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miércoles, 10 de junio de 2015

Tiempos de masacre y muerte

Por Luis Manuel Aguana

Con nada nuevo nos amenaza ahora Nicolás Maduro al anunciar un tiempo de masacre y muerte para los venezolanos (ver Tiempo de masacre para Nicolás Maduro en https://youtu.be/9be0_AsqdGI). Esto, entre otras cosas, porque cualquiera que haya vivido en Venezuela estos últimos 16 años ya los está viviendo. Más aún, la suerte del venezolano estuvo echada desde aquel 4 de julio de 1811, fecha de la célebre sentencia del joven Simón Bolívar ante la Sociedad Patriótica,  "...trescientos años de calma ¿no bastan?", a partir de donde la masacre y la muerte nos persiguieron implacablemente como un tributo que hay que pagar por la libertad.

De allí vino la Independencia, tiempo de masacre y de muerte, del que gloriosamente salimos bajo la conducción de nuestros próceres inmortales. Hubo hasta una proclama de Guerra a Muerte en el medio de esa matanza de la mitad de la población. Y el país diezmado y destruido busco su cauce y se pacificó en medio de la pobreza más profunda.

Luego vino la Guerra Federal donde cada caudillo reclamo una parte de una torta de la Independencia que creyó era suya. La Federación entendida como reparto le trajo mas masacre y muerte a este sufrido pueblo. Ese "Dios y Federación" no fueron gratis. La sangre derramada por los venezolanos pagó con creces ese estribillo del que nadie ahora se acuerda porque fue...

Después, la unificación política del país de las manos de Juan Vicente Gómez, un campesino tachirense que le puso orden a la sumatoria de feudos en lo que se había convertido Venezuela. Otra época de más masacre y muerte. Fueron los tiempos Unión, Paz y Trabajo: Unión en las cárceles, paz en los cementerios y trabajo en las carreteras, de acuerdo al decir de los venezolanos de entonces. 35 años tuvo de eso Venezuela.

Fue poco el tiempo que el país no vio masacres ni matanzas, mas allá de las producidas por la tuberculosis y la malaria producto de la pobreza y la tardía entrada a la modernidad. Solo una embrionaria democracia pudo comenzar a sacarnos de la barbarie, pero como todo experimento que comienza, tuvo tropiezos. Sin embargo, a pesar que esos tropiezos, que significaron dictadura y retorno de nuevo a la democracia, fueron largos y accidentados, pensamos que nos habíamos alejado de toda la masacre y la muerte sufridas en nuestra historia. Creímos haberlo visto todo.

Pero vino el 11 de abril de 2002. Los francotiradores y asesinos montados en Puente Llaguno dispararon en contra de una marcha pacífica. No son cuentos de camino, los vimos en vivo y en directo por televisión. Guardo la esperanza de conocer en vida lo que en realidad paso ese día, cuando una Comisión de la Verdad investigue, no solo ese fatídico día, sino toda esta época de obscuridad y barbarie, llevando a los verdaderos culpables a una justicia sin colores y sin resentimientos.

Pero el régimen no dejo solo en la retórica que la “revolución esta armada”. Las 43 muertes producto de las manifestaciones de la juventud después del 12 de febrero de 2014, son un recordatorio permanente que este régimen efectivamente es de masacre y muerte. No necesitaba pues el Sr. Maduro recordarnos eso. Los venezolanos lo tenemos muy claro.

Sin embargo, tampoco es el primer dictador del mundo que utiliza expresiones de odio en contra de sus opositores. La agencia de noticias Inter Press Service reportaba para el año 2000 “Yugoslavia: Gobierno usa “discurso del odio” contra oposición”, indicando el comportamiento del gobierno de Slobodan Milosevic en contra de cualquiera que discrepara de su régimen (ver http://www.ipsnoticias.net/2000/04/yugoslavia-gobierno-usa-discurso-del-odio-contra-oposicion/). ¿Nos estará diciendo Maduro que la siguiente fase de su socialismo del siglo XXI es masacrarnos como lo hizo Milosevic porque disentimos de su régimen? Ya está recorriendo el camino de Milosevic que termina en la Haya y en la cárcel…

