viernes, 12 de mayo de 2023

Sentencia de restitución del Presidente Encargado del TSJ en el exilio – 11-04-2023


En fecha 11 de abril de 2023, el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela dictó sentencia en la cual exigió a los diputados de la Asamblea Nacional, de mayoría opositora electa en 2015, que respetaran el fundamental principio de la separación de poderes y restituyeran, en un tiempo perentorio que venció este pasado 11 de mayo de 2023,  la figura del Presidente Encargado de la República, porque la Junta Directiva de la Asamblea Nacional no es un Poder Ejecutivo y por ende, no puede decidir en qué gastar y a la vez, controlar, el gasto público y el destino de los activos congelados al Estado venezolano.

El Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela opera en el exilio por cuanto sus Magistrados fueron perseguidos por el régimen usurpador de Nicolás Maduro Moros, desde el mismo momento en que fueron designados por la Asamblea Nacional de mayoría opositora, electa en diciembre de 2015.

Los recurrentes ante el TSJ fueron diferentes grupos de venezolanos o individualidades, todos de reconocida trayectoria en la defensa de la democracia, los Derechos Humanos y el Estado de Derecho en Venezuela.

Click aquí Para descargar el documento completo de la Sentencia


jueves, 11 de mayo de 2023

Chile, Venezuela, Proyecto y Constituyente

Por Luis Manuel Aguana

English versión 

Para sacar alguna conclusión provechosa para los venezolanos de lo que está sucediendo en Chile con el proceso Constituyente, es necesario revisar esa experiencia en las dos etapas que ha tenido, confrontándolas con las expectativas que la gente tuvo de poder llegar a solución de sus problemas a través de la vía Refundacional.

Un proceso Constituyente que se da en una sociedad democrática y políticamente construida como la chilena, tiene una lectura completamente distinta si se plantea en una sociedad deshecha y arrasada como la venezolana, por lo que establecer comparaciones y sacar conclusiones de un proceso como ese en Chile, tiene una distancia medida en años luz que hacerlo en una Venezuela gobernada por delincuentes. Sin embargo, existen aspectos que se pueden revisar sin generalizaciones equivocadas.

En primer lugar, sin ninguna duda los procesos Constituyentes fueron utilizados de una manera artera por la izquierda internacional del Foro de Sao Paulo para desestabilizar los gobiernos en Latinoamérica luego del éxito obtenido por Hugo Chávez en 1999 en Venezuela. De allí que la herramienta Constituyente para la Refundación del Estado se   haya desnaturalizado a los ojos de todo el mundo, y servido para perpetuar regímenes autoritarios con la excusa de la soberanía popular. El Socialismo del Siglo XXI está construido sobre esos cimientos, y ha provocado corrupción ilimitada, pobreza extrema, hiperinflación y éxodo masivo de nuestra población.

En 2019, Chile se vio envuelto en una prolongada protesta social provocada por los mismos factores radicales que hicieron posible la llegada de Gabriel Boric al poder, blandiendo la carta constituyente como respuesta a las diferencias sociales que sufría el país, y que utilizando una narrativa semejante a la sostenida por el golpista Hugo Chávez en 1998, convenció a la población de la necesidad de convocar al proceso Constituyente para resolver esas diferencias.

Pero a diferencia de lo ocurrido en Venezuela, la barbaridad planteada en el texto constitucional sometido a la consideración del pueblo chileno por la mayoría Constituyente, fue rechazado por el 62% de la población, en fecha 4 de septiembre de 2022: “En retrospectiva, se puede decir que la Constitución propuesta tenía fallas desde el principio y que intentaba cimentar una determinada visión política del mundo en vez de encaminar las reformas tan importantes para el país. En particular, puntos como la abolición del Senado, la restricción de los derechos del Tribunal Constitucional y la ponderación desproporcionada de los votos de la población indígena provocaron resistencia en la mayoría de los chilenos. También se criticó la falta de experiencia política de los miembros electos de la Asamblea Constituyente…” (ver Diálogo Político, La derrota del gobierno de Gabriel Boric, en https://dialogopolitico.org/agenda/derrota-para-gobierno-boric/).

