domingo, 9 de enero de 2022

Alternativas para el cambio del liderazgo político

Por Luis Manuel Aguana

English versión

Todo el mundo ha interpretado a su manera la propuesta de cambio del liderazgo político venezolano que hiciera en su oportunidad María Corina Machado. Lamentablemente como en Venezuela no se examinan las propuestas sino a los proponentes y las posibles intenciones que los críticos piensan que tienen, es muy  difícil llegar a una buena conclusión, dejando en el limbo lo que pudiera ser un planteamiento serio y positivo para los venezolanos. Es claro que cualquier dirigente político tiene una intención detrás de lo que dice o hace, pero eso no significa que sea necesariamente mala. Como dicen los abogados, la buena fe se presume, la mala hay que probarla.

Y como siempre creo de entrada en la buena fe, salvo excepciones obviamente, defendí esa propuesta en la ocasión en que fue formulada, haciendo las observaciones correspondientes  (ver  Hacia una nueva representación opositora, en https://ticsddhh.blogspot.com/2021/11/hacia-una-nueva-representacion-opositora.html).

Sin embargo, como siempre ocurre en un clima político tan turbio y polarizado como el nuestro, la propuesta se fue para otro lado centrándose en que esta significaba un tiro en el  pie de la oposición al régimen porque se rechazaba la continuidad de la Presidencia Encargada de Juan Guaidó y la Asamblea Nacional, cuya renovación se acordó a comienzos de este año con la nueva versión aprobada del Estatuto para la Transición.

A pesar de que la propuesta señalada ciertamente indica que existimos quienes no estamos de acuerdo con una renovación de aquellos que no se han distinguido precisamente por sus éxitos en la lucha en contra del régimen, y han traicionado las banderas de quienes han muerto en las calles por ella, precisamente es por eso que hay que cambiar el liderazgo político. Aquí la discusión no es si necesitamos unos bueyes para arar, sino que exigimos mejores bueyes para hacerlo. De donde los saquemos y cómo lo hagamos es harina de otro costal y materia de otra discusión.

No me conformo con la expresión popular “esos son los bueyes que tenemos y con esos tenemos que arar”. No es aceptable. Decir que no podemos exigir una mejor conducción política porque quienes conducen ahora son malos y corruptos, responsables de que el régimen haya avanzado a niveles intolerables de destrucción física y moral del país, no me parece una excusa admisible para quienes han muerto en Venezuela en esta lucha desigual contra el régimen.

Los venezolanos deben recordar que no es a esta representación política opositora que se auto renovó a través de un Estatuto inconstitucional a quienes los países le han dado su respaldo, es al pueblo de Venezuela. Los países reconocieron a la Constitución de 1999 que en su Artículo 233 señaló a Juan Guaidó como Presidente Encargado en el año 2019. ¡Pero ya estamos en el 2022! Y aunque se siga sosteniendo como Presidente Encargado en el medio de una discutible diatriba jurídica, no es menos cierto para todos que su sustentación política no es la suficiente para poder aglutinar a los factores necesarios para lograr el cambio del régimen como lo requieren los venezolanos, siendo necesario un nuevo Presidente con el respaldo indispensable de la soberanía popular. Es eso lo que se está exigiendo al pedir por una urgente renovación del liderazgo político.

Sin embargo la inmadurez política apunta erradamente a que se está atacando a la variable y no al contenido (ver Variable principal, en https://ticsddhh.blogspot.com/2020/12/variable-principal.html). Y no es a la institución de la Presidencia Encargada reconocida constitucionalmente adentro y afuera a la que se le está dirigiendo esa propuesta de cambio del liderazgo, es a su contenido. Muchos podrán decir que en este caso la variable y su contenido son lo mismo y no lo es. Y ese es precisamente el problema. Juan Guaidó es ahora el Presidente Encargado por la aprobación de un Estatuto que es reconocido internacionalmente PORQUE NOSOTROS LOS VENEZOLANOS les dimos a los diputados de la Asamblea Nacional de 2015 un poder de representación política. Pero ese poder puede y debe ser revocado en cualquier momento, como cualquier poder. Y en este caso el mandante de ese poder es el pueblo venezolano.

La profundidad del planteamiento que se ha hecho de renovación del liderazgo político pasa por revocar ese poder que les dimos a esos Diputados vencidos, estableciendo una representación diferente. Y existen dos maneras de hacerlo: a) a través de una convocatoria popular como la hicimos el 2017 y el 2020, decidiendo por mandato popular una nueva representación política que encarne el verdadero sentimiento actual de la oposición nacional (que es en esencia el planteamiento de María Corina Machado); o b) a través de una convocatoria constituyente.