¿O será que esos tiempos de muerte se refieren a la posibilidad de un enfrentamiento bélico con Guyana como lo hizo Leopoldo Galtieri con Las Malvinas en Argentina, buscando levantar una popularidad irrecuperable? Esta estrategia intentaría incluso cohesionar hasta la misma oposición alrededor de una locura belicista-nacionalista alrededor del famoso Decreto 1787, con la creación de las Zonas Operativas de Defensa Integral Marítima e Insular. Los venezolanos no debemos pisar ese peine nacionalista del régimen. Están desesperados y la gente así no piensa (o tal vez piensa demasiado y retorcido, con intenciones de permanencia en el poder), y el remedio puede ser peor que la enfermedad, tal y como lo señalan en la prensa los reconocidos diplomáticos Sadio Garavini y Emilio Figueredo (ver http://www.el-nacional.com/mundo/Guyana-denuncio-decreto-Maduro_0_643135877.html).

Cualquiera sea el caso de estas nuevas amenazas en contra los venezolanos, debemos recordar que ya estamos en un estado de guerra. Decir 25.000 muertes al año por la delincuencia, es mucho más que decir un conflicto bélico, como lo señala una investigación independiente: “…para el año 2013, en Irak murieron menos personas que en Venezuela. Por otra parte, desastres naturales como los tifones Bopha (2012) y Haiya (2013) que azotaron a Filipinas, o el huracán Sandy (2012) que golpeó las costas de Canadá, EEUU y el Caribe, murieron menos personas que en Venezuela durante 2013. Aunque la naturaleza de los eventos es distinta, las cifras revelan que el problema de seguridad en Venezuela es tan catastrófico como un desastre natural o una situación de guerra, al menos en cuanto al número de víctimas.” (Muertes por violencia en Venezuela comparadas con el mundo, por Anabella Abadi en http://prodavinci.com/blogs/las-muertes-por-violencia-en-venezuela-comparadas-con-el-mundo-por-anabella-abadi-m-numeralia/).

Luego entonces, lejos de atemorizarnos con esa amenaza, el Ilegitimo debería saber que los venezolanos llevamos en nuestra sangre y en nuestra historia esa impronta de masacre y muerte. Sin embargo, tal vez lo que no sepa, aun siendo colombiano-sin ofender a nuestros vecinos-, es que si los venezolanos nunca toleraron que un “imperio hecho con sangre venezolana, tuviese villa y corte en Santa Fe de Bogotá” (1), vayamos ahora a tolerar en el presente siglo que Venezuela la tenga en La Habana, Cuba. Quién sabe si ese es el reto que deberemos asumir como nuevo tributo que pagar por nuestra libertad…

Caracas, 10 de Junio de 2015

Twitter:@laguana

(1)     Francisco Herrera Luque, El Vuelo del Alcatraz, 2007, Editorial Alfaguara, ISBN 978-980-15-0265-4

lunes, 23 de febrero de 2015

La hora de la verdad de un Acuerdo para la Transición


Por Luis Manuel Aguana

“Los liquidarán uno por uno. Muchos piensan que será a otros pero no a ustedes,
y eso se lo dicen porque no ven que el número de ejecución
lo tiene cada uno de ustedes en la espalda”
Diego Arria, “La hora de la verdad”

“Cambiar un régimen implica una transición, una modificación en el sistema de reglas sobre el que se sustenta. Y ese cambio de reglas no puede confundirse con un simple cambio de gobierno, cuestión que no implica más que alternabilidad. Por ello cuando sostengo que necesitamos una transición, me refiero a que es necesario desmontar todo el aparataje que se encuentra al servicio de Hugo Chávez. No simplemente sustituir a Chávez, sino derrumbar el sistema que le ha permitido actuar impunemente”. Esto lo publicó Diego Arria, así como la cita que encabeza esta nota, en su libro “Venezuela. La Hora de la verdad” (1). Sin embargo Arria, antes de la publicación de su libro, ya venía insistiendo en el tema de la transición desde hacía mucho tiempo, al punto de haberlo hecho público a la nación en el debate de los precandidatos de la Unidad en Noviembre de 2011 en la UCAB (Diego Arria – Debate de Precandidatos http://youtu.be/-232d0eHJ7A. Ver Debate completo en http://youtu.be/gJji8xoXEAI).  Lamentablemente ni la oposición, ni el liderazgo opositor entendieron el concepto sino luego de más de dos años-casi tres-, un montón de muertos y una economía devastada.