Sin embargo, a pesar de la opinión de algunos expertos que indicaban que el pueblo ya había zanjado con ese plebiscito el cambio de la Constitución, los factores políticos del Congreso chileno convinieron que Chile debía tener una nueva Constitución: “ya que el pueblo así lo había decretado en el plebiscito del año 2020. Por lo tanto, se instaló que la idea colectiva de una nueva carta magna no debía fracasar” (ver Diálogo Político, ¿Cómo llegó Chile a este punto?, en https://dialogopolitico.org/agenda/como-llego-chile-a-este-punto/). Desde ese momento partió un proceso político complejo cuyo procedimiento abordé en mi nota anterior (ver Constituyente chilena, ¿cuestión de procedimiento?, en https://ticsddhh.blogspot.com/2023/05/constituyente-chilena-cuestion-de.html).

Este proceso tuvo un hito crítico importante con la elección, el pasado domingo 7 de mayo, del Consejo Constituyente de 50 representantes electos por el pueblo chileno, a los fines de decidir aprobar o rechazar el anteproyecto presentado por una Comisión Experta. Esos resultados le dieron un triunfo contundente a la derecha chilena del partido Republicano, liderado por José Antonio Kast, principal contrincante en las últimas elecciones del actual presidente del país, Gabriel Boric, sacando definitivamente al proceso Constituyente de Chile en sí mismo de la agenda de la izquierda latinoamericana del Foro de Sao Paulo, que llevo al país precisamente a ese proceso.

Quedará en manos de esos nuevos representantes del pueblo, con mayoría de derecha, cambiar o no la vigente Constitución, basados en el Anteproyecto que presente la Comisión Experta, y que no es “la Constitución de Pinochet”, como indica la narrativa del radicalismo de la izquierda, ya que esa Constitución vigente ha sido modificada en repetidas oportunidades desde 1980, ajustándola permanentemente a la situación del país.

El caso chileno da algunas enseñanzas al resto de los países latinoamericanos que estamos tratando de solucionar la grave situación política que confrontamos, y donde en algunos casos, como el de Venezuela, en la Alianza Nacional Constituyente Originaria, ANCO, creemos que un proceso Constituyente podría resolver, no solo la crisis institucional creada por Hugo Chávez y su nefasto sucesor, sino establecer las bases para la reconstrucción del país.

Chile llegó al proceso Constituyente de una manera forzada, no para resolver un problema económico porque ya de hecho ostentaba -y ostenta- los mejores indicadores de desarrollo de Latinoamérica, sino para resolver políticamente cómo permear esa riqueza equitativamente entre la población, disminuyendo las diferencias sociales a través de un nuevo Pacto Social de convivencia que les permitiera soluciones inmediatas en todos los órdenes a sus ciudadanos, como salud, educación y seguridad social. ¿Necesitaban los chilenos una Constituyente para eso? No lo sé, pero las fuerzas que eligieron el 7 de mayo para eso lo decidirán.

Pero de lo que sí estoy seguro, es que los venezolanos no la necesitábamos en 1999, y nuestro resentimiento hacia la clase política de ese entonces, por el olvido sostenido de ellos hacia los problemas de la población, logró que Hugo Chávez con una bandera fatua acabara con la institucionalidad conocida, metiéndonos en un hueco negro del cual aún no salimos. Es por eso que si hay algún lugar del planeta donde hace falta un proceso que haga borrón y cuenta nueva a lo que sucede aquí, ese es Venezuela.

Pero eso no puede pasar sin saber cuál es la maqueta del Estado que deseamos construir después que esta mafia delincuente destruyera la institucionalidad del país. No es posible construir las bases de un Estado sin tener una idea precisa del Estado que se desea. Es por eso que le planteamos a Venezuela previamente un proyecto de un nuevo Estado, El Gran Cambio, muy diferente del que existía antes de 1999 y del que existe ahora, que debe ser discutido y aprobado por una representación legítima del pueblo venezolano a través de un proceso Constituyente (ver El Gran Cambio, Una propuesta para la Refundación de Venezuela, en https://ancoficial.blogspot.com/p/documentos-fundamentales.html).