Las dos opciones tienen profundas diferencias, pero una premisa común indiscutible: deben ser reconocidas por la Comunidad Internacional pues de ello deriva el respaldo que ese liderazgo nuevo tenga para lograr el objetivo de remover a los usurpadores del poder. Una propuesta que convoque al país para una simple renovación de su representación política sería un avance significativo a lo que tenemos ahora y debería incluir una propuesta para la conformación de una Junta de Gobierno que colegiadamente y con venezolanos de reconocida solvencia moral tomen las riendas y la representación legítima de los venezolanos para un solo y único objetivo: el cese de la usurpación de Nicolás Maduro Moros.

Pero la convocatoria constituyente tiene un significado diferente y no es de ninguna manera excluyente de la primera alternativa (si se presenta en dos fases sucesivas) aunque es una propuesta que en el fondo la incluye. Esta convocatoria tiene como requisito fundamental el apoyo de la Comunidad Internacional, con EEUU al frente, de que ese es el camino más idóneo para la reconciliación y la paz del país, así como del consenso de todos los venezolanos, incluidos aquellos que usurpan el poder. Esto pareciera utópico pero deseo creer que es posible a través de un verdadero proceso de negociación política que obligue a los usurpadores a contarse con el arbitrio neutral de los organismos internacionales.

Algunos pueden ver imposible esa segunda alternativa, pero es la que aun siendo la mas difícil de implementar es la que más nos garantizaría una paz social a futuro a todos los venezolanos. Ambas alternativas apuntan a la renovación del liderazgo político con una gran diferencia: un proceso constituyente depuraría en toda su extensión y profundidad a todo el mundo político, y definiría nuevas bases de actuación para los actores políticos. Y eso les aterra a los partidos políticos opositores, que llevan décadas sin saber que es una elección interna. Prefieren dejar las cosas tal y como están, con los mismos bueyes inservibles, aunque eso represente la actual destrucción institucional de Venezuela.

A estas alturas es bueno que los venezolanos comencemos a pensar cuál sería la mejor alternativa a aplicar políticamente porque cada día que pasa es crucial. Los partidos ya decidieron elecciones para el 2024, y eligieron usar la misma plataforma política basada en un Estatuto que lleva tres años fracasando, uno detrás del otro en un alarde increíble de la paradoja einsteniana de hacer lo mismo esperando resultados diferentes, sin considerar que cada día que pasa sin resolverse esta crisis lleva a la gente al cementerio. Ya vamos para dos semanas del 2022. No esperemos a la última para seguir contando los muertos.

Caracas, 9 de Enero de 2022

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jueves, 6 de enero de 2022

Venezuela grita: “¡es para el 2022, estúpidos!”

Por Luis Manuel Aguana

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Es difícil comenzar un año nuevo sin ser optimistas aun cuando todo parezca indicar lo contrario. De acuerdo a la definición comúnmente aceptada, optimista es aquella persona “que propende a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable” (DRAE en su primera acepción de la palabra).

Y estamos obligados a serlo para poder continuar una lucha en la que todo parece indicar que hemos retrocedido desde esta misma fecha exactamente hace un año, cuando se renovó el mandato del Presidente Encargado, respaldado por un Estatuto de la Transición renovado el 26 de Diciembre de 2020.

Con la nueva reforma al Estatuto para la Transición, aprobada en segunda discusión el 4 de enero de 2022, queda claro para todos los venezolanos que el Presidente Encargado es aún más dependiente de las decisiones de los partidos políticos reunidos en el Parlamento renovado el 5 de Enero de 2022.

Esa mayor dependencia del Presidente Encargado a los partidos, aleja las posibilidades de decisiones ejecutivas tendientes a la liberación de los venezolanos, habida cuenta que Venezuela es un país estructuralmente presidencialista, y que esta nueva versión del Estatuto transfiere inconstitucionalmente sus competencias a la Asamblea Nacional.

Visto así, lo que vemos desde afuera son unos partidos entregados con una sola agenda: sobrevivir al régimen a como de lugar para llegar a unas elecciones presidenciales en el año 2024, renovando en el medio el Estatuto de la Transición para el 2023 y comienzos del 2024. El problema de eso está en cómo quedamos el resto de los venezolanos.

