular constituyente sea posible y se exprese, decidiendo qué hacer con el régimen, dando el primer paso para el restablecimiento del orden constitucional y la Refundación de la Nación.
Estas no son meras palabras para finalizar un año lleno de conflictos políticos con pobreza extrema y éxodo, bajo la represión de una tiranía, ni el deseo de un loco desesperado porque las cosas cambien. Es la convicción de quien al llegar este día final de otro año nefasto, se siente esperanzado de la posibilidad de un amanecer pleno porque ve con dificultad que exista una noche más oscura que la de esta última semana de diciembre de 2022.
Si por esa máxima oscuridad llegamos a tener esa conciencia colectiva de pueblo que nos ponga en la vía de convocarnos para decidir nuestro destino a través del ÚNICO instrumento constitucional que apunta hacia la Refundación de la Nación, no importaría que el amanecer no fuera el 2023, porque habríamos dado el primer paso de darnos cuenta de nuestra condición, pero estamos dispuestos a cambiar para mejorar. Si esto es así, habrá valido la pena pasar por este año desastroso con una oposición política que no merecemos como pueblo. Con la ayuda de Dios encontraremos el camino para hacer posible una nueva solución política para este Nuevo Año del Señor 2023. De nuevo, y como todos los años, agradezco profundamente a todos mis seguidores otro año más por su acompañamiento solidario, y solo me resta desearles un Feliz Año 2023, pleno de salud, éxitos y oportunidades para todos ustedes…
Caracas, 31 de Diciembre de 2022
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