Lamentablemente, dejamos de ser un país con las instituciones sólidas de Chile, ni la madurez de su dirigencia política, porque estas fueron dinamitadas por quienes usurpan el poder. De allí que sea imposible desde un Congreso de dos Cámaras tener previamente un Anteproyecto constitucional de consenso entre todas las fuerzas políticas, como el que se presentará a la consideración del Consejo Constitucional de Chile. Pero si podríamos tener un consenso del país nacional en torno a un proyecto Constitucional como una solución concertada, que refleje una decisión firme y unificada de los venezolanos frente a una Comunidad Internacional que no acaba de entender que el país nunca alcanzará una salida mientras exista una mafia delincuencial que no desea abandonar el poder por ninguna vía, y menos la electoral. En otras palabras, un Proyecto primero que todos acordemos, para debatirlo en una Constituyente después. Y entre todos discutir el cómo llegamos hasta allá a pesar de la tiranía. Esa es nuestra dura realidad. ¿Será eso mucho esperar de lo que queda de la dirigencia política decente del país? Mientras no afrontemos esa realidad, más tarde saldremos de la pesadilla…

Caracas, 11 de Mayo de 2023

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domingo, 7 de mayo de 2023

Constituyente chilena, ¿cuestión de procedimiento?

Por Luis Manuel Aguana

English versión

¿Será posible que el día de hoy marque un antes y un después del constituyentismo latinoamericano? Puede ser. Hoy 7 de mayo de 2023, los chilenos eligen 50 representantes populares para llamado Consejo Constitucional, que tendrán la responsabilidad histórica de aprobar o rechazar, de acuerdo al procedimiento establecido, el texto del Anteproyecto de Constitución que será presentado por la Comisión Experta designada por el Congreso de Chile el 6 de junio del presente año.

El nuevo proceso constituyente, en pleno desarrollo en Chile, se da luego del rechazo de un 62% del pueblo chileno al primer proyecto constitucional presentado a su consideración el 4 de septiembre de 2022, y me convence todavía más de las profundas diferencias que tenemos los países latinoamericanos entre nosotros mismos para abordar los cambios, a pesar de la insistencia de muchos de que la llamada “fiebre” de Constituyentes se presenta por las mismas razones en todos nuestros países.

Aún teniendo Chile los más altos indicadores de desarrollo en Latinoamérica, el país político chileno consideró necesario colocarse de nuevo en la “zona delicada” de inestabilidad para revisar su texto fundamental, concepto que definiera  el Dr. Roberto Viciano Pastor, Director del Doctorado en Derecho Constitucional de la Universidad Mayor de San Andrés, La Paz, Bolivia, y Coordinador General del Observatorio Latinoamericano sobre el proceso Constituyente de Chile, en la oportunidad de la primera discusión de la Constituyente chilena: “Los procesos constituyentes han surgido en América Latina, como también en otras partes del mundo, cuando aparece una importante crisis social. Si no hay una importante crisis social ningún Estado, ningún país se introduce en una zona delicada, en una zona en la cual es inestable, por definición, como es la de definir de nuevo las reglas de funcionamiento del Estado, de la economía, de la sociedad…” (ver Ideologización Constituyente, en https://ticsddhh.blogspot.com/2022/09/ideologizacion-constituyente.html).