Pero en el medio, y para que no nos molestemos, ya que el 2024 está a tres años vista, nos endulzarán la píldora con un referendo revocatorio, que no tienen ni de lejos oportunidad de ganar porque los delincuentes, si les dejan llegar hasta allá, será por la conveniencia de un improbable reconocimiento de la Comunidad Internacional.

Con ese revocatorio se perderá todo el año 2022, otro año más –en el caso improbable de que se haga-, con todo el sufrimiento de escasez, hiperinflación y azote delincuencial de quienes nos desgobiernan, para que después que lo pierdan salgan con la excusa que lo que nos queda es la agenda de unas elecciones presidenciales que ya estaban programadas.

Ese es el panorama previsible del año 2022, si el pueblo venezolano le acepta esa agenda a los políticos de la Asamblea Nacional, y porque no decirlo, también a aquellos países que en la Comunidad Internacional poco les importa el sufrimiento de este pueblo con tal de que en Venezuela se aquieten las aguas y no les afecte su propia seguridad nacional.

Pero estarán equivocados aquellos que creen que esa aparente “normalidad” puede no esconder el germen de una protesta social generalizada. Insistir en unas elecciones sin resolver el grave problema institucional del país que significa que no solo se debe cambiar al Presidente sino toda su base de sustentación, es desconocer lo que pasa en Venezuela.

Si los partidos políticos insisten en seguir ignorando la situación de los venezolanos mientras ofrecen soluciones para el 2024, se estarán cortando cualquier apoyo general que piensen tener para unas elecciones. De hecho nunca llegarán a ellas. El régimen habrá cambiado las reglas de juego antes de que esas elecciones ocurran en el 2024.

Esperar al 2024, con un revocatorio en el 2022 al que el régimen solo accederá si lo va a ganar, le aplica la frase del estratega político James Carville y que aplicó Bill Clinton en su campaña electoral contra George Bush padre, que indicaba “es la economía, estúpido” y que ha sido utilizada para destacar aspectos que se consideran esenciales en la política.

En este caso, el aspecto a destacar es que el problema de los venezolanos es AHORA no el 2024, donde nadie sabe cómo estará el país, y hace que Venezuela grite “¡es para el 2022, estúpidos!”. De hecho ya lo era para mucho antes, tanto que podría decirse que para el 2019, primer año desperdiciado del Gobierno Encargado de Juan Guaidó Márquez.

¿Qué solución nos están dando para el 2022? Ninguna. Un Referendo Revocatorio en peores condiciones que el último, teniendo que levantar el 20% del padrón electoral en circunstancias muy adversas –pandemia incluida-, sin la presencia de los millones de venezolanos que se encontraban en el país en el 2016.

Aunque los partidos políticos sigan sin mencionar o nieguen la solución constituyente, esta resulta en la solución inmediata que aborda el problema de una Presidencia y el resto de las instituciones ilegitimas del país, y que con un acompañamiento adecuado de la Comunidad Internacional, puede implementarse en mínimo 6 meses y máximo un año.

Sustituir al régimen, establecer un Gobierno de Transición, y realizar elecciones de los Poderes Públicos en libertad, es para lo que está hecha la previsión Constitucional de convocar a una Constituyente, con el arbitraje electoral de la Comunidad Internacional, sin contar con la completa Refundación del país. Lo que falta aquí es la voluntad política.

¿Y cómo llegamos a ese punto donde los partidos, la Comunidad Internacional -en especial los EEUU- y el pueblo venezolano se convenzan que Refundar a Venezuela debe pasar por ese proceso profundamente renovador? ¿Cuánto sufrimiento más tendremos que pasar antes de abordar un proceso en el que todos coincidimos se tiene que realizar?

Cuando los venezolanos este mismo año 2022 nos pronunciemos todos, exigiendo que no podemos seguir esperando ni un día más por la solución de este desastre y presionemos donde tengamos que hacerlo, afuera y adentro del país, solo entonces empezará a salir la voluntad política para un proceso constituyente. Entonces depende de nosotros…

Caracas, 6 de Enero de 2022

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viernes, 31 de diciembre de 2021

Otro túnel para el 2022

Por Luis Manuel Aguana

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Termina el año 2021 sin un progreso claro en la ruta del Cese de la Usurpación-Gobierno de Transición-Elecciones Libres, promesa fundamental del Gobierno Interino de Juan Guaidó Marquez desde su investidura como Presidente Encargado de la República en Enero de 2019. Marchas y contramarchas que se tradujeron en dos modificaciones definitorias del Estatuto de la Transición, en clara muestra de que los partidos políticos de la oposición oficial nunca soltarán el control del Ejecutivo Encargado, a pesar de todas las críticas del llamado país nacional, lo que nos envía un claro mensaje a los venezolanos de que su problema no es liberar a Venezuela de una tiranía sino el de permanecer miserablemente hundidos en el poco poder y espacios que les deja el régimen para sobrevivir. Más lamentable no puede ser el panorama para finales de este año.