Por eso le damos la bienvenida al llamado a los venezolanos a un Acuerdo Nacional para la Transición firmado por María Corina Machado, Leopoldo López y Antonio Ledezma (http://www.ventevenezuela.org/comunicado/).  Pero lamentablemente llega tarde, demasiados muertos tarde, y además incompleto. Algunos dirán que me volví loco al decir estas cosas de un documento al que prácticamente está apoyando hoy toda la oposición, y que entre otras cosas le ha costado la cárcel a uno de sus líderes más importantes, Antonio Ledezma, habiendo arreciado la persecución a María Corina Machado. Pero a veces es necesario ir a contracorriente cuando por convicción honesta creemos que se está cometiendo un error. Por eso a esas personas les digo que el llamado a un Acuerdo Nacional para la Transición, además de llegar tarde, carece de una pieza fundamental, sin la cual solo es una lista de deseos que pueden convertirse en una frustración más en esta historia lamentable de la oposición: la vía constitucional para llegar a ella.

En efecto, al Acuerdo le faltó lo que el régimen ahora le imputa a Ledezma: ¿cómo se llega a una Transición sin antes haber cambiado el gobierno? De acuerdo al régimen, Ledezma, María Corina y Leopoldo “conspiraban” para dar un golpe de Estado para realizar lo que indican los tres puntos del Acuerdo.

Si bien es cierto hay una percepción nacional, como indica el Acuerdo, que “el gobierno de Maduro ya entró en una fase terminal” por todas las barbaridades que a diario vemos los venezolanos, no menos cierto es que nadie tiene la certeza de ese “ineludible derrumbe” que todos queremos que se haga realidad, pero que tenemos meses, y años esperando-salvo que estemos conspirando, como dice el régimen. Por eso es que se adelantan y señalan a los firmantes como que ellos tenían esa certeza porque estaban urdiendo un golpe de Estado, y en una jugada de laboratorio descabezan a la oposición de uno de sus líderes fundamentales. Cualquiera diría que son novatos los que están conduciendo la estrategia opositora (¿o lo son?).

En Venezuela es necesaria una transición. Hace justo un año, el 17 de febrero de 2014 un importante grupo de venezolanos, entre los que me honré estar, hicimos público un documento titulado “Urge una transición para rescatar la democracia en Venezuela” a través del portal de Venezuela Soberana (http://venezuelasoberana.com/urge-una-transicion-para-rescatar-la-democracia-en-venezuela/), donde se expusieron “las razones por las cuales es inevitable que en Venezuela se produzca cuanto antes una transición amparada en la Constitución, con el fin de evitar una catástrofe humanitaria, rescatar la democracia y reconstruir la República” (negritas y subrayado nuestro).

¿Cuál es la diferencia fundamental de este comunicado de hace un año con ese Acuerdo publicado por María Corina, Leopoldo y Ledezma? Que allí establecimos clara y explícitamente que la transición debía llegar por medios constitucionales. La omisión de ese detalle tan significativo le dio pié al régimen a interpretar como le dio la gana ese Acuerdo, utilizándolo como excusa y prueba abierta de un golpe, aún sin tener la más mínima evidencia en contra del Alcalde Metropolitano ni el resto de los firmantes.