Y al parecer, a pesar de tener los mejores indicadores de desarrollo de Latinoamérica, los chilenos consideran que existe una crisis social en el país que amerita un ajuste en el Pacto Social que los rige como Nación. Es importante señalar que la discusión de si esa crisis fue inducida o no por factores radicales de la izquierda chilena todavía está en el tapete. Pero esa no es la razón de esta nota, ya que independientemente del cómo se llegó a la convocatoria Constituyente, lo que sí es relevante para el destino de los chilenos es como se abordó en principio esa discusión, y como se desarrollará hasta parir un nuevo Pacto Social que le de estabilidad política a Chile

Luego del desastre político ocurrido para el Gobierno del Presidente Boric con el rechazo popular al proyecto constitucional en septiembre de 2022, los factores políticos agrupados en el Congreso diseñaron un mecanismo muy distinto para abordar la discusión Constituyente. En lo que al parecer todos acordaban fue que era necesaria una nueva Constitución para Chile. Y en un procedimiento mucho más controlado que el anterior, los políticos chilenos decidieron que el nuevo texto Constitucional no fuera redactado de buenas a primeras por unos Constituyentes electos, sino por una Comisión Experta de 24 personas, designada por el mismo Congreso, que produjera un Anteproyecto para someterlo a la consideración de un grupo más reducido de representantes populares, llamado Consejo Constitucional, constituido por 50 personas.

Tal vez el nombre de Comisión Experta no fuera el más apropiado porque era claro que estaría compuesta por políticos de todas las tendencias. Debió quizás haberse llamado Comisión Política. Pero como en todos los países, incluyendo el nuestro, los políticos están devaluados, de allí que el Congreso chileno decidiera crear un Comité de Admisibilidad (llamado también de Arbitraje) compuesto por 14 juristas reconocidos para garantizar que el texto producido por la Comisión Experta se ajuste a unas Bases Constitucionales acordadas previamente y que no fueran violadas bajo ningún concepto.

Se redactaron 12 Bases Constitucionales que funcionan como un marco que no puede ser traspasado por la nueva Constitución, como por ejemplo el nombre del país y su carácter democrático, emblemas nacionales, tres Poderes Públicos independientes, el respeto a los Derechos Humanos, respeto a los pueblos indígenas, la garantía a las libertades fundamentales, subordinación de las FFAA al poder civil (ver Bases Constitucionales del proceso Constituyente, en  https://lupaconstitucional.malaespinacheck.cl/2023/03/05/cuales-son-las-bases-constitucionales-del-proceso-constituyente/).

Una vez elaborado el Anteproyecto definitivo de Constitución, la Comisión Experta entrega al Consejo Constitucional, que tiene, desde el 7 de junio al 7 de octubre, tres meses para aprobar y/o modificar el Anteproyecto. Existirá también una Comisión Mixta compuesta por 12 miembros, 6 de la Comisión Experta y 6 del Consejo Constitucional electo, para buscar soluciones a cualquier diferencia presentada una vez sometido el Anteproyecto a la consideración del Consejo Constitucional.

Una vez hecho eso, el texto vuelve a la Comisión Experta que tiene 5 días para responder. Finalizado ese tiempo y con el texto de vuelta, el Consejo Constitucional revisa el trabajo final, y lo aprueba con 3/5 de sus miembros (30 Consejeros) o lo rechaza con 2/3 de sus miembros (33 Consejeros). De ser aprobado, someterán públicamente el texto al pueblo el 7 de noviembre de 2023, donde en poco más de un mes, el 17 de diciembre de 2023, será sometido a Plebiscito al pueblo chileno (ver Nuevo proceso paso a paso – Bloque político, en https://youtu.be/X3VeJLMgFjA).

Todo este procedimiento, más controlado, puede darle a Chile un texto Constitucional, más ajustado a las expectativas de todos, en el medio de las diferencias políticas extremas que se sucedieron en el marco de la discusión Constituyente del pasado intento que fracasó en 4 de septiembre de 2022.

Con sana envidia veo que los chilenos han respondido políticamente a la urgencia de obtener un Pacto Social conveniente para todos utilizando un procedimiento ajustado a su idiosincrasia política, mejorando claramente el procedimiento anterior que daba a los Constituyentes la responsabilidad directa de esa tarea.