Sin embargo no deseo despedir este año sin al menos dar una luz al final de un túnel que aún no hemos construido. Y ustedes me preguntarán ¿cómo vamos a ver luz al final de algo que no existe? Esa expresión popular que es usada para seguir trabajando por una esperanza de recorrer un largo trayecto de obscuridad, dando tumbos hasta llegar a ver una luz que nos indique finalmente que estamos saliendo de ese trayecto, presupone un túnel ya construido que ya tiene preestablecida una dirección y una salida que no encontraremos hasta que aparezca esa luz.

Pues no, si seguimos perdidos dentro de ese túnel oscuro después de tantos años no saldremos nunca porque quienes lo construyeron no le pusieron una salida, por lo tanto por más que lo recorramos nunca veremos una luz. Quienes lo hicieron modificaron dos veces una ruta que ya se desdibujo del imaginario de los venezolanos porque quienes debieron insistir en ella se olvidaron de nosotros que estábamos adentro.

Entonces para el año que viene yo los invito a construir otro túnel. Pero para hacer eso debemos tener clara cual dirección tomar dentro de la oscuridad, y entre todos los que cavemos deberemos creer fervientemente en ella. Solo así podremos encontrar nuestra salida y crear para nosotros mismos esa luz. Veremos la luz en ese túnel pero solo si lo construimos nosotros mismos.

La Ruta Cese de la Usurpación primero, Gobierno de Transición después y Elecciones Libres al final, es algo que tiene una lógica sólida que va mas allá de toda la babosería política que inventen los partidos para retrasarla, olvidarla o sepultarla en un montón de jerga leguleya escrita en un Estatuto de la Transición, con todo y los cambios que deseen hacerle. La lógica del pueblo es de una solidez indiscutible y eso fue refrendado en una Consulta Popular realizada hace hoy más de un año, del 7 al 12 de Diciembre de 2020, decisión de un pueblo decidido a lograr su libertad, y que hoy hace un año llamé La última institucionalidad que nos queda (ver mi nota del 31 de Diciembre de 2020, en https://ticsddhh.blogspot.com/2020/12/la-ultima-institucionalidad-que-nos.html).

No me equivoque hace un año al mencionar que habíamos retrocedido: “Pero más allá de  lo que acaban de hacer los diputados para seguir vigentes después del 5 de Enero de 2021, y la consecuente extensión del mandato de Juan Guaidó como Presidente Encargado, considero más importante como se desarrollará la lucha opositora en el transcurso del año 2021 al no tener una Asamblea Nacional en pleno funcionamiento como este año, o peor aún, con un funcionamiento en entredicho, y un Presidente Encargado mediatizado. En el neto en ambos terrenos hemos retrocedido con respecto al año que cierra hoy. Eso le deja una sola carta a Venezuela: el papel que deberán jugar los ciudadanos no investidos de autoridad para recobrar su libertad en el 2021”.

Esa afirmación de hace un año cobra ahora más fuerza y vigencia que nunca, y es por eso mi invitación a los venezolanos a cambiar el recorrido y la dirección construyendo otro túnel para el 2022. Los partidos iniciarán otro año repitiendo y profundizando los errores que cometieron en el año 2020 sin haber aprendido nada en el año 2021 con la reedición corregida y aumentada de los errores cometidos con el Estatuto de la Transición, con una línea que fracasará de nuevo en el 2022 por la locura einsteniana de insistir en lo mismo con los mismos resultados, en una insistencia suicida de controlar lo que de suyo no pueden controlar por el concepto mismo de la separación Constitucional de los Poderes Públicos y la unidad de mando. Solo UNO puede ser responsable, y ese no es otro que el Presidente que nos dimos Constitucionalmente en Enero de 2019 y que debe rendir cuentas. De otra manera nunca veremos esa luz que esperamos porque el único que está ganando aquí es el régimen.