Ahora bien, Diego Arria indicaba en su libro “La transición que propongo consiste en sustituir el régimen totalitario vigente en Venezuela por un Estado Democrático y de Derecho, y así garantizar la gobernabilidad y la vigencia de un sistema de libertades y de respeto a los derechos humanos. El medio para lograr tal cometido es la Asamblea Nacional Constituyente. Si algunos han sostenido que ya experimentamos recientemente (1999) un proceso constituyente y que otro sería contraproducente, se me hace necesario recordar que mi propuesta no implica ruptura constitucional alguna(negritas y subrayado nuestro). Simple, claro y diáfano como el cristal, dicho años antes de que nuestros líderes opositores entendieran tarde que eso era necesario. Esto es lo que buscamos en el Proyecto País Venezuela Reconciliada Vía Constituyente (http://proyectopaisviaconstituyente.blogspot.com/).

Sin embargo, deseo que no se entienda mal el planteamiento que hago aquí en relación al llamado a un Acuerdo para la Transición realizado por estos importantes lideres de la oposición. ¡Por supuesto que es necesario un Acuerdo! pero nuestra oposición sigue insistiendo en seguir dando bandazos sin confeccionar una estrategia clara y única para lidiar con este régimen que cada día está cobrando más espacios, razón por la cual el Acuerdo luce descolgado de un marco estratégico global, cayendo en errores que cuestan muchísimo a la oposición democrática.

Diego Arria no formuló estas advertencias en 2011 porque tenía una bola de cristal, ni porque era el Nostradamus de la política venezolana. La formuló porque de ese podio en la UCAB era el que tenía más kilometraje político nacional e internacional, y veía el problema que se nos venía encima con la claridad de quien ha manejado asuntos de Estado, diciéndoles a los venezolanos y a esos muchachos que competían con él, que era necesaria una transición constitucional para arreglar institucionalmente al país ANTES de poder pensar en la alternabilidad política. Lamentablemente tanto a Leopoldo López como a María Corina Machado, presentes en ese encuentro, no les cayó la locha en ese momento sino hasta ahora.

Ese programa de tres puntos del Acuerdo es absolutamente necesario, pero para que este sea realmente efectivo para los fines que persigue, ANTES hay que CONSTITUCIONALMENTE LLEGAR A ESA TRANSICION. No es algo a lo que podamos llegar por generación espontánea, ni por deseos que no preñan. Hay que trabajar por eso, convenciendo a los venezolanos que es necesario cambiar el sistema político, y explicando para qué es necesaria una profunda reingeniería al Estado y a la Constitución. Y eso no se logra por otro camino diferente que trabajar por la convocatoria en Elecciones Auténticas del pueblo depositario de la soberanía a una Asamblea Nacional Constituyente, sin trampas, bloqueos o cortapisas de un CNE entregado al régimen.

Creemos que esto es posible pero convocando a los que más experiencia tienen, sin mezquindades, ni facturas, ni odios del pasado. Diego Arria hubiera sido un excelente candidato para los dos o tres años que propuso para esa transición que indicó en el debate de la UCAB, trabajando para abrirles el camino futuro a esos jóvenes que se encontraban con él en esa contienda. Pero lamentablemente la oposición venezolana no asimiló el mensaje que Arria advirtió en ese momento, con todas las consecuencias que ahora estamos viviendo. Pero lo más grave es que hasta ahora todavía no lo asimila.

La solución de los problemas de la complejidad y la magnitud de los que ahora padecemos requiere de mucho más que un enfoque electoralista. Requiere de una unidad efectiva que convoque a todos los venezolanos, en especial a los que más experiencia política tienen, para evitar que nos liquiden “uno por uno” con un numero de ejecución pegado en la espalda, entendiendo que ir a unas elecciones Parlamentarias no puede estar por encima del país, trabajando unidos para acordar una estrategia común que nos lleve a establecer un camino Constitucional a esa transición. Arria llamó a esa unión la Gran Alianza Nacional. Ojala esta vez le hagan el caso que no le hicieron en el 2012, porque sin duda, y parafraseando a Diego, esta es la hora de la verdad. Y vistas las circunstancias, creo que también lo es para ese Acuerdo para la Transición…

Caracas, 23 de Febrero de 2015

Twitter:@laguana

(1)     Diego Arria,Venezuela, La hora de la Verdad, Caracas Agosto 2012, ISBN 978-980-12-6002-8, Editorial EX LIBRIS