Lo ocurrido en Chile trajo a mi memoria un procedimiento similar, utilizado en España en 1977 para la elaboración y aprobación de la Constitución Española de 1978, donde el Congreso de los Diputados creó una Comisión Constitucional con el encargo de redactar un Proyecto de Constitución. La Comisión tardó aproximadamente 5 meses (entre agosto y diciembre de 1977) en cumplir su misión. La diferencia fundamental fue que en el caso español no se eligió una representación popular para la aprobación del Anteproyecto, sino que fue directamente sometido a Referéndum  popular una vez que este fuera aprobado por ambas Cámaras del Congreso español (ver Elaboración y aprobación de la Constitución Española de 1978, en  https://app.congreso.es/consti/constitucion/elaboracion/index.htm).

Esta mezcla de procedimiento político y experticia jurídica, que ha dado a los españoles casi 45 años de estabilidad política, es lo que ha sido aplicado en Chile con las diferencias correspondientes ajustadas a su problema, dando al resto de los países latinoamericanos una lección de madurez política. Los venezolanos, al abordar un proceso Constituyente necesario en el país en virtud de la completa destrucción de la institucionalidad política, deberemos abordar el procedimiento más idóneo, como el que alcanzaron los chilenos, que nos garantice la mayor suma de estabilidad política. Ojalá que cuando lleguemos allí estemos como ellos, a la altura de ese compromiso…

Caracas, 7 de Mayo de 2023

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sábado, 29 de abril de 2023

La necesidad de una transición

Por Luis Manuel Aguana

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Algunos me dirán que más que una necesidad es una urgencia. Pero mi análisis en esta nota va en otra dirección. Si bien es cierto que urge que quienes detentan ilegítimamente el poder en Venezuela se vayan para proceder a los cambios que la población requiere, se ha convencido a la población, a mi juicio de una manera muy irresponsable, que al cambiar un Presidente por otro en unas elecciones “con condiciones”, las cosas en Venezuela cambiarán como el que de repente despierta de una pesadilla.

 Los partidos que se dicen opositores se aprestan para “competir” en unas elecciones “primarias” para seleccionar un “candidato” que se medirá con el régimen y que de esa “justa” saldrá la respuesta a todas nuestras desgracias. Y lo peor de todo eso es que el mensaje que le enviamos a los cuatro rincones del planeta es que en Venezuela se pueden resolver de esa forma las cosas con un régimen que persigue, secuestra y asesina personas para mantenerse en el poder. ¿Hasta dónde se puede mantener esa contradicción?

Los “precandidatos” de esas “primarias” hacen campañas electorales por toda Venezuela, invocando que estamos en una dictadura, sin percatarse que a los ojos del mundo que no nos conoce, cualquiera diría que si así fuera no existiesen ningunas primarias o posibilidad alguna de unas elecciones para salir del régimen. La lógica cartesiana diría que, o estamos en una dictadura y no hay posibilidad alguna de elecciones de ningún tipo, o esto es un completo teatro de esa dictadura para mantenerse en el poder.

Y como si estamos, no en una dictadura, sino en una narco-tiranía militarizada, como acertadamente la bautizara mi estimado amigo Diego Arria, entonces la conclusión lógica sería que lo que estamos presenciando en Venezuela con el show electoral –primarias incluidas- es un gran montaje para, de nuevo, eternizar a los delincuentes en el poder.

Y si existiera alguna posibilidad de que se lograra un nuevo presidente por alguna vía, luego de la narco-tiranía militarizada, incluyendo la electoral -no por el conteo de los votos del régimen sino por una rebelión social producto de otro fraude abierto a la voluntad del pueblo de Venezuela- lo que necesariamente tendría que seguir nunca podría ser un periodo constitucional como los que solíamos tener durante los 40 años de democracia, sino un gobierno de transición y de emergencia nacional capaz de neutralizar a los delincuentes que ahora gobiernan, que no se irían mansamente del país, y que se refugiaran en la violencia para evitar su captura por los crímenes que han cometido en contra del país y los venezolanos. Ese sería el escenario real que viviríamos en Venezuela después de que estos delincuentes abandonen el poder, por la vía que sea.