Los partidos están sin oxigeno y lo peor del cuadro es que nos están ahogando con ellos porque insisten en una solución que no incluye al pueblo que dicen representar. En pleno Siglo 21 creen en las prácticas electoreras donde manipulaban a la gente para elegirlos creyendo que eso se quedaría allí hasta renovarles de nuevo la tarjeta en las siguientes elecciones. Entérense que eso ya se acabó. La tecnología los sigue minuto a minuto a través de las redes, la gente sabe lo que hacen y lo que realmente piensan. De allí que esas estructuras llamadas estalinianas que tienen más de 100 años ya no resistan el paso del tiempo. Cualquier solución a la crisis venezolana pasa por tomar en cuenta al pueblo venezolano.

Y si a eso no se le da paso, romperá los muros de esa indiferencia tarde o temprano. Entonces el problema es cómo hacer para que el pueblo se pronuncie para tomar las decisiones que correspondan. En ANCO hemos insistido en la dirección de la convocatoria del pueblo para que decida a través del único instrumento que le queda a la Constitución, que no es otro que el camino Constituyente. Muchos podrían indicar otros caminos por muchísimas razones, como en efecto están haciendo de seguir andando en el mismo túnel, pero la que no podemos todos rebatir es que es el pueblo es el único que puede tomar las decisiones para salir de esta plaga que nos ha caído desde 1998, y todo lo que tenemos que hacer es acordar en cómo darle cauce en el medio de una tiranía. Lo que no puede ser es que discutamos sobre el principio fundamental de que sea el pueblo el que decida.

Y creo que todos los venezolanos hemos estado de acuerdo de una u otra forma en que es el pueblo el que debe decidir. Dos Consultas Populares masivas son la prueba fehaciente de ello, aunque la dirigencia política opositora les haya dado la espalda. ¡Que el pueblo decida! es y seguirá siendo nuestra consigna el próximo año. Si realmente deseamos que el 2022 sea el año de la liberación de Venezuela, tenemos que seguir el camino que el pueblo decidió. Y si el túnel por donde vamos no nos lleva a esa luz, entonces hagamos otro en el medio de la oscuridad. Solo decidamos que herramientas usamos siguiendo la dirección que el pueblo se dio para llegar a ella con mayor rapidez. Dios será nuestra guía y compañía en ese nuevo túnel que cavaremos para este Nuevo Año del Señor 2022. Agradeciendo profundamente a mis seguidores otro año más por su seguimiento solidario, solo me resta desearles un extraordinario Feliz Año 2022 a todos ustedes…!

Caracas, 31 de Diciembre de 2021

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martes, 28 de diciembre de 2021

El Estatuto no es el problema

Por Luis Manuel Aguana

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“La política es una empresa humana infinita para encontrar las respuestas de todos los pesares que causa el Todopoderoso…”

Anónimo

Cualquiera que entienda la política como algo sublime, muy lejos de la ambición personal y las formas de enriquecimiento con lo que es de todos, no puede más que coincidir con esas palabras anónimas. Los que hicieron los mayores sacrificios en esa actividad son perfectamente identificables solo con ver como pasaron los días finales de sus vidas.

Sin embargo, tampoco podemos aspirar que los políticos sean santos que renuncien a todo a favor del bien de la humanidad así como tampoco no podemos esperar que no exista una dosis clara de ambición de poder en la conducción política. De hecho es sanamente necesaria para poder producir los cambios que toda sociedad necesita. Es por eso que el balance en la mezcla de los atributos es indispensable así como una fuerte dosis de propensión a servir a los demás.

Lo lamentable de toda esta historia es que los ciudadanos no disponemos de un medidor para conocer esa mezcla previo a escoger a quienes ocuparán las posiciones de responsabilidad y conducción política, dejándonos llevar por lo que nos empaquetan los constructores de imagen como candidatos. Un ejemplo reciente de eso es el Presidente Electo de Chile, Gabriel Boric, que pasó en vuelta de semanas de un radical incendiario mal vestido, corresponsable de la explosión terrorista de 2019 financiada por el régimen de Maduro, a un fresco y joven candidato Presidencial de una “izquierda moderada”. Ese cambio lo convirtió en Presidente de Chile. Solo Dios sabe lo que les espera a los chilenos en los próximos meses. ¿Se dan cuenta ustedes de la importancia de esto sobre el bienestar de los ciudadanos?