Entonces ese sainete de Narnia, donde unos “candidatos” pretenden alcanzar la Presidencia de la República mansamente con los votos, con una narco-tiranía militarizada en el poder, debería sincerarse a los venezolanos, y que todos los que realmente crean en los hechos que efectivamente estamos afrontando, comiencen por decir las cosas como son, reuniéndose para establecer estrategias claras para el logro de ese gobierno de transición y entre todos ellos decidir quien podría ser el que lo encabezara.

Y allí no vale quien es el que tiene más simpatía de los votantes, porque los venezolanos ya están hartos de eso, porque dejó de ser una cuestión de votos, sino de legitimidad ética, moral y política de aquellos que tengan la disposición de enfrentar los caminos duros que se requieren recorrer para llegar a establecer ese gobierno de transición. El norte de esas personas debe ser uno y solo uno: bajar a la tiranía del poder. Los votos decidirán, luego de esa transición, quien conducirá los destinos del país.

¿Decidieron los votos la transición de Venezuela en 1945? ¿Decidieron los votos la Junta de Gobierno de 1958? Los votos decidieron el gobierno de Rómulo Gallegos en 1947, después de una Constituyente que definió los Derechos Civiles de los venezolanos, y los votos decidieron el gobierno de Rómulo Betancourt en 1958, después de un Pacto de Punto Fijo que definió el período más largo de paz, progreso, democracia y libertad que Venezuela ha tenido, y que produjo una Constitución en 1961 en la que todos acordamos un mínimo de convivencia.

Algo de semejante grandeza política es lo menos que podemos exigir los venezolanos. Nadie se puede tragar lo que está ocurriendo políticamente en Venezuela. Unos partidos que se volvieron locos y acabaron con una Presidencia Encargada reconocida internacionalmente, delante de un país que se quedó atónito prácticamente sin conducción política opositora. ¡Qué vergüenza delante de todo el mundo! Un país que fue capaz de parir una extraordinaria generación de políticos de altura capaces de llegar a acuerdos de esa magnitud, se ha transformado en un país que exhibe pordioseros políticos como cartas de presentación.

Seguros como estamos que Venezuela está en manos de delincuentes, los votos debemos usarlos para cuando puedan funcionar para el bien de la democracia. Lo que hoy corresponde es formalizar un gran Pacto entre demócratas verdaderos, como se hizo en la Quinta Punto Fijo el 31 de octubre de 1958, de quienes apartando su ego, den un paso adelante para el rescate del país, y cuyo primer compromiso con los venezolanos sea la Refundación de Venezuela a través de un proceso Constituyente, como se hizo en 1946, al tiempo de constituir un gobierno de transición entre todos para ponerse al frente de la administración de lo que quede después que los narco delincuentes quemen Venezuela por los 4 costados antes de irse, porque eso es lo que harán.

¿Quién presidirá ese Gobierno de Transición? ¡Decídanlo entre ustedes! Entre quienes  hayan demostrado la mayor experiencia de Estado, ética, honestidad moral personal y profesional, sabiduría, trabajo en equipo, y por sobre todo reconocimiento político nacional e internacional. ¿Es muy difícil encontrar un venezolano (a) con esas condiciones y que no traicione esa aspiración de todos de recuperar la Nación? No lo creo. Pero será muy difícil si lo buscan entre quienes se han canibalizado entre sí en la oposición oficial, buscando el poder y no nuestro bienestar.

En 1993 los partidos buscaron esa figura cuando las columnas de la democracia se tambalearon tras la destitución de un Presidente en ejercicio, por la estupidez de una clase política en decadencia. Pues bien, al parecer estamos en una situación parecida. Aunque la solución fue tardía, porque el verdadero error ya lo habían cometido y que nos ha costado la presencia de Hugo Chávez en la política venezolana, Ramón J. Velásquez condujo con mucho trabajo el barco al puerto de una nueva elección. ¿Podrán tener los políticos venezolanos la altura suficiente para asumir ese reto? La respuesta a esa pregunta definirá el destino de Venezuela…

Caracas, 29 de Abril de 2023

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domingo, 23 de abril de 2023

CNE ilegítimo y elecciones en Venezuela

Por Luis Manuel Aguana

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Hay veces que hay que repasar nuestra historia reciente para poder entender lo que pasa en Venezuela. Los venezolanos hemos demostrado ser lo suficientemente desmemoriados para ser conducidos como ovejas a un matadero, y lo peor es que lo hacemos felices, cantando y bailando. Y ese trastorno de memoria de corto plazo, que es como lo llaman los especialistas, nos está matando, y es hábilmente aprovechado por los políticos para hundirnos sin escape en un régimen criminal por otros 20 o 30 años más. Pero eso no importa.