Y así podríamos citar más ejemplos de mezclas impuras con mas componente de ambición de poder y dominación, de agendas ocultas, que de verdaderos deseos de servir a los ciudadanos. Sin ir muy lejos, el ejemplo de la insistencia no resuelta del siguiente episodio de la serie de terror que bien podríamos titular “Estatuto de la Transición y Presidencia Interina”, que ha polarizado –de nuevo- a Venezuela entre quienes creen –con razón o sin ella- que no saldremos del régimen sin un Presidente Interino y una Asamblea Nacional de Diputados vencidos, y aquellos que creemos que Venezuela es mucho más que eso.

Al margen de toda esa discusión jurídica de lo inconstitucional –otra vez- del nuevo Estatuto, al que bauticé como reencauchado (ver Estatuto reencauchado en https://ticsddhh.blogspot.com/2021/12/estatuto-reencauchado.html), los venezolanos tenemos que centrar nuestra discusión en otra pregunta: ¿son esos mismos políticos, dirigentes, o como los quieran llamar, los que resolverán el problema que nos ocasiona el régimen de Maduro, si no lo han podido resolver desde cuando fueron electos diputados aquel 6 de diciembre de 2015? ¿De verdad lo creen? ¿Les seguiremos dando otro año más de chance cuando la situación económica de todos nosotros se agrava cada día y cada minuto que pasa? ¿No sería más adecuado pensar en una mezcla diferente?

No pasare el resto de esta nota discutiendo si ese Estatuto para la Transición es inconstitucional o no, cosa que por cierto ya hice en notas pasadas, porque ese definitivamente no es el problema. Tal vez pueda ser la justificación de un argumento a favor o en contra de continuar arando con los mismos bueyes. ¡Pero es que ya los bueyes no sirven! ¡Se están muriendo o ya están muertos! Que es preferible que tomemos el azadón nosotros mismos y aremos la tierra porque alimentar a unos bueyes inservibles retrasa la siembra e impide avanzar para conseguir el alimento. ¡Ya es una cuestión de vida o muerte para todos!

Y aquí no me detengo a darle o no el apoyo a las propuestas que van en la dirección de la renovación del liderazgo político, que por cierto ya mencioné hace algunos días (ver Hacia una nueva representación opositora, en https://ticsddhh.blogspot.com/2021/11/hacia-una-nueva-representacion-opositora.html). Es absolutamente una verdad incontestable que debemos cambiar el liderazgo político –los bueyes- pero eso no puede ser el fin en sí mismo de esta lucha. Claro que deben existir conductores con la mezcla adecuada de atributos para servir a los ciudadanos, eso no se puede discutir. Pero la discusión objetiva debe ser como nos ponemos de acuerdo para lograrlo. Sin embargo, ¿cómo podremos llegar allí si ni siquiera estamos de acuerdo en que los bueyes que retrasan nuestra siembra no sirven? ¡Ese es el problema fundamental!

Es por eso que no es de ninguna manera hueca la expresión ¡Que el pueblo decida! de ANCO. Como los bandos en pugna política nunca se pondrán de acuerdo, entonces ¡Que el pueblo decida! Dejen que el pueblo decida el destino de Venezuela, como se lo escribió el Libertador a Santander en la carta de 1826 que reproducimos al final de cada comunicado de ANCO. Y no solo que decida representantes o liderazgos, sino que decida también en cual dirección esos líderes y representantes desarrollarán el país. Para eso es la previsión Constitucional de una Asamblea Nacional Constituyente Originaria. Nada puede ser más democrático que eso, y la respuesta ha estado allí todo el tiempo.

Si quienes estamos de alguna manera metidos en política, no alcanzamos a entender que esta “es una empresa humana infinita para encontrar las respuestas”, entonces ¿qué estamos haciendo aquí? Si yo estuviera en la situación de esos bueyes cansados pero enriquecidos de poder –y algunos de dinero- deseosos de continuar, estuviera muy asustado porque nos sacrifiquen. Pero no les tocará otro destino si ellos mismos no se paran y dejan que los sembradores decidan si viven o mueren. Al menos así tendrían algún chance de sobrevivir…

Caracas, 28 de Diciembre de 2021

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viernes, 24 de diciembre de 2021

La Navidad de una cárcel llamada Venezuela

Por Luis Manuel Aguana

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Hoy hace 10 años me referí a las Navidades venezolanas con presos políticos, haciendo alusión a que prefería por razones obvias llamarlas sin presos políticos (ver Navidades Con Presos Políticos, en https://ticsddhh.blogspot.com/2011/12/navidad-con-presos-politicos.html). No me sentí alegre en ese entonces porque existieran los pocos presos que había en ese momento, encerrados de manera injusta por la masacre que el mismo régimen había causado el año 2002. Pero ahora no solo sigo sin estarlo sino que ahora sumo la preocupación del continente porque el régimen ha ampliado la cárcel a todo el país donde los venezolanos nos encontramos encerrados, aumentando a cientos los presos políticos, civiles y militares, dentro de sus mazmorras. Y eso no es cualquier cosa para el mundo.