Bastan las excusas como las del candidato Henrique Capriles en el 2013, que indicaban que habría muertes en las calles si los venezolanos, indignados por un fraude abierto, marchábamos al CNE, y por eso nos mandó a bailar salsa y tocar cacerolas. Pero, ¿y todas las muertes que ocurrieron y siguen ocurriendo por hambre generalizada de la población que ahora come de la basura, por la falta de atención en los hospitales destruidos, por la inseguridad de los malandros armados por el régimen, por las que están ocurriendo afuera por el éxodo masivo, esas no cuentan? Y han demostrado ser aún más cuantiosas…

Después de ese fraude del 2013 –sin contar con la que nos hicieron con Chávez moribundo en octubre de 2012- y la protesta de la población contenida por la misma oposición oficial, esta sigue insistiendo en la vía electoral controlada por el régimen para ir a elecciones. Parece una cosa de insania mental, pero no es así. Ninguno de esos delincuentes, de ambos bandos, está loco. Locos seríamos los venezolanos de seguir ese camino, una y otra vez…

Un grupo de venezolanos que no olvidamos las contradicciones electorales de esta supuesta oposición política, publicamos un comunicado recordándole a la población que ha sido esta misma oposición la que rechazó las elecciones adelantadas de mayo de 2018, la ilegitimidad de la elección parlamentaria del 6 de diciembre de 2020, y por supuesto, la designación posterior de un CNE ilegítimo, producto de una Asamblea ilegítima (ver Comunicado Urgente – 20-04-2023, en https://ticsddhh.blogspot.com/2023/04/comunicado-urgente-20-04-2023.html).

Lo anterior no ha cambiado ni un milímetro desde ese entonces. ¿Por qué entonces el carnaval de unas “Primarias de la oposición” en ese contexto? ¿Por qué ahora una oposición oficial, vestida con el ropaje de un nuevo nombre, ahora conocido “Plataforma Unitaria”, suerte de ente opositor que es y no es de los partidos de la Asamblea Nacional de 2015 –mismo musiú con diferente cachimbo, como se decía antes- decide ir a unas elecciones en el 2024 (o antes si el régimen lo decide) con un régimen a todas luces ilegítimo, convenciendo a la Comunidad Internacional que legitime ese proceso? ¿De qué estamos hablando aquí? De una nueva operación masiva de convencimiento a los venezolanos de que, de nuevo, “saldremos de esto” con los votos.

Es imposible para mí, y creo que para nadie, sustentar alguna seriedad u honorabilidad a cualquiera que se preste para semejante operación, llámese “Comisión Nacional de Primarias”, o como se llame. Eso es tratar de cubrir una mentira con otra mentira, y así sucesivamente. Lo único que puede salir de allí es otro fraude a los venezolanos.

Pero detengámonos en este punto. Todos los actores del régimen y su oposición saben de cierto que será imposible ir a un proceso “electoral” en Venezuela sin otro CNE que no sea controlado por ellos. En otras palabras, en la Venezuela de hoy, con el régimen en el poder son imposibles unas elecciones libres, justas y verificables, porque los delincuentes nunca entregarán el poder porque en ello se les va la vida. ¿Y entonces? Ambos lados prefieren montar el sainete de las Primarias para que de allí surja un candidato que el régimen reconozca, que sea digerible y que diga que “perdió” las elecciones. La razón de ser de esas Primarias es ese, no otro. Y el candidato que no haya entendido eso nunca ganará semejante juego. El régimen NO aceptará un candidato que no cumpla con el perfil acordado con sus socios “opositores”.