Como consecuencia de lo anterior, ¿qué están haciendo los venezolanos? Los que pueden hacerlo están huyendo. 6,03 millones de personas refugiadas y migrantes en el mundo, mas de 850 mil solicitantes de asilo de Venezuela en el mundo, más de 4,99 millones de venezolanos viviendo en América Latina y el Caribe, de los cuales aproximadamente 1,84 millones residen en territorio colombiano para Noviembre de 2021 (ver cifras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en https://www.acnur.org/situacion-en-venezuela.html y Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela, en https://www.r4v.info/es/refugiadosymigrantes).

Ahora la cárcel se amplió a toda Venezuela y los que en el 2011 pedíamos desde afuera de las cárceles que soltaran en Navidad a los que estaban presos, estamos todos de una manera u otra encerrados en nuestro propio país tratando desesperadamente de salir. Los que por alguna razón nos encontramos todavía en esta gran cárcel en que el régimen ha convertido a nuestro país intentamos sin éxito reproducir de alguna manera la calidad de vida que se nos ha escapado en todos estos años. Año tras año conservamos la esperanza que el año siguiente las cosas serán diferentes, confiando en quienes conducen políticamente de un lado y de otro este barco que se hunde llamado Venezuela.

Y aquí no me coloco en la tradicional posición opositora al régimen, sino como aquel venezolano que simplemente vive en este país maltratado que espera pacientemente como todo el mundo que las cosas sean mejores. Y aunque trato de no odiar o tener algún rencor en contra de quienes causaron esta tragedia que vivimos, es imposible no meter en el análisis la disputa de los bandos en pugna por el poder en Venezuela, que de una u otra manera nos han puesto de lado a todos para satisfacer los egos y las ambiciones políticas.

La Navidad es sinónimo de tiempos de paz y tregua. Los ejércitos en el medio de las guerras han hecho un alto para no matarse unas horas para conmemorar la venida del Hijo de Dios que dio su vida por todos nosotros sin más aspiración de que la humanidad fuera mejor a los ojos de Dios. Pero una tregua en el medio de un país desolado es sumamente difícil. ¿Qué decirle a una madre que ha perdido a su familia por enfermedad, desidia o destierro por la irresponsabilidad de un Estado cuya obligación es lograr la mayor suma de felicidad posible para su pueblo? ¿Qué decirle a un padre que no puede llevar alimento a su familia en esta Navidad con el salario mínimo más bajo del mundo, y que todos los días lo ve desvanecerse por la hiperinflación más alta registrada en la historia de todos los países? ¿Cómo decirle a un joven que se quede si aquí no tiene futuro? ¿Quién tiene futuro en una cárcel?

Es difícil en esta hora de una de las Navidades más oscuras y difíciles que hayamos vivido, pedirles a los venezolanos que abramos nuestros corazones para hacer un alto al fuego a quienes nos han causado semejante daño. Ni siquiera en una guerra pudo destruirse más a Venezuela. Lo que nos queda es compartir lo poco que nos han dejado con aquellos que están peor que nosotros, en un gesto de solidaridad y caridad cristiana para salir adelante juntos. Si somos realistas, pasarán muchos años antes que exista una verdadera justicia para aplicarle a aquellos que han destruido física y moralmente a Venezuela, aunque sigamos trabajando consistentemente para que ese tiempo sea lo más corto posible y podamos reconciliar plenamente a este sufrido pueblo.

José Rafael Pocaterra lo describió extraordinariamente cuando a principios del siglo pasado (1922) nos obsequió en sus Cuentos Grotescos, su hermoso relato “De cómo Panchito Mandefuá fue a cenar con el Niño Jesús” (ningún venezolano puede dejar de leerlo: https://www.ciudadvalencia.com.ve/nuestros-cuentos-de-navidad-panchito-mandefua-de-jose-rafael-pocaterra/). Ese conmovedor relato muestra la esencia de quienes somos en realidad los venezolanos, describiendo la historia de un niño de la calle de la época, quien no teniendo nada en Navidad, compartió antes de morir lo poco que tenía en sus bolsillos para evitar el castigo de una niña. Ese carácter vivaz, respondón, de enfrentarse a la vida con personalidad, y sobre todo de ayudar a quien lo necesita sin tener cómo, nos describe como pueblo. Ese gesto desprendido y profundo de Panchito fue lo que en realidad le ganó la Cena con el Niño Dios, el más grande honor concedido a cualquier cristiano.

Y los venezolanos somos así, lo hemos demostrado muchísimas veces en nuestra historia, en especial al recibir con los brazos abiertos a los cientos que huían de una Europa destruida por la guerra, a quienes huían de una Latinoamérica llena de tiranos y pobreza, a nuestros vecinos que huían de la violencia de una guerrilla interminable. Teníamos para repartir y lo compartimos a manos llenas con ellos, sin pensarlo dos veces. De todas las nacionalidades llegaron a nuestro país para hacer de él su hogar, y ahora sus gobiernos nos devuelven de sus aeropuertos y nos persiguen y discriminan en sus países.

No me cabe en el pecho el orgullo de ser venezolano y no me arrepentiré nunca de luchar por y ser parte de un pueblo que no hizo otra cosa que haber ayudado a otros en su necesidad sin esperar nada a cambio. Creo que los venezolanos de tener como hacerlo lo haríamos de nuevo como lo hizo Panchito Mandefuá porque dentro de nuestro desconsuelo sentiríamos como él “una especie de loca alegría interior…”. Y eso solo se siente cuando ayudas a otro ser humano con desinterés. Algunos dirán como se dijo Panchito a sí mismo el día de su muerte: “¡Era un botarate! No le quedaban sino veintiséis centavos, día de Noche Buena… Quien lo mandaba a estar protegiendo a nadie…”. Pues los protegimos sin pensarlo como él mismo lo hizo con la niña Margarita. Esa es la gran diferencia que tenemos orgullosamente como sociedad de aquellos que ahora se sienten mejores que nosotros.

Ese cuento navideño de Pocaterra tiene una mezcla de tristeza y esperanza. Eso es lo que siento que ahora tenemos que llevar a la Cena de Navidad de este año 2021 –más esperanza que tristeza- por todo lo que nos está pasando como país y que estamos sufriendo nuestros compatriotas en Venezuela y en el resto el mundo, porque nos culpemos duramente de esta desgracia somos un pueblo extraordinario a pesar de haber cometido tantos errores. “¡Qué diablos! El día de gastar se gasta “archipetaquiremandefuá…” como sentenció un Panchito retador ante el futuro, convencido que si hoy no hay porque hicimos lo que hicimos, mañana si habrá porque así somos los venezolanos, del tamaño del compromiso que se nos presenta.

Y como presos que somos de este régimen en esta Navidad en una cárcel llamada Venezuela, no puedo menos que después de 10 años volver a terminar esta nota navideña con la oración del mismo autor de Panchito Mandefuá, y que ahora cumple 100 años, dedicada en 1921 a los presos de La Rotunda, y que solo Dios sabe porque aparece de nuevo justo hoy, dedicada a todo aquel compatriota que sea vejado en Venezuela y cualquier parte del mundo. Esta oración en su vigencia al cumplir un siglo, debemos recitarla de nuevo para que, con el favor de Dios Todopoderoso, tenga el poder para cambiar para bien de todos a la brevedad posible, las cosas en nuestra cárcel Venezuela:

“Padre nuestro Libertador que estas en la Gloria!

Desagraviado sea tu nombre

Vénganos el tu genio

Hágase, señor, tu libertad, así sea en mi Patria como en la América

El decoro nuestro, el de otros días, dánoslo hoy

Y perdónanos nuestras infamias así como nosotros, perdonamos a nuestros infames,

Y no nos dejes perecer en la decadencia, mas líbranos señor,

De toda esta brutalidad siniestra.

Amén”[1]

¡Que así sea!

Mis mayores deseos para todos ustedes por que pasen la mejor Feliz Navidad del mundo posible, a quienes he tenido el honor de contar como mis lectores durante este duro Año del Señor 2021. Dios me los bendiga…Amén…

Caracas, 24 de Diciembre de 2021

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[1] José Rafael Pocaterra, Memorias de Un Venezolano en la Decadencia, Caracas, 1936.