De allí que se pueda entender las comunicaciones cruzadas entre el CNE y la Comisión Nacional de Primarias y la negativa del primero de un proceso de primarias sin captahuellas (ver https://talcualdigital.com/cne-advierte-a-la-comision-de-primarias-que-sin-captahuellas-no-hay-apoyo-tecnico/). Eso le enredó la existencia a la Comisión Nacional de Primarias, que ahora trata de cuadrar el círculo pidiendo más tiempo para definir las reglas de unas primarias que boquean por inviabilidad (ver CNP pide tiempo para definir las reglas, en https://panampost.com/milagros-boyer/2023/04/22/la-oposicion-en-su-laberinto-cnp-pide-mas-tiempo-para-definir-reglas-de-sus-primarias/). Anótenlo: si hay CNE en esas primarias, hay una nueva Lista de Tascon actualizada…

Pero el régimen es hábil, no se puede dar el lujo de perder a su “candidato opositor” solo porque los opositores que van a ese proceso allí no se ponen de acuerdo con las condiciones técnicas definitivas, ergo, con o sin CNE. Y de allí que ya se esté negociando la muerte acordada del proceso de selección del candidato opositor a través de primarias en el nuevo diálogo de Colombia, a cambio de un adelanto de elecciones. A todos les conviene eso, claramente, menos a los venezolanos (ver Primarias por  adelanto de elecciones, en https://panampost.com/efigueroa/2023/04/22/negociacion-en-bogota-primarias-adelanto-de-elecciones/).

Le conviene al régimen cuyo desgaste no aguanta un año más, y a la oposición oficial de la llamada Plataforma Unitaria, que siempre ha querido designar su candidato a dedo de sus propias filas, sin la molestia de candidatos incómodos. De allí saldría el candidato opositor “conveniente” al régimen. Y todos felices.

Todo este escenario solo nos deja a los venezolanos dos posibilidades para enfrentar la colusión del régimen y su oposición. a) que surja una candidatura fuerte, extra pacto opositor oficial, que aglutine detrás de él (o ella) a los verdaderos opositores venezolanos, y a plena conciencia de que el régimen “ganará” las elecciones con su CNE, retome el camino del 14 de abril de 2013, que dejó cortado el candidato opositor blandengue de la salsa y las cacerolas, y plantee un todo o nada con el régimen, poniéndose al frente de los venezolanos en las calles para defender el triunfo que sin duda alguna obtendrá; o b) llevemos la lucha cívica fuera del país, que con el apoyo de las instituciones legítimas en el exilio, como el TSJ legítimo, designe un CNE en el exilio, para continuar desde allí la recuperación de la libertad en Venezuela. Ambas rutas se deben llevar a cabo, no son excluyentes. Cualquiera que sea primero avanzará hacia el objetivo de lograr la liberación de Venezuela de estos delincuentes.

La segunda ruta ya la iniciamos, solicitando al TSJ legítimo en el exilio, en un Recurso de Amparo introducido el 15 de octubre de 2022, la nulidad de los acuerdos firmados en México por una Plataforma Unitaria y un régimen que no representan a nadie en Venezuela, para que, entre otras cosas,se nos dote de un ente electoral ad-hoc que pueda llenar el vacío que existe en materia de rectoría electoral, que haga posible el derecho de TODOS los venezolanos, también los que nos encontramos fuera de Venezuelaa participar en elecciones auténticas” (ver Recurso de Amparo por el rescate del derecho a la participación política, en https://ticsddhh.blogspot.com/2022/10/solicitan-nulidad-del-memorandum-de.html).

La lucha está lejos de terminar en Venezuela, y depende de todos no olvidar los pasos que se han dado para alcanzar la libertad, so pena de tener que repetir los errores y retroceder. Y esos errores se pagan caro porque significan la muerte de más venezolanos. Nunca olvidemos eso…

Caracas, 23 de Abril de 2